NOTICIA HISTÓRICA: Cualquier día del año de 1994, en alegre y amena tertulia
con ese inolvidable amigo que fue el maestro MANUEL ANTONIO AVENDAÑO CASTAÑEDA,
comentábamos sobre aspectos varios: música, los vallenatos de Carlos Vives,
himnos, etc. Y en esas sonó por la radio, allá en su casa del barrio Santa
Isabel (Bogotá), la hermosa y sentida canción del maestro Rafael Escalona Martínez,
titulada JAIME MOLINA, en la versión
de Carlos Vives. Al calor del bello cantar vallenato yo le dije:
-Maestro, le propongo algo… Si yo me muero
primero, usted me compone una marcha fúnebre, al mejor estilo de la Marcha de
Gounod. Y si es usted quien se marcha primero, yo le escribo un sentido poema In memoriam…
¿Le parece?
-¡Claro, don Nabonazar! Pero otra cosa… si
usted se muere primero, me deja también su carro… ¡ja, ja, ja! Así sería siempre,
eternamente recordado…
-Claro maestro, ja, ja, ja…
Los
años pasaron y el inolvidable maestro Avendaño Castañeda se marchó a las
regiones de la eternidad aquel 1° de abril del año 2009, a la edad de 75 años.
¡Qué duro era tener que cumplir aquella promesa, ofrecida al calor de una
chistosa ocurrencia! Tardé años en reponerme y conseguir el necesario
equilibrio emocional para poderlo acometer. Finalmente le escribí el poema
prometido. Aquí está. Es una forma de hacerlo inmortal en las letras. Dios lo
tenga en su santo reino hoy y siempre, inolvidable amigo y padrino de
matrimonio. Amén. NCA
MAESTRO: MAUEL ANTONIO AVENDAÑO CASTAÑEDA (Q.e.p.d.) |
HOMENAJE AL MAESTRO MANUEL ANTONIO AVENDAÑO CASTAÑEDA
Por: Nabonazar Cogollo Ayala
-I-
Manuel
Avendaño fue el genio del piano,
El
niño prodigio que al mundo asombró…
Un
hombre menudo de ser soberano
Que
en teclas sonoras laurel conquistó.
Nació
en el hogar de Don Pedro Avendaño
Y
de Guillermina, de sexto nació.
Perdió
la visión por insólito daño
Empero
la luz en su ser floreció.
Nació
en Sogamoso, ciudad del acero
Y
el sol, que deslumbra con limpio fulgor.
Las
letras primeras cursó con esmero
En
la capital que acunara su amor.
El
más pequeñito en el noble colegio
Era
Manuelito, su ser cautivó;
A
los compañeros con límpido arpegio
De prístinas risas que a todos les dio.
Un
día al colegio llegó un visitante
Un
gran personaje de lustre y valor.
¡Era
el presidente! Con serio semblante
Manuel
le dedica el discurso de honor.
Tocado
en la fibra el sin par estadista
Lo
abraza y lo besa con gran emoción…
¡Un
millón de gracias! Le dice y palpita
El
alma del niño de gran corazón.
Manuel
va creciendo, su ser se desfoga,
El
piano es su dicha, su gran ilusión.
En
claustro jesuita se ciñe la toga
Del
gran bachiller que se lanza a la acción.
Ingresa
muy joven al Conservatorio
Donde
su talento brilla como el sol.
Estudia
abnegado, se ve su escritorio
Repleto
de apuntes cual oro en crisol.
-II-
Manuel
es modelo de estudio y sapiencia
Y
todos lo imitan en la Facultad.
Sus
dedos de oro muestran suficiencia
Tocando
sonatas y fugas de Bach.
El
joven estudia algo más de seis años
Y
sale a luchar en la dura ciudad.
Toca
en matrimonios, toca en cumpleaños
Se
labra una fama ganada en verdad.
Un
día Cupido llegó a su ventana
Y
rosas galanas dejó en el portal…
Una
chica hermosa cual fiel porcelana
Cautiva
a Manuel en el limpio rosal.
Manuel
y Teresa se casan, la vida
Da
un giro en ascenso hacia la inmensidad…
Nacen
cuatro niños, la unión bendecida
Da
frutos radiantes de fe en mocedad.
Fue
Martha primera, cual sueño adorado
Que
alegra a la joven pareja ideal.
Y
Fabio el segundo, llegó señalado
Como
el estudioso de luz eternal.
Y
Cristian Andrés, fue el amor de sus ojos,
Gracioso
cariño de afecto filial…
Más
Alba Mireya le adora de hinojos
¡Es
rosa más dulce que un rico panal!
Manuel
compra casa y adquiere ese piano
Que
añora de joven, como un ideal…
Un
piano alemán que al sonar en su mano
¡Resuena
imponente con voz inmortal!
