EL APORTE REGIONAL A LA LUCHA DE LA INDEPENDENCIA Y LA CREACIÓN DE
LA REPÚBLICA DE COLOMBIA
Por: Nabonazar Cogollo Ayala
Declaro que
establecida la República en forma segura,
rehusé cobrar
recompensas y adquirir honores por mis servicios
prestados y los de mi
familia, a pesar del brindis
del General Francisco
de Paula Santander…
MARÍA DE LA CONCEPCIÓN
LOPERENA DE FERNÁNDEZ DE CASTRO
(Testamento, 1º de
febrero de 1835, hacienda El Limonal. Valledupar)
En el seno de la entonces Provincia de Santa Marta, que se extendía en
tiempos coloniales allende las líneas limítrofes de los departamentos actuales
del Cesar, Magdalena y la Guajira; se gestó en la señorial Valledupar a partir
de la segunda década del siglo XIX (1812 – 1813 y ss.), con la decidida participación
de patriotas de El Paso, Chiriguaná, La Jagua de Ibirico, Tamalameque y
Becerril entre otros, un movimiento rebelde de apoyo al proyecto republicano de
libertad absoluta, que Simón Bolívar (1783-1830) fomentaba en la zona como una
forma de apoyar a los cabildistas de Cartagena de Indias. Este apoyo a la causa
republicana empezaría a reemplazar en el sentir de las gentes de la región, el
ancestral afecto realista, de sólida raigambre colonial, por el apego al ideal de la república, que
echaría los cimientos del futuro Estado y de los valores intrínsecos que
habrían de servirle de fundamento. ¿Cómo se iniciaría dicho proceso? ¿De qué
manera los futuros cesarenses, fuertemente apegados a sus tradiciones y amantes
del ideal libertario; aportarían al ideal republicano? Permítasenos que el hilo
de los tiempos nos lleve a presenciar el proceso de conformación histórica de
la estructura socio-cultural de la región, como una forma de asistir a la constitución
misma del ser, el sentir y el pensar de las actuales gentes del Cesar, el Magdalena y la Guajira;
hasta desembocar en los tiempos de la independencia, con toda su compleja
dinámica.
§ 1. PROCESO DE HISPANIZACIÓN DE SANTA MARTA Y VALLEDUPAR. El primer
gobernador de la Provincia de Santa Marta según noticia de los cronistas habría
sido el propio Don Rodrigo de Bastidas y Galván (1460? – 1526) quien habría
fundado la ciudad el 29 de julio de 1525, “día
de Santa Marta, cuyo nombre puso a la ciudad”.
Sobre el particular dice el también cronista don Juan de Castellanos en sus Elegías de Varones Ilustres de Indias,
lo siguiente:
Los indios de la tierra
principales
Y aun todos los demás eran
muy ricos,
Pues solían hallar tiempo
pasado
Entre ellos cuantidad de oro
labrado (sic).
Y ansí con este cebo los
varones (sic)
Primeros encorrer estas
partidas, (sic)
Rescataban de paz por los
ancones
Y volvían las bolsas
proveídas: (sic)
Fue principal en estas
ocasiones
El capitán Rodrigo de
Bastidas,
Que en Haití, do tenía su
reposo,
Se hizo con los tractos
caudaloso. (sic)
(…)
Años de veinte y seis sobre
quinientos
Llegó con buena copia de
soldados,
Tan escogidos para sus
intentos
Que fueron con razón
solemnizados,
Y en las entradas y
descubrimientos
Ningunos en valor más
señalados:
Día de Santa Marta tomó
puerto,
Y este nombre le dio común
encierto. .
(sic)
Bastidas
habría acordado pactos de paz con los
principales caciques indígenas tanto al norte como al sur de la Provincia de
Santa Marta (Gaira y Taganga, respectivamente), luego de haber dispuesto su
evangelización. El ansia desmedida de oro por parte de los hombres de Bastidas
llevó a que una conjura de aquellos perpetrara contra el gobernador un intento
de asesinato, lo que se materializó en varias puñaladas propinadas a Bastidas
durante la noche, quedando milagrosamente vivo; por lo cual éste determinaría
delegar la gobernación y huir a Santo
Domingo en la isla La Española
donde murió un año después a causa de dichas heridas. Asumiría la gobernación
en Santa Marta don Pedro Badillo, quien continuaría la obra de expansión territorial, aunque
posteriormente sería relevado por García de Lerma, por decisión del emperador
Carlos V en 1528. Desde Santa Marta se habría llevado a cabo consiguientemente el
despliegue conquistador y fundacional hispánico, tanto hacia el interior del
país, como hacia las naciones o tierras de los indígenas adyacentes a Santa
Marta. Dichas naciones indígenas eran en el siglo XVI las siguientes, según el
criterio del historiador Simón Martínez Ubarnes:
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NACIONES INDÍGENAS
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UBICACIÓN SEGÚN LA ACTUAL
DENOMINACIÓN
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1.
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Provincia de Eupari,
subdivida en los pueblos de: Los Socuigas y Los Eupari o Upar (de estirpe
chimila).
|
El sur de la Guajira y el
Nororiente del Cesar
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2.
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Provincia de Chiriguano. Subdividida en los pueblos indígenas de: Los
Tupes, Los Pampanillas, los Chiriguanáes y los Samirúa.
|
Franja del río Zatzare
(Cesar) hasta las estribaciones de la cordillera de Perijá; incluyendo Santa
Ana de los Tupes y Chiriguaná. Actuales territorios de los territorios
cesarenses de: El Tupe, Tocaimo, San Roque de Chiriaimo, San Diego, El
Pueblito, Becerril, Chiriguaná y El Rincón.
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3.
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Provincia de Pocabuy o Pacabuy.
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Sur del actual municipio de Chiriguaná, hasta territorios de la
ciénaga de Zapatosa; tierras de los indígenas: curumaníes, los Dubeyes (Motilones)
y los de Saloa.
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4.
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Provincia
Malibú.
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Costado noroccidental de la ciénaga de Zapatosa y un tramo del río de la Magdalena;
actuales municipios de El Banco (Magdalena), El Paso, Chimichagua y
Chiriguaná.
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5.
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Provincia de Mosquito. Subdividida en los pueblos de: Los
Tamalaguatacas, los Tamalameques, los Buturamas, los Chitareros y los
Hacaritamas.
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Extremo sur del Departamento del Cesar.
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6.
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Provincia de los Chimilas. Subdividida en los pueblos de: Los Yarés y
los Tomocos.
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Noroccidente del Cesar, en territorios de los municipios de:
Bosconia, Astrea y El Copey.
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7.
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Provincia de los Arhuacos, Macongana y Taironaca.
