COLOMBIA UNO DE LOS PAÍSES MÁS MAL EDUCADOS DEL MUNDO
SEGÚN LA PRUEBA PISA 2013
Por: Nabonazar Cogollo Ayala
Es un secreto a gritos que la educación en Colombia viene
de mal en peor, solo hacía falta que ello quedara evidenciado en una prueba
académica internacional como es el examen PISA, para que nos diéramos por
aludidos. Dicha prueba se aplicó recientemente a adolescentes de 15 años, en 65
países del mundo y se les evaluaron sus desempeños en lenguaje, matemáticas y
ciencias. Colombia ocupó el puesto 62 (376 puntos) entre 65, quedando como uno
de los países más mal educados del mundo, dueño de unos deplorables desempeños…
¡Qué más podíamos esperar de un sistema educativo que es una verdadera torre de
Babel! El decreto 1290 de 2009 dio potestad a cada entidad educativa para
implementar, vía PEI, su propio sistema educativo y para efectos de certificación,
al pasar de un colegio a otro, estableció una escala nacional de valoración de
desempeños.
Esto suena bonito y hasta razonable, pero en la práctica ha
dado pie para unos casos variopintos y hasta carnavalescos. Veamos uno. Un
chico de grado 11 en un cierto colegio X (privado, por cierto), perdía el año
según el PEI de su primera institución. Su promedio de notas era de 3,5; se le
exigía un mínimo aprobatorio de 3,7. Con esas mismas notas fue a un colegio de
los llamados de garaje, donde según
su PEI, con esas mismas notas podía ser graduado bachiller, porque su mínimo
aprobatorio era de 3,3. ¡No hay problema, se dijo el atolondrado joven! Y
asunto arreglado, fue proclamado bachiller de la república en días pasados.
Este chico no sabe escribir correctamente, su letra es un verdadero maremágnum
de garabatos que ni él mismo entiende a ratos. Tiene desempeños regulares en
matemáticas, no se muestra competente para redactar correctamente un párrafo y
se dice un pésimo lector. ¿Qué clase de bachilleres estamos graduando entonces
en Colombia, amparados por semejante sistema educativo permisivo y
mediocrizante? Hay grandes instituciones
de educación media en Colombia, que hacen bien la tarea, tanto en el sector
privado como en el oficial; pero desafortunadamente son minoría. Ahora tenemos
bachilleres que no saben qué cosa son un sustantivo, un verbo o un adverbio;
que creen que un medio más un medio es igual a dos cuartos, que no tienen ni
idea de cuántos departamentos tiene Colombia ni a cuánto asciende nuestra deuda
externa con el Fondo Monetario
Internacional. Que creen que todavía existe en el mundo un país llamado Unión Soviética y que aseguran que
Gabriel García Márquez, nuestro Premio Nobel de Literatura, murió hace ya
varios años atrás. Para citar unos cuantos ejemplos típicos de los exabruptos más
comunes entre ellos.
Eso en cuanto lo académico, porque en lo actitudinal el
asunto no es mejor, veamos una cuantas perlas: bachilleres que no saludan, no
piden permiso, no piden el favor sino que ordenan y una vez obtenido el mismo,
tampoco dan las gracias, haciendo gala de despotismo en su porte y maneras.
Algunos evidencian graves desórdenes de valores éticos, que dan grima, por
ejemplo: fobia a las responsabilidades (paralipofobia), se muestran renuentes a
pagar sus deudas, dejan reguero y desorden tras de sí y hablan con la boca
llena. Emplean un lenguaje lleno de morbo y sexo, interrumpen charlas y
conferencias académicas con estridencia y desborde de emociones, entre otros
aspectos. Se muestran impertinentes, privilegian el “Yo creo, yo no creo”/ “Me
gusta, no me gusta”… como imperativos de la conducta y del pensamiento. Obviamente
que hay sus honrosas excepciones, pero insisto, no son la mayoría sino la
excepción a la odiosa por demás de preocupante regla general.
El decreto 1290 de 2009 dejó de lado el tema de los
estándares mínimos de calidad (no me refiero a los estándares de contenidos por
asignaturas, sino a los resultados mínimos esperados), en el servicio
educativo, y delegó esa grave responsabilidad a las instituciones de educación
media. Ahora estamos evidenciando los resultados. Señores legisladores de la
república: ¿cuándo será que volveremos a tener un sistema educativo unificado,
que acabe con el relativismo grotesco en el cual nos hallamos inmersos? ¿Cuándo
será que implementaremos una política de Estado, en materia de calidad
educativa, con pénsumes unificados y estandarización de criterios, métodos y
contenidos?
Ya evidenciamos los desastrosos resultados de no tenerlas.
Esto debe cambiar y debe empezar por los
grandes responsables de la educación, los cuales son: familia, sociedad y
Estado. Salvemos a las generaciones venideras y ofrezcámosles un servicio
educativo digno y a la altura de las grandes exigencias del siglo XXI.
Madrid
(Cundinamarca)
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