Por: Nabonazar Cogollo Ayala
Era un cierto petimetre de insolente altanería
Que irradiaba algarabía con sus burlas pordoquier…
Con su gesto estrepitoso de la gente se reía
Y en su rostro traslucía su infamante proceder.
La noción de la etiqueta no tenía el mucharejo
No seguía el buen consejo… ¡Avistrajo era el gañán!
¡Qué penuria era tratarlo! Su ademán era el reflejo
De una casa donde el viejo no educó con firme afán.
Una tarde el jovenzuelo fue a comprar en una tienda
Fruta y fiambre, la merienda que llevaba a su
plantel.
Con su gesto de arrogancia dice… -¡Fruta que me venda!
-¡Mueva rápido y
atienda! ¡Quiero pan de moscatel!
-Sí señor ya se
le atiende y mejor si con modales…
-¡No moleste con
sus tales! ¡Deme ya lo que pedí!
-Usted quiere su
dinero y yo quiero mis frutales
¡No sermones ni
puntales de instrucciones sobre mí!
Con sus panes al momento el tendero hizo el
despacho
Los tomó con gran empacho, insolente el chico
aquel…
Los pagó y marchó al instante con triunfal maledicencia,
No dio gracias… ¡Qué indecencia! Fue su gesto frío
y cruel.
Y con pasos arrogantes se marchó cual amo fiero
El tunante que primero procuraba el ofender…
Pues el mundo le quedaba pequeñito. ¡El altanero
Era ardiente sonajero de agresiones a doquier!
Cierto día fue a la calle ignorando la medida
De ley seca establecida del ocaso al nuevo sol.
-¡Esas normas no
me importan! Fue su dicho pendenciero
-Una pola tomar
quiero y embriagarme con alcohol.
Se compró su jarra grande de cerveza que espumosa
Rebosaba de sabrosa, se marchó sin caso hacer…
De la ley seca imperante, por la calle se empinaba
Su gran jarra que libaba ignorando su deber.
Unos pasos, lo detiene la exigente policía,
El gañán no lo creía… ¿Quién se atreve a detener
Al más fuerte de
los hombres? ¡Poderoso ciudadano
Que no teme al
soberano ni al agente ni al cuartel!
Lo detienen y lo llevan sin chistar al calabozo
¡Grita y muerde el muy baboso! Más él nada puede
hacer…
Tras las rejas lo aseguran mientras pasa la medida
Que con sorna decidida decidió desconocer.
Más se aumenta en varios días la medida procedente
Pues el chico fue insolente y agredió con su
actitud.
Al agente que del orden le aplicara restricciones…
¡Irrespetos e infracciones se vinieron en alud!
Y pasó sus muchos días, detenido el mentecato,
Asumía el desacato como algo muy normal…
Pero el hambre y las penurias del horrible calabozo
Rebajaron ese gozo de su dejo antisocial.
La soberbia fue pasando y dio paso a la cordura,
La prolífica locura de creerse siempre más…
Le enseñó lo que genera en las viejas sociedades
Donde hay leyes y verdades que aseguran sana paz.
Del amargo calabozo, cabizbajo y malherido
Salió el antes atrevido, maloliente como un riel.
Entendió que el irrespeto y las risas hilarantes
Solo agravan al instante nuestra pena con más hiel.
Ay muchachos aprendidas tengan estas enseñanzas
No transiten las andanzas del creimiento
antisocial…
No se sientan más que nadie ni las normas desconozcan,
Siempre al otro reconozcan con el gesto más cordial.
Cuando deban, den las gracias y saluden con fe
viva,
De esta forma nunca esquiva les será la sociedad.
Mas si optan por ser fieros, mandamases insolentes
No lo duden que las gentes les dirán su cruel
verdad.
Nabonazar Cogollo Ayala
Agosto 7 de 2013
Madrid (Cundinamarca)