Ya
tiene renombre en Colombia el pianista,
También
organista y creador musical.
Manuel
Avendaño la altura conquista
Con
su arte armonioso de son celestial.
-III-
Los
años pasaron los hijos crecieron
Manuel
se hizo grande en la fama también…
La
unión amorosa que ayer decidieron
Manuel
y Teresa, dio fin con gran bien.
Y
el gran organista siguió su destino
Ganando
laureles, cumpliendo el deber…
El
sabio maestro fundó con gran tino
Aquella
coral de renombre doquier.
En
su madurez conoció Manuelito
Una
chica dulce de suave querer.
Lucella
Quintero, quien dio un pequeñito
De
amar y dulzura, fue Diego Javier.
Los
últimos años ochenta llegaban
A
la casa grande de Santa Isabel…
Llegó
un jovencito, su rostro bañaban
Grandes
ilusiones de gloria y laurel.
Buscaba
al maestro para que pusiera
En
música el himno de un serio plantel.
Así
se conocen quienes compusieran
Mil
himnos de grado, colegio y vergel.
Llegados
los años noventa el pianista
Le
pide a este joven le ayude al hacer…
La
Tesis que al sabio maestro permita
La
licenciatura que aspira a obtener.
Así
se conocen Manuel y el letrista
Con
quien grandes obras surgen en tropel.
El
Título llega y el sabio pianista
Logra
un nuevo escaño cual alto escabel.
El
noventa y siete trajo un desafío
Que
juntos prometen con gloria vencer.
Hacer
del Cesar un cantar hecho río,
Un
canto que exprese esa tierra en su ser.
-IV-
El Himno al Cesar
se escribió sin tardanza
Manuel
le creó su melódica faz.
Se
manda al concurso, donde la esperanza
Es
grito de euforia y afán pertinaz.
Unánime
dice el jurado en el texto
Del
acta final: “Es el himno triunfal”…
Entre
dieciséis, ganador sin pretexto
¡El
sabio corona un laurel nacional!
La
vida en sus vueltas dio un giro violento
Manuel
viaja entonces a Valledupar.
Junto
con el joven quien va muy contento
En
pos de aquel triunfo, don Nabonazar.
Mauricio
Pimiento es el gran mandatario
Quien
da a los autores del Himno al Cesar…
El
premio feliz cual honroso palmario
De
amor a esa tierra de airoso cantar.
Así
Manuelito pisó con grandeza
El
mundo del triunfo con gloria inmortal.
Entró
al historial del Cesar, la belleza
Del
himno es corona de luz celestial.
Manuel
se nos fue cual farol en la altura
Lleno
de grandeza y virtud sin igual.
¡Dejó
cinco hijos, su viva figura!
¡Dejó
su legado de luz musical!
Su
gran ascendiente jamás lo olvidamos
Tampoco
esa obra de ser colosal.
Arreglos
corales y un himno que amamos
Por
ser de sus luces el hijo inmortal.
Más
himnos doquiera de varios colegios,
Canciones
y valses, sentir eternal…
¡Manuel
recordamos, como sortilegios,
Tus
muchas creaciones de acento marcial.
-V-
Tus
hijos te adoran, Manuel siempre amado
Y
como abuelito fuiste sin igual…
Muy
consentidor, el abuelo soñado
Por
esos chicuelos de amor tan filial.
Con
ellos cantabas rondas en el piano
También
villancicos en la navidad.
Los
niños miraban como de tus manos
Brotaban
canciones con facilidad.
Jugabas
con ellos como un pequeñuelo
Fuiste
compañero de juego a la par.
Cantabas,
reías, gritabas señuelos
Manuel
esos nietos no te han de olvidar.
El
padre creyente, católico nato
Que
misas tocaba, muy tradicional…
Tú
fuiste ese hombre de juicio sensato
Que
siempre orientaba con fe hasta el final.
Tu
piano en silencio repasa tu ausencia,
La
estancia tus notas extraña a cual más.
Manuel,
le pedimos a Dios dé clemencia
A
tu alma consciente y te ofrezca su paz.
Tu
obra se encuentra en tu archivo guardada
Colombia
impaciente la anhela escuchar…
Tus
hijos verán cómo desempolvada
Renace
a la aurora cual sol tutelar.
Manuel
Avendaño doquiera te encuentres
Imploro
al gran Dios te dé paz celestial.
Y
bañe tu rostro con luces de oriente,
Y
ponga un lucero en tu ser colosal.
Jamás
te olvidamos, tu nombre sonoro
Es
límpida nota de gran majestad.
¡En
el cielo hermoso tus manos de oro
Tocan
el concierto de la eternidad!
Madrid (Cundinamarca)
Enero 11 de 2014