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Territorios del centro y el sur de la Sierra Nevada de Santa Marta.
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El proceso de incursión española fue cruento y escribió páginas de dolor
inenarrable para los pueblos ancestrales de las riberas del Magdalena, la
ciénaga de Zapatosa y el área fluvial de continuos desbordamientos del sur de
la depresión momposina. La mayoría de las naciones indígenas referenciadas eran
ceramistas y orfebres, por lo que trabajan primorosamente el oro en calidad de
ofrendas votivas a sus dioses, generalmente astrales o vinculados al culto al
agua. La Ciudad de los Santos Reyes del
Valle de Upar habría sido fundada legalmente y de manera definitiva el 6 de
enero de 1550, el mismo año en que se creaba en Santa Fe la Real Audiencia en
Santa Fe, por lo cual algunos historiadores consideran dicho año como el inicio
formal de la Colonia en nuestro país y el fin del proceso de conquista en la
mayor parte de sus territorios. La incursión hispánica en la nación Chimila no
fue fácil y llevó poco más de un siglo su proceso de sojuzgamiento el cual se logró solo parcialmente. El
conquistador español y gobernador de Santa Marta don Lope de Orozco y sus
tropas se enfrentaron contra el resuelto cacique chimila Sorlí en el año de
1583 y al parecer los hispanos fueron derrotados por hábil traición y engaño
del mencionado cacique, quien les habría prometido a los hispanos grandes
raciones de oro. Posteriormente el también gobernador de Santa Marta, don Diego
de Olivares perpetraría un segundo intento de dispersar la nación Chimila y
adueñarse de sus vastos terrenos en el año de 1680, con similar resultado. El
cacique Tamalaguataca (quien ostentaba el título nobiliario local de Gran Cacique) se enfrentó contra las tropas del Licenciado
Juan Gallegos quien era uno de los hombres del gobernador don Pedro Fernández
de Lugo. Los indígenas ribereños, expertos en el arte de emponzoñar, le
clavaron una flecha envenenada con el zumo del barbasco, a Gallegos en un ojo.
Valga anotar que el Gran Cacique recibió el apoyo militar efectivo de varios otros
señores principales de la zona, como fueron los caciques: Pencellón, Mompox,
Tamaísa Zambo, Chingalae, Cimití, Maca, Chocorí, Chuquícoque y Talaígua.
Los hispanos fueron abatidos por esta confederación indígena de las riberas del
Magdalena, aunque ello no sería definitivo. El curso de la historia no daría
marcha atrás y la superioridad numérica y en calidad de armas de los hispanos
acabaría por imponerse. A continuación el cuadro de las fundaciones cesarenses
procedentes del siglo XVI:
LAS FUNDACIONES MÁS ANTIGUAS DEL CESAR
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NOMBRE DE LA FUNDACIÓN Y AÑO
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FUNDADOR (ES)
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1.
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Chiriguaná, 1530? / 1545?
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Pedro Juan de Hernández
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2.
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Tamalameque (San Miguel de
las Palmas de Tamalameque), 1545?/ 1680?
|
Pueblo de indígenas, tuvo varios actos de
fundación y varios fundadores. Tradicionalmente se dice que fue Lorenzo de
Martín en 1544.
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3.
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Valledupar, 1550. (Ciudad de
los Santos Reyes del Valle de Upar).
|
Capitán: Hernando de Santana.
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4.
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Río de Oro, 1568.
|
Alférez Mayor: Mateo Corzo,
Capitán: Juan de Gálvez Caballero y
la Sra. Catalina de Gálvez Caballero.
|
5.
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González o Burgama, 1570. (La Loma
de González)
|
Colonizada por varias familias españolas
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6.
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Gamarra, 1583.
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Capitán: Lorenzo Fernández de Rojas
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7.
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Becerril del Campo, 1594
|
Bartolomé de Aníbal Paleólogo y Becerra
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§ 2. PERÍODO DE LA COLONIA EN LA PROVINCIA DE SANTA
MARTA
La ciudad y su término territorial homónimo empezarían su lento proceso de
población mientras la dinámica colonial con su proverbial lentitud se
desarrollaba. Santa Marta fue convertida en el segundo puerto en importancia de
la Nueva Granada o “Puerto Menor”, después del activo puerto de Cartagena de
Indias. Las tierras provinciales eran netamente agrícolas y pecuarias, pese a
lo árido del terreno en algunas zonas. Las tierras aluviales servían para la
producción pecuaria al por mayor, aun cuando la introducción de razas óptimas
para la tierra y lo duro del clima se daría muy tardíamente. También se
extraían maderas finas de exportación (caobos, gateados, ébanos, granadillos,
nazarenos, cedros, robles y guayacanes), tanto en las actuales tierras del
Cesar como en la Guajira. Se cultivaba en toda la región: caña de azúcar, maíz,
algodón, yuca y algunos frutales. El cultivo del algodón y la caña de azúcar
fue introducido por los españoles durante el transcurso de las primeras décadas
de la colonia
§ 3. LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA
A raíz de la incursión de Napoleón Bonaparte (1769 -
1821) en España en el año de 1808, lo que significó el encarcelamiento en
Bayona de Carlos IV (1748 - 1819) y el infante Fernando, quien posteriormente
sería Fernando VII (1784 - 1833); y la proclamación de José Bonaparte (1768 -
1844) como nuevo rey de España, se desencadenarían los hechos de rechazo al rey
usurpador tanto en España como fuera de ella. Este fue el inicio de las guerras
independentistas, tanto de los españoles respecto de la Francia Napoleónica;
como de las colonias hispanas en América respecto de la España dominada por
Bonaparte. En España el pueblo madrileño capitaneó el alzamiento nacional en
armas contra los guardias de Napoleón, son tristemente célebres los sucesos del
2 de mayo de 1808 inmortalizados en el lienzo por el célebre pintor Francisco
de Goya y Lucientes (1746 – 1828). En Cádiz y otras ciudades españolas se
