lunes, 22 de septiembre de 2014

SI TE PUEDO LLAMAR MI AMIGO… Por: Nabonazar Cogollo Ayala

SI TE PUEDO LLAMAR MI AMIGO…
Por: Nabonazar Cogollo Ayala
                                                                      
Hola… ¡Qué gusto me da saludarte a ti, que dices ser mi amigo!
Si te puedo llamar mi amigo –y me enorgullecerá mucho que así sea-,
Dame unos breves instantes tan solo para decirte lo siguiente:

Dame tu mano cuando más la necesite, dame toda tu comprensión,
tu sonrisa de sinceridad y tu rostro de amabilidad…
¡Eso es más valioso que todo el oro del mundo!
No me prodigues malos tratos, porque en el mundo a cada instante me encuentro tratamientos descomedidos por parte de los forasteros, pero nunca jamás los espero de ti, que dices ser mi amigo, casi como mi hermano.
No te burles nunca de mis defectos, que los tengo y seguramente en abundancia, ni me hagas objeto de ironía o burla refinada.
Un amigo no hace escarnio de la persona a quien estima, antes por el contrario, la ayuda a fortalecer su autoestima, a creer más en sí mismo y a salir adelante, con la frente en alto.

Si te puedo llamar mi amigo, hazme ver las cosas como realmente son.
Háblame con la verdad, no me digas lo que alabe mi vanidad ni tampoco
lo que a ti te convenga decirme, para obtener favores míos… ¡Que la mezquindad del interés no vicien tus sentimientos ni tu conducta hacia mí!
Si me sabes en un error, pórtate como el amigo que eres y házmelo saber…
¡Te lo agradeceré toda la vida, porque de esa forma andaré contigo
por la senda de la verdad y la objetividad!

Si te puedo llamar mi amigo, dime en mi cara lo mismo que dices de mí a mis espaldas. De esa forma me demostrarás toda tu lealtad, porque eres firme y recto como un cedro del Líbano, que no se inclina ante
la cruel tempestad que lo azota y deja sin hojas.
¡Tu ser leal me hará respetarte siempre por tu intachable integridad moral!

Si te puedo llamar mi amigo, nunca jamás me eches en cara los favores que me has hecho ni mucho menos en público… ¡Me duele en el alma que así lo hagas!
No echaré en saco roto que me has servido y en la misma medida, llegado el momento, te devolveré ese favor con otro favor, ojalá mejor
y más significativo que el recibido.


Si te puedo llamar mi amigo, no cambies tu conducta hacia mí
ni te vuelvas esquivo ni engreído cuando andes al lado de reyes,
de presidentes o de multimillonarios…
¡Ello solo me demostrará que me consideras tu amigo ante ciertas circunstancias de la vida,
pero no ante todas, al antojo egoísta de tu conveniencia!  
Déjame ser tu amigo siempre y en todo lugar, no en unos casos sí y en otros no.

Si te puedo llamar mi amigo dame tu respeto a toda prueba, tu atención hacia mi cuando la requiera y tu mejor y más sabio consejo cuando mi mente se halle agotada y cansada por el duro trajín de la jornada. Dame tus luces en medio del temporal de la noche de la vida, en el océano embravecido de los problemas.
La marejada me azotará, pero la luz de tus orientaciones me conducirá hacia puerto firme y seguro, porque tú, mi amigo, me prestarás tus fuerzas para salir adelante, lo cual ciertamente nunca olvidaré.

Si te puedo llamar mi amigo, no me dejes en el suelo tirado cuando el peso de las deudas, las obligaciones y la incomprensión me hayan derrumbado. Lo más seguro es que entonces todos me abandonen y me enseñen sus espaldas.
¡Pero yo esperaré ver con alegría como tú vienes y me ayudas a levantarme
y a retomar la perdida senda de la vida, sin esperar nada a cambio!

Sé y soy consciente que todo lo que acabo de decir es mucho y quizás exigirá de tu parte, un enorme esfuerzo y sacrificio de vida para llevarlo a cabo.
Por eso te digo, si te puedo llamar mi amigo, harás todas estas cosas y las que de ellas se deriven, en desarrollo de una amistad honesta, sincera
y transparente, como el más fino cristal de Bohemia.
Si no me es dado llamarte mi amigo, serás entonces un conocido más, un compañero, un condiscípulo, un pariente lejano o quizás un hermano biológico;
pero nunca serás mi amigo; porque el que tiene un amigo, tiene un tesoro
y sé que ese valiosísimo tesoro conformado por las preciosas gemas de los más depurados valores éticos y morales, no se halla a la vuelta de la esquina y que es muy codiciado y por ello mismo es también muy escaso en el mundo.

Prosigue entonces tu camino, que yo proseguiré también el mío, en la paz del Altísimo, del más Sabio de los sabios, del Ser de los seres.
¡Que el Señor te bendiga y te dé a ti también la paz, hoy y siempre,
Y te permita hallar un amigo como el que yo ando buscando en el mundo!
Amén

 Madrid (Cundinamarca), septiembre 7 de 2014

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