formaron Juntas de Gobierno leales al cautivo Fernando VII y abiertamente
antibonapartistas, pero la principal de ellas fue la Junta Central de Gobierno o Junta de Regencia, capitaneada por el
Conde de Floridablanca, con sede en Sevilla de donde luego huyó a la isla de
León, siempre perseguida por las tropas de Napoleón. En el Virreinato de la Nueva Granada se
tendría noticia de los graves hechos de la península y el virrey don Antonio
Amar y Borbón (1742 - 1826) reconoció a la Junta
de Regencia como depositaria de los poderes de Fernando VII cautivo en la
ciudad francesa de Bayona. La guerra de liberación en España transcurrió con
reveses para ambos bandos hasta el punto que en 1810 la Junta de Regencia determinó enviar Comisarios Regios a las colonias de América en busca de apoyo
económico y militar, de ser posible, para la liberación de Fernando, a quien ya
apodaban “el deseado”. A Cartagena
llegaría el militar criollo y capitán de fragata de la Real Armada, don Antonio
de Villavicencio (1775 – 1816) quien autorizaría en dicha capital la formación
de una Junta de Gobierno similar a la
de Sevilla, lo cual generó malestar e inconformidad entre la población hispana
de la ciudad y aun en la capital del
virreinato. A la ciudad de Quito
llegaría el también criollo don Carlos Ramírez Montúfar (1780 – 1816), Marqués
de Selva Alegre; y el resultado fue idéntico, con la consiguiente proclamación
de la Junta de Quito. Una vez Villavicencio
llegó a Santa Fe los criollos más prestantes se convocaron alrededor del Comisario Regio para obtener de él
prerrogativas similares a las de sus homólogos cartageneros. No obstante la
autorización para la conformación de la Junta de Gobierno capitalina debía
emanar del propio virrey, quien se mostró renuente a ello quizás porque veía de
esa forma desconocidos sus derechos y prerrogativas como máxima autoridad
local. Los hechos subsiguientes son
harto conocidos y no nos detendremos mucho en ellos por cuanto centrará nuestra
atención la participación cesarense en el proceso de formación y consolidación del proyecto político
República de la Nueva Granada, que a partir de 1863 asumiría el nombre de
Colombia por inspiración netamente bolivariana. La República de Colombia tal y
como la conocemos en la actualidad es producto directo de lo que anteriormente
fuera la República de la Nueva Granada, aun cuando es necesario acotar que la
república neogranadina contaba con un territorio un poco mayor que el actual. Los sucesos autonomistas del 20 de
julio de 1810 en Santa Fe fueron lentamente conocidos en diferentes lugares de
la geografía nacional, donde patriotas locales contagiados del fervor
cabildista, conformaron en algunos casos Juntas de Gobierno similares a las de
Cartagena y Santa Fe, que proclamaron o bien la adhesión al monarca Fernando
VII prisionero en Bayona y la rebeldía contra el usurpador Bonaparte en el
trono español. O bien el desconocimiento de la Junta Central de Sevilla. Estos
casos se dieron en: Rionegro (Antioquia), Santa Fe de Antioquia, Santa Cruz de
Mompox (6 de agosto de 1810), Cartagena (11 de noviembre de 1811), Pamplona (4 de julio de 1810), Cali (3 de
julio de 1810), entre otras.
¿Cómo se asumieron los hechos de la declaración
de autonomía local del virreinato en la Provincia de Santa Marta?
Reinaba en buena parte del término territorial samario un indeclinable
sentimiento realista, por lo cual se puede afirmar que las reacciones
generalizadas fueron adversas al cabildismo local, con algunas excepciones como
ya lo veremos. En el casco urbano de
Santa Marta y en los predios hacendísticos aledaños, se había levantado una poderosa
élite española poseedora de títulos nobiliarios peninsulares, que durante
siglos había detentado posiciones envidiables de privilegio tanto en fortuna
personal como en influencia política. Se estima que hacia la primera mitad del
siglo XIX Santa Marta contaría con 20 familias principales, entre las cuales se
repartían los cargos locales de importancia.
Cuando llegaron a Santa Marta en 1810 las noticias del desconocimiento del
gobierno español napoleónico y aun de la Junta
de Regencia, la reacción fue de rechazo, aun cuando algunos sectores
patriotas locales apoyaron clandestinamente a los autonomistas santafereños.
Hubo manifestaciones de airada protesta entre realistas y militares locales
cuando se conoció la noticia que el Virrey don Antonio Amar y Borbón había sido
separado del cargo, junto con la virreina, Doña Francisca Villanova; por parte
de la Junta de Gobierno de Santa Fe. El 10 de agosto un grupo de ciudadanos se
reunieron en la denominada Casa
Consistorial y convocaron un cabildo abierto, similar al santafereño, con
el ánimo de conformar una Junta de
Gobierno local que apoyara interinamente al Rey Fernando VII encarcelado por
Napoleón Bonaparte. La conformación de dicho cuerpo colegiado quedó establecida
con la siguiente participación: El Gobernador Víctor Salcedo quedó en calidad
de presidente y Don José Munive, como vicepresidente. En calidad de vocales
quedaron: Antonio Viana, Basilio García, Pedro Rodríguez, Rafael Zúñiga, el
Teniente Coronel José María Martínez Aparicio, José Ignacio Díaz Granados,
Manuel María Dávila de Narváez,
Francisco Díaz Granados y Esteban Díaz Granados.
Esta nueva Junta de
Gobierno juró con la mano puesta sobre los Evangelios la siguiente fórmula pro realista:
“Juramos derramar nuestra sangre y
sacrificar nuestras vidas en defensa de nuestra religión católica, apostólica y
de nuestro muy amado Soberano, el señor Don Fernando VII y defender la libertad
y seguridad de la patria”. Algunos meses después, al año siguiente, se sabría que el cabildo local de Cartagena de
Indias había dado un paso más audaz que el de Santa Fe y el 11 de noviembre de
1811 había declarado la independencia absoluta de España, lo cual rompía con
todas las consideraciones y miramientos debidos a la Corona y ponía en el
tapete de la política neogranadina la
posibilidad de la independencia. El partido realista samario enfiló baterías a
partir de entonces contra Cartagena, a cuyos patriotas juzgaba como traidores a
Dios, a la patria y al Rey. La pequeña Santa Cruz de Mompox había declarado
igualmente la independencia absoluta de España el día 6 de agosto de 1810, aun cuando dicho
hecho no fue de la trascendencia del de Cartagena, por tratarse esta última de
la capital provincial. Los propios cartageneros lo desconocieron y aun
intentaron reprimirlo sin mucho éxito.
§ 4. LOS HIJOS DEL CESAR APORTAN A LA NACIENTE
FORMACIÓN DEL PAÍS
La
colonial Valledupar era, guardadas las proporciones, una réplica de su homóloga
Santa Marta, aun cuando con algunas especificidades derivadas de su marcada
influencia indiana dada su proximidad al país de los arhuacos y sus
descendientes, lo mismo que por haberse erigido en tierras de la legendaria
nación de los guerreros indígenas Chimilas; de quienes había recibido durante
siglos el constante asedio debido al odio secular que estos guardaban contra el
robo y pillaje de los primeros
conquistadores españoles, hacia el siglo XVI. El primer Castro en llegar a Valledupar había
sido don José Manuel Fernández de Castro quien contraería nupcias con la futura
heroína valduparense María de la Concepción Loperena Ustáriz quien cultivaría
una gran amistad con el coronel venezolano Simón José Antonio de la Santísima
Trinidad Bolívar y Palacios, el futuro libertador. Los Araújo habían llegado de
España a Santa Marta, aun cuando una rama de ellos pasaría a Valledupar,
encabezada por el coronel Araújo quien se establecería en una extensa hacienda ganadera
en inmediaciones de la Sierra Nevada y la cordillera de Perijá. En tiempos de
la independencia se habrían asentado igualmente los Pavajeau, su más lejano
antepasado es el médico francés Tomás Pavajeau quien se radicaría en
Valledupar, procedente de la región francesa de Nantes y habría llegado
procedente de Jamaica donde quizás habría tenido contacto breve con Bolívar,
con quien según se cree habría cultivado una estrecha amistad. Los Zuleta habrían llegado procedentes de
Jerez de la Frontera en tiempos de la conquista, acompañando al Gran Mariscal
Jorge Robledo y una rama se asentaría en Santa Marta, de donde habrían pasado
posteriormente a Valledupar. Es de
anotar igualmente que el término territorial valduparense recibió la corriente
migratoria de negros cimarrones provenientes tanto de Maracaibo como de la
Villa de Mompox, durante los siglos coloniales, lo cual determinó el
surgimiento de una trietnia con fuerte arraigo local, marcado especialmente por
el sentimiento hispánico; aunque con marcada tendencia libertaria propia de los
cimarrones y sus descendientes. La
nación Chimila pervivía pese a todo y resguardaba su territorio que se extendía
desde inmediaciones del actual municipio de Plato (Magdalena) y parte de las
tierras samarias, hasta Tamalameque (Cesar). Esta franja territorial denominada El corredor del Cesar resultó prácticamente impenetrable en tiempos
coloniales y aun de la república. Procedentes de Santa Cruz de Mompox se habrían
asentado en actuales tierras del Cesar, prestantes familias latifundistas como
los Mier y Guerra, los Gutiérrez de Piñeres, la familia Pupo y los Tres
Palacios, entre otras. El sistema de haciendas prosperó en tierras centro
cesarenses, ante el evidente fracaso del sistema de encomiendas que intentó ser
introducido durante la colonia. Los
centros urbanos más importantes en la zona en tiempos de la primera
independencia eran: Valledupar, Valencia, Becerril, El Paso y Chiriguaná. Sobre
el río Magdalena: Tamalameque y el asentamiento de Puerto Real posteriormente
destruido por los indígenas. En tiempos de la independencia los asentamientos
urbanos o semi urbanos satélites de Valledupar eran los siguientes:
ASENTAMIENTOS URBANOS O
POBLADOS ALEDAÑOS A VALLEDUPAR
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CABILDO,
MUNICIPALIDAD, POBLADO O DOCTRINA
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DATOS HISTÓRICOS
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1.
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San Ángel
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Fundada
en 1580 por órdenes del gobernador Lope de Orozco, como estrategia para
neutralizar a los aguerridos Chimilas y Tupes. Fue levantada en el corazón mismo
de la nación Chimila. Aun hoy en día subsiste.
|
2.
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Villa de Becerril de Campos
|
Fundada
el 4 de enero de 1593 por Bartolomé de
Aníbal Paleólogo y Becerra como ya antes lo habíamos anotado.
|
3.
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Villa del Paso del Adelantado
|
Tuvo
su origen en una encomienda a cargo de Bartolomé de Aníbal Paleólogo y
Becerra, la que posteriormente se convertiría en hacienda familiar, como era
costumbre en la época. Se habría formado en 1602.
|
4.
|
Villa del Dulce Nombre de Jesús,
posteriormente llamada Pueblo Bello
|
Población
fundada sobre la base de un pueblo de indios, por el capitán Antonio Flórez,
hacia el año de 1589. Del poblado original saldría el vecino pueblo de
Valencia de Jesús.
|
5.
|
Villa de Valencia de Jesús
|
Escindida
de Pueblo Bello y refundada en tierras de los indios arhuacos, hacia el año
de 1590, por el capitán Antonio Flórez.
|
6.
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Villa de San Sebastián de
Rabago (Nabusimake)
|
Centro
ceremonial indígena en estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta. Organizada
en fundación hispánica hacia 1570 aprox., por Fray Silvestre de la Bata.
|
7.
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Villa de San Juan del Cesar
|
Fundada
en 1700 por el capitán valduparense Salvador Félix Arias.
|
8.
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Villa de San Lucas de El Molino
|
Población
hispánica levantada sobre un sentamiento indígena de la etnia de los bravíos
Cariachiles. En principio fue encomienda del Marqués de Valde-Hoyos. Data del
siglo XVI.
|
9.
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Villa de San Agustín de
Farias de Fonseca (o de los Cariachiles)
|
Parroquia
o sitio de doctrina de la parroquia de Valledupar, en tierras de indios.
|
10.
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Villa de Santa Cruz de
Urumita
|
Sitio
de doctrina de indios, erigida en el año de 1739 por el licenciado Francisco
Baquero. Era dependencia parroquial de Valledupar.
|
11.
|
La Jagua del Pilar
|
Poblado
ligado en calidad de corregimiento al cabildo de Valledupar. Fue erigido en
poblado a partir de la población indígena local, en tierras de la hacienda El Limonal, de María de la Concepción
Loperena de Fernández de castro; quien se reputa como su fundadora. Actualmente
es municipio guajiro.
|
12.
|
San Diego
(Villa de San Roque de
Chiriaymo)
|
Encomienda
del capitán español Don Diego de Nevado (Diego Pata). Fundado en 1697 en
calidad de encomienda.
|
Como se puede apreciar, Valledupar había sido en tiempos
coloniales centro neurálgico de expansión de la colonización hispánica en el
valle de los ríos Cesar, Guatapurí, Ariguaní y el sector cenagoso formado por
el río Grande de la Magdalena, en un tramo importante de su recorrido y zona de
irrigación hídrica.
¿Cómo se asumió en la Ciudad de los Santos
Reyes del Valle de Upar la noticia de la independencia tanto cartagenera como
santafereña y la contra reacción samaria?
En las casas del marco de la plaza habitaba la élite hispana o hispano
descendiente de la creciente ciudad colonial. Los cargos principales del
cabildo eran detentados entonces por designación directa desde la metrópoli
samaria, entre los Castro, los Araújo, los Valdés y los descendientes del
fundador legal el Capitán Hernando de Santana, entre otras familias prestantes.
Es de suponer que dichas familias habrían sido afectas al sentimiento realista
imperante en Santa Marta, ello en razón de sus posiciones de privilegio tanto a
nivel económico como político; y de que tenían la representación del gobierno
peninsular. Algunos historiadores
locales han afirmado que Valledupar se convirtió en un foco de resistencia
patriótica, contra el denodado realismo tanto samario como de Riohacha
y que el sentimiento republicano se habría anidado en el sentir popular, donde
la figura atávica, legendaria y paternal del rey habría venido a menos en las
últimas décadas, en función de un proyecto político republicano afín al ideal
revolucionario francés y al modelo norteamericano. El historiador cesarense Tomás Darío Gutiérrez
Hinojosa afirma que en Valledupar, una vez sabida la noticia de la insurrección
cartagenera y santafereña:
Se quemaron las armas
del Rey y se impuso pena de muerte a quien comerciara con (la realista)
Riohacha
Esta es una tesis novedosa, poco
conocida en la historiografía local, la cual es de suyo atrayente y amerita ser
más ampliamente documentada, aunque en parte lo ha sido. La postura tradicional
de los historiadores, tanto colombianos como foráneos sostiene que Valledupar,
de manera similar a Santa Marta y Riohacha, era abiertamente realista. En este sentido se pronuncia la historiadora
francesa Christiane Laffite Carles cuando afirma lo siguiente:
(El coronel
Mariano) Montilla tuvo que enviar (en
1820) 500 hombres a Valledupar, logrando
ocupar la región rápidamente pese a los caminos poco transitables y a una
cierta reticencia de sus habitantes, enemigos de la Independencia.
Somos de la postura que en Valledupar, a semejanza de Santa
Marta, Chiriguaná, Rio Hacha, Tenerife, Mompox, y la propia Cartagena, se habían formado dos
facciones políticas claramente contrapuestas ante los últimos acontecimientos:
una, liderada por hispanos e hispano descendientes afines al sentimiento
monárquico y abiertamente antirrepublicanos.
Esta facción recibiría el apoyo de un sector importante de la población a la
cual se sumaba una buena parte del estamento indígena, por cuanto la figura ancestral
del Rey era muy fuerte en el sentir popular y se había alimentado durante más
de doscientos años. Es preciso recordar que las leyes de la Corona tanto de Castilla
(en principio) como de la posterior España unida (1517 y ss.), se inclinaron a
favor del indígena, lo cual se cumplió -aun cuando fuera solamente en parte-,
de ahí el sentimiento realista de los indígenas. Otra
facción sería la netamente republicana, conformada por criollos ilustrados
locales, educados en Europa, afines al ideal revolucionario francés, acicateado
con los ejemplos revolucionarios tanto de Haití en las Antillas, como de los
Estados Unidos de América. La historiadora colombiana Margarita Garrido apoya
la tesis de Tomás Darío Gutiérrez Hinojosa, en los siguientes términos:
En septiembre de
1810 los cabildos de Tenerife, Guaimaro, Sitio Nuevo, San Antonio y Remolino se
adhirieron a la política de la Junta de Santa Marta. En noviembre dicha junta
envió sus comisionados a estos pueblos y en los de Santa cruz, San José, Penón
y Pedraza para afianzar el amor a la causa del Rey y a solicitar que eligieran
diputados. A pesar de ellos en varias poblaciones y en Valle Dupar un buen
número de vecinos deseosos de unirse a la causa patriota y a la Junta de Santa
Fe. En 1811 la Junta Suprema mandó misivas a los cabildos de la provincia
tratando de sustraerlos de la lealtad a Santa Marta y aunque no logró mucho,
se decía que en Valledupar y Valencia de Jesús no se obedecía a Santa Marta.
Chiriguaná se separó de Tamalameque, El Banco formó gobierno autónomo.
Es
de anotar que el naciente sentimiento republicano llegó en principio a nuestras
tierras bajo la figura de una abstracción intelectual de cuño filosófico y
político afrancesado, lo cual generaba el natural e instintivo rechazo de las
gentes sencillas, poco o nada versadas en ideas políticas de la vanguardia ilustrada
francesa. Fue preciso por parte de los criollos ilustrados adelantar todo un
proceso de educación política del pueblo a gran escala durante varias décadas,
para que la figura del rey fuera lentamente reemplazada en el sentir de las
gentes sencillas, por el de la república. Proceso este en el cual tomó parte
muy activa el propio Libertador Simón Bolívar una vez consolidada la República
de Colombia en 1819. Resulta muy significativo
a este respecto su pronunciamiento sobre la educación popular ante el Congreso
de Angostura, el 15 de febrero del citado año. Veamos un breve aparte:
La educación popular
debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del congreso. Moral y Luces
son los polos de una república; moral y luces son nuestras propias necesidades.
Retornando
al año de 1810 y a la pregunta que originalmente nos ocupa, tenemos lo
siguiente: La ciudad de Rio Hacha fue afecta desde los primeros años de las
guerras independentistas al monarca ibérico. La rebeldía cartagenera
antimonárquica, avivó entre los riohacheros el sentimiento de adhesión
incondicional a Fernando VII y el rechazo, al cual adherirían igualmente los
municipios sureños, a saber San Juan, Fonseca y Barrancas. El 21 de mayo del año de 1810 se dio en Valledupar una
revuelta popular que se habría tomado el poder, destituyendo al alcalde
virreinal, el Marqués de Valde -Hoyos, para entronizar en su lugar una Junta de
Gobierno de inspiración autonomista republicana, la cual gobernó durante varias
semanas. De este hecho perviven como
únicas pruebas documentales a la fecha los
dos informes ordinarios remitidos sobre el particular, al virrey por parte del
alcalde encargado, Vicencio Ruiz de Gómez, quien había reemplazado al fugitivo Marqués
de Valde-Hoyos en el gobierno –simbólico- de la ciudad. Unos breves apartes del
primero de dichos documentos, son los
siguientes:
… anoche (21 de mayo
de 1810) más de cuatrocientos vecinos de los barrios de la ciudad, se alzaron
contra las autoridades reales, dando bajos al alcalde Marqués de Valde-Hoyos,
al Exm. Virrey y mueras a S.M. Fernando VII. Como no había suficiente fuerza
pública se pidió refuerzos a san Juan, para que las autoridades de allí
vinieran en otra ayuda, sin conseguir hasta ahora apoyo. El bajo pueblo está
gobernando y todos los servidores públicos están huyendo, esperando que con
fuerzas públicas (sic) restablecer la autoridad, pues hasta ahora no se ha
podido convencer a los caporales y cabecillas locales. Es conveniente enviar
fuerzas para acabar con el alzamiento, porque de lo contrario se recibirán
maltratos y hechos deplorables. Dios Guarde a usted muchos años. Vicencio Ruiz
de Gómez, encargado de la alcaldía por ausencia del Sr. Marqués.
Los cabildistas valduparenses habrían gobernado la
ciudad desde el 21 de mayo de 1810 hasta el mes de junio del mismo año, puede
ser que un poco más allá. A juzgar por el siguiente informe de Ruíz de Gómez,
fechado en Valledupar el 2 de junio, en
el cual informa “No se ha podido
restablecer el orden real. El alcalde
Valde-Hoyos está escondido. No hay víveres y la situación está como estaba en
el mes pasado…”.
Este singular hecho confirma definitivamente la tesis según la cual los
valduparenses apoyaron el proyecto autonomista local tanto de Cartagena, como
de Mompox y de Santa Fe, en un hecho hasta ahora desconocido en la historia
nacional. Así lo presenta el historiador cesarense Tomás Darío Gutiérrez
Hinojosa, apoyado en documentos del archivo del historiador Pedro Castro Tres Palacios
y de las pesquisas documentales en el Archivo General de Indias (AGI) en
Sevilla (España), adelantadas por el historiador colombiano Ernesto Restrepo
Tirado. No obstante por la trascendental importancia
que el hecho reviste tanto para nuestra historiografía local como para la
historia nacional, se hace de imperiosa necesidad indagar más a fondo en busca de mayores
pruebas documentales que confirmen este singular hecho de nuestra autonomía
republicana local. Tarea esta que habrán de asumir los hijos del Cesar como una
forma de indagar en el pasado los hechos que han aportado a la conformación de
nuestra actual identidad, socio cultural y política.
4.1. MARÍA DE LA CONCEPCIÓN LOPERENA USTÁRIZ DE
FERNANDEZ DE CASTRO
Resulta innegable que el
proyecto republicano tuvo en la ciudad de Valledupar a su más destacada y
efectiva exponente, la señora María de la Concepción Loperena Ustáriz de
Fernández de Castro (1758?- 1835?), quien ha sido llamada con toda justicia “la Heroína Vallenata”, aun cuando el
resto del país desconoce sus memorables hechos. ¿Por qué razón una mujer de
estirpe netamente española, decidió un día dar la espalda a la Corona de España
y respaldar el proyecto republicano? María llegó a cultivar amistad con el
general Bolívar por intermediación en principio de su cuñada, la señora
Gabriela de Fernández de Castro, quien residía en Cartagena. Leámoslo expresado por su propio
dictado en el ya citado testamento del 1º de febrero de 1835:
Declaro que el
Libertador Simón Bolívar, cuando se le llamaba el Insurgente, cuando nadie lo
conocía, cuan do no contaba con recursos suficientes para la guerra de
independencia, brindóme su amistad en Chiriguaná, donde acudí a su cita por
insinuación de mi cuñada y paisana, nacida en esta ciudad (de Valledupar), Doña
Gabriela de Fernández de Castro Madrid, le di toda la ayuda material y moral
que me pidió ese ilustre hombre y que se hacía indispensable para alcanzar la
finalidad que él se proponía, calificándoseme de traidora inconsecuente con la
causa del Rey, porque me sentía inconforme con los sistemas de gobierno
aspirando (a) una patria mejor, noble y grande, llena de adelanto.
La Loperena se deja ver en las
afirmaciones subrayadas como una mujer de ideas ilustradas y progresistas, que
quizás habría leído a los autores liberales europeos, lo cual no es de extrañar
teniendo en cuenta que pertenecía a una familia acaudalada, que había invertido
en ella en términos de una educación esmerada como correspondía a su elevado
rango social. En otro aparte de su testamento dice lo siguiente sobre este
aspecto:
Declaro por bienes
míos, la casa de tejas sita en esta ciudad al costado de la Iglesia Parroquial
y que perteneció a mis padres, que tuvieron buena posición pecuniaria, por
cuyo motivo obtuve la educación que sirvieron darme con maestras venidas de la Capitanía
de Venezuela, con el consentimiento de mi tía Josefa Ustáriz de la Guerra.
En tiempos coloniales la
educación femenina en el Virreinato de la Nueva Granada se reducía en principio
a labores manuales como la costura preciosista y el bordado, lo mismo que al
estudio de la Doctrina Cristiana en el Catecismo
del Padre Jerónimo de Ripalda. En los
años de la niñez de la Loperena ya se había producido la Reforma Ilustrada en el país, que introducía la necesidad de
enseñar a las niñas a leer y escribir, lo cual benefició a nuestra heroína. En
el año de 1774 se adelantó en el Virreinato La
Reforma Educativa de Moreno y Escandón, “Plan
que buscaba bajo la influencia de una mentalidad ilustrada, trazar nuevos
rumbos a los centros de enseñanza superior”. María no asistió
a centros de enseñanza superior porque entonces no existía ninguno en
Valledupar y aun en el caso de haber existido, dicha posibilidad estaba
reservada única y exclusivamente para los hombres. Pero sí recibió la
influencia ilustrada de la época y es
probable que de sus institutrices venezolanas; lo cual se refleja en su
redacción cultivada y lograda a base de lectura constante y del contacto con
tertulias ilustradas en la ciudad de Cartagena, la cual visitaba con alguna
frecuencia. En torno a la Loperena un nutrido
grupo de patriotas cesarenses fueron los siguientes: Bruno Hernández, (oriundo
de Becerril), José Francisco Maestre, Pedro Antonio García y el Cacique
Canopán, entre muchos otros. Bolívar dirigió sus pasos hacia la Villa de
Chiriguaná, ciudad cesarense a la que habría llegado el 2 de enero de 1812, en
donde lo recibieron varios patriotas republicanos venidos ex professo desde Valledupar. Dicha delegación habría estado conformada por:
María de la Concepción Loperena de Fernández de Castro, su hijo Pedro Norberto
Fernández de Castro; acompañados por el señor Arcisclo Arzuaga, junto a los patriotas José Francisco Maestre,
Rafael Araújo, José Antonio de Quiroz y Francisco Luis de Soto. Al año siguiente y siguiendo instrucciones del
Libertador, María de la Concepción congregaría el cabildo local de Valledupar y
en acto público daría lectura a la célebre Acta
de Independencia de la ciudad y su término territorial adyacente. El texto
íntegro de dicha declaración es el
siguiente:
Sea notorio a
cuantos esta acta vieren, cómo yo, Doña María Concepción Loperena de Fernández
de Castro, mujer libre de origen realista, pero hoy republicana, a nombre del
cabildo de Justicia y Reximiento de esta ciudad ilustre, proclama libre e
independiente a esta ciudad de Valle de Upar del Gobierno español y la somete a
los auspicios del Supremo residente S.S. Jorge Tadeo Lozano, y hace sabedores a
todos los aquí presentes que la ilustre ciudad está por esta acta ahora que son
las diez de la mañana, libre y dispuesta a luchar para conseguir la libertad de
todos los pueblos que guardan unión por el vínculo indestructible del idioma y
del pensamiento. Pongo a disposición del Gral. Simón Bolívar 300 caballos de
mis haciendas que llevaré en persona al ilustre general. En presencia de todos
exijo juramento de fidelidad y quemo por mis propias manos los retratos y armas
de escudos de S.M. y ordeno en nombre del cabildo de que hablo poner los pechos
valientes al sacrificio en aras de la libertad de los pueblos, exigidos por S. Exca. Jorge Tadeo Lozano. En constancia
firmo en la ciudad de valle de Upar a los cuatro días del mes de febrero de Mil
Ochocientos Trece.
María Concepción
Loperena de Fernández de Castro, José Valerio de las Caxigas, Nicolás Baute,
José Vicente Maestre, Vicente S.
Maestre, Juan de Plaza, José Vicente Ustáriz, Rafael Díaz Granados, Antonio Fernández de Castro, José I. Quintero,
Israel de Quiroz, Rafael Araújo, J.M. de Pumarejo, José Dolores Céspedes, Pedro
Fernández de Castro, Rafael de Armas, Agustín de Arocas y Luis Manuel de León.
Es posible que la Loperena haya fallecido el 21 de
diciembre de 1835 en su natal Valledupar. Contrajo matrimonio en 1775, por lo
que es probable que hubiese nacido hacia 1758, el día de la Inmaculada
Concepción, el 8 de diciembre. En aquellas épocas las mujeres se casaban muy
jóvenes, en uniones previamente concertadas por las familias de los
contrayentes. El invaluable apoyo financiero,
político y moral que la Heroína de Valledupar le dio al proyecto republicano de
Simón Bolívar, en un momento tan crítico para este, es ciertamente
insoslayable; y la República de Colombia se halla en deuda con esta
valiosa matrona cuyo recuerdo se ha debatido en el parcial anonimato
en los últimos siglos. Fue rescatada del polvo secular de los infolios por el
historiador cesarense Pedro Castro Tres Palacios, quien la dio a conocer al
Cesar y al resto de Colombia, por propia iniciativa a partir de 1964 cuando dio
inicio a sus investigaciones de reconstrucción histórica. El 4 de febrero de
2013 se cumplirán doscientos años: el Bicentenario
de la Declaración de Independencia Absoluta de Valledupar por parte de María de
la Concepción Loperena de Fernández de Castro y el Gobierno Nacional deberá
hacer justicia a su recuerdo y al lugar que debe ocupar esta heroína en la
historia nacional y en el Panteón de los héroes de Colombia. Afirmar que la Loperena es una Heroína
privativa de la historia local del municipio de Valledupar constituye un
desconocimiento craso de la historia. El cabildo de Valledupar en la época de
su proclamación de independencia absoluta (1813) abarcaba en su extensión
territorial los actuales territorios de: Bosconia, fundado en 1950 por Aarón
Ayén en torno a un primitivo aserrío maderero ubicado en la zona. Fue segregado
de Valledupar en 1979. El Copey fundado en 1936 por Antonio Gutiérrez,
segregado de Valledupar en 1972; La Paz, fundada el 24 de enero de 1753 y
escindida de Valledupar como municipio, en 1914, por ordenanza de la Asamblea
del Magdalena grande. Manaure, que formaba parte junto con La Paz, del término
territorial valduparense y que fuera creado municipio en 1980, luego de ser
corregimiento de Manaure desde 1914. San Diego, que fuera creado municipio en
1976, escindido de Valledupar. Agustín Codazzi (Espíritu Santo), que
originalmente fuera fundado por el capitán Salvador Félix Arias, quien era
valduparense. Codazzi formó parte junto con La Paz, del término territorial de Valledupar, en 1958 se segregó del municipio
de La Paz. Pueblo Bello, escindido de
Valledupar en 2003 (el municipio de más reciente formación en el Cesar). Todo
este territorio sumaba aproximadamente unos 9.657,2 kilómetros cuadrados, a lo
cual se habrían de añadir los territorios de El Paso del Adelantado (creado
municipio en 1971, escindido de Valledupar), para un total de 10.489,5
kilómetros cuadrados; que abarcaría una buena parte del norte y centro del
actual departamento del Cesar, cuya área total superficiaria asciende a 22.905 km². Lo anterior nos permite afirmar que la gesta de
la Loperena forma parte constitutiva de todos los cesarenses, sin distingos
limítrofes ni localistas de ninguna índole. Su grito libertario emancipó de la
Corona Española una generosa porción de lo que actualmente es el Departamento
del Cesar. Los habitantes de Chiriguaná invocan unánimemente su nombre, por
haber concertado en su territorio la histórica cita con el Libertador Simón
Bolívar en el año de 1812. Y los afro descendientes e indo descendientes del
Cesar la invocan igualmente por haber decretado la libertad de los esclavos de
sus haciendas y haber fomentado la
enseñanza popular en la región, con dineros donados de sus propias arcas. La Loperena es por todo ello parte íntima y constitutiva de la cesareidad.
4.2. BECERRIL,
EL PASO Y CHIRIGUANÁ SE APRESTAN A DEFENDER A LOS PATRIOTAS VALDUPARENSES.
Una vez derrotado Napoleón por el General
Invierno en la desastrosa campaña de Rusia, Fernando VII regresó nuevamente
a su trono en España en 1814, liberado por la Guardia Napoleónica. Es altamente
significativo y oportuno el juicio de la historiadora colombiana Pilar Moreno
de Ángel cuando afirma al respecto:
El carácter de Fernando VII
no había cambiado, cuando el 24 de marzo de 1814 cruzó la frontera española.
Seguía siendo un oportunista, fatuo y egoísta. Debía su libertad a que Napoleón
había sido derrotado en Rusia y a que los franceses habían tenido que abandonar
a España.
Este
monarca determinó la reconquista inmediata de los territorios ultramarinos, a
cuyos nuevos dirigentes consideró desleales y traidores. En cumplimiento de
esta política el general gallego Pablo Morillo (1775 - 1837) desembarcaría con
sus tropas en la realista Santa Marta el 22 de julio de 1815, desde donde
dispondría el sitio de la rebelde Cartagena, sólidamente pertrechada tras el
cerco de sus pétreas murallas. La rebelde Valledupar fue doblegada con fuerzas
venidas desde Santa Marta, al mando del coronel realista Salvador Anselmo Daza. Chiriguaná apoyó con
personal de tropa a Valledupar, al mando de los patriotas Braulio de Leyva y el coronel Luis José Peinado. El Paso –que estaba en la jurisdicción
valduparense- aprestaría así mismo apoyo militar efectivo a la cabecera municipal. Los pocos patriotas
que venían desde El Paso se unieron con los que venían desde Becerril, entre los que se contaban los
capitanes José Eugenio García y José Francisco Maestre. Todas estas fuerzas
resultaron insuficientes y el foco patriota valduparense fue cruelmente
sofocado. ¿Qué sucedió con María de la Concepción Loperena? El nuevo gobierno
virreinal restablecido por Morillo en 1815 la acusó de insurgente y de auxiliar
con tropa y dineros a los patriotas; no obstante la valerosa dama logró
sobornar a las autoridades que debían procesarla, con lo que evitó la vergüenza
de un juicio público y un posible fusilamiento. Su dinero y hacienda se vieron
considerablemente mermados, pero salvó su vida, honra y dignidad. Los
municipios y poblados del Cesar aportaron hombres valientes y esforzados a la
causa de la independencia. A continuación culminaremos el presente ensayo con
un listado que no pretende ser exhaustivo ni cerrado, de los más
representativos entre ellos.
|
NOMBRE
Y GRADACIÓN MILITAR
|
HECHOS
DE ARMAS/ PARTICIPACIÓN
|
1.
|
Capitán José Francisco
Maestre
(Becerrilero)
|
Lugarteniente de Simón
Bolívar en 1813, en el proceso de difundir el ideal republicano en la región
en busca de adeptos. Igualmente se buscaba apoyo material para los patriotas
cartageneros.
|
2.
|
Comandante Pedro Antonio García
(Becerrilero)
|
Ibídem
|
3.
|
Bruno Hernández
(Becerrilero)
|
Ibídem
|
4.
|
Jefe Realista Eustaquio
Valle
(Pasero)
|
En principio integró las
huestes realistas en contra de los patriotas del valle y poblaciones
patriotas aledañas. Posteriormente abrazaría la causa patriota.
|
5.
|
Don Esteban Pupo
(Pasero)
|
Dispuso la recolección de
ayudas, víveres y pertrechos de armas para acometer la toma de Valledupar.
|
6.
|
Don Braulio de Leiva
(Chiriguanero)
|
Prestó en Chiriguaná su
casa para que se reunieran los patriotas en 1813, para organizar la toma
patriota de Valledupar.
|
7.
|
Don Pedro Norberto
Fernández de Castro y Loperena
(Valduparense, hijo de la
heroína)
|
Lugarteniente de María de
la Concepción en el proceso de declaración de la libertad absoluta de
Valledupar.
|
8.
|
Don José Pío del Río
(Chiriguanero)
|
Alcalde encargado del
cabildo de Chiriguaná en el año de 1812 cuando Bolívar lo visitó en busca de
apoyo para la causa republicana. Fue entusiasta colaborador de los planes
bolivarianos.
|
9.
|
Presbítero: Dr. Luis José
Peinado
(Chiriguanero?)
|
Arengó a la multitud en la
plaza de Chiriguaná, dando abajos a Fernando VII y exaltando el proyecto
republicano. Fue colaborador de Bolívar.
|
§ CONCLUSIONES
Simón Bolívar recibió entre
los años 1812, 1813 y subsiguientes, invaluable apoyo a sus planes republicanos
de independencia absoluta, en los municipios de Valledupar, Chiriguaná, El Paso
y Becerril, entre los más connotados; a su paso por ellos. La Loperena no
vaciló en aportar cuantiosos bienes materiales (300 caballos en principio,
ropa, esclavos y dinero en efectivo) a las Provincias
Unidas de la Nueva Granada (primera república), vigente entre 1810 y 1815,
representada en la persona de Jorge Tadeo Lozano quiera era presidente del
ejecutivo. Ella puso así mismo el cabildo valduparense y su término territorial
inmediato bajo la jurisdicción íntegra del recién creado gobierno republicano,
con lo que ponía en riesgo ante la inminente reconquista española, no solamente
su integridad física y la de su familia,
sino sus bienes y hacienda. Había coadyuvado además en enero de 1813 con el envío
de tropas, pertrechos y armas para la conquista patriota de Santa Marta, al
mando del francés Labatut en enero de 1813, triunfo patriota éste efímero aun
cuando significativo. Santa Marta sería reconquistada por los realistas el 2 de
junio de ese mismo año. Dispuesta a
expandir la rebeldía republicana en la ribera del Magdalena, organizó a sus
expensas un cuerpo de caballería en 1814, al mando de su yerno Esteban Díaz
Granados, el cual fue parcialmente abatido. En los peligrosos tiempos de la
reconquista española a partir de 1815, debió sufrir la persecución,
confiscación parcial de sus bienes y el intento de fusilamiento por parte del
gobernador realista en Santa Marta, el dictador Ruíz Porras; no obstante se
supo mantener pese a ver disminuido notablemente su patrimonio. La segunda
república, proclamada en el Congreso de Angostura en 1819 por Simón Bolívar,
José Antonio Zea y Francisco de Paula Santander, le ofreció restituirle lo perdido, a lo cual se
negó en aras de un elevado ideal patriótico y republicano.
María de la Concepción
Loperena de Fernández de Castro encarna por todo ello los más depurados valores
de la mujer cesarense y colombiana, al mejor estilo de la antioqueña Simona
Duque de Alzate quien dio sus cinco hijos a la causa de la libertad. De la matrona
también antioqueña Doña Pascuala Muñoz de Córdoba, quien le exigió al Congreso Neogranadino
respeto para la memoria de sus hijos Salvador y José María Córdova. De la
costurera cundinamarquesa Policarpa Salavarrieta y Ríos, quien inmoló su vida
en 1819, por su ayuda a las guerrillas patriotas del Casanare. De la cucuteña
Dolores Curvelo, de la tumaqueña Rosa
Zárate de Peña, de la norte santandereana Mercedes Ábrego y de la heroína
colombiana desconocida olvidada en algún rincón de la geografía nacional, pero
viva en el sentir de los que amamos a la república. Colombia está en deuda de
gratitud con esta excelsa matrona cesarense, la cual es evocada en el Cesar con
indeclinable cariño.
Ayer en tu suelo rompió la
cadena
De la sujeción con
patriótico ardor…
La augusta matrona, la gran
Loperena
Que alzó de los libres la
nueva canción.