UNA
ANTIGUA LEYENDA ALEMANA
(Cuento
navideño)
Por: Nabonazar Cogollo Ayala
En las
sencillas aldeas de Alemania aún hoy en día los padres refieren a sus niños,
reunidos alrededor del fuego de la chimenea, esta vieja historia sobre el
origen del árbol navideño…
Hace muchísimos años en medio de uno de los tantos bosques del
norte de Alemania, que en época navideña se ven plateados, cubiertos de nieve
resplandeciente, vivía una pareja de campesinos que se debatían entre la más
cruda pobreza. Cristianos fervientes, no dejaban de elevarle a Dios una sentida
plegaria en demanda de socorro para remediar un poco lo difícil de su
situación. En medio de privaciones y sufrimientos los sorprendió la Navidad.
Dispuestos a no dejar al primero de los niños del universo sin un lugar
especial en la humilde morada, los campesinos sacaron fuerzas de flaquezas y
organizaron en el rincón más cálido de su vieja choza el pesebre del divino
Niño de Belén. Valiéndose de ramas secas y cerámica rústica hicieron aquel
pesebre como mejor pudieron. Aquella noche, cuando ya las lámparas de aceite se
habían apagado, de repente alguien llamó a la puerta de la humilde casa. Era un
niño encantador con rizos ensortijados y mirada dulce que les demandaba
guarecerse del frío, en medio de aquella noche invernal que amenazaba con
tormenta de nieve. Enternecidos por aquel pequeñuelo que parecía asustado y
hambriento, Mary Anne –la campesina- se apresuró a envolverlo en el chal
calientito con que ella se abrigaba, mientras su marido, Johann, miraba la
escena y disponía rápidamente un lugar para acunar al pequeño.
Aquel hermoso niño alegró la navidad de la pareja que hasta
entonces no había tenido hijos. Finalmente cuando llegó la noche del 24 de
diciembre, hacia la media noche, el niño se les reveló en todo su esplendor,
era un ángel del Señor que había venido a probar la inmensa fe de Mary Anne y
Johann en medio de la adversidad. En virtud de un poder sobrenatural la mesa
desde aquella noche y para siempre se llenó con manjares deliciosos y abundantes
monedas de oro aparecieron esparcidas en los rincones de la pobre vivienda,
mientras un celestial aroma y una especial luminiscencia todo lo invadían. El
ángel antes de marcharse y convertirse en una estrella azul en el cielo, les
obsequió una esplendorosa rama de verde pino, dándole a la pareja la misión de
sembrarla para poder contemplar cómo cada 24 de diciembre aquel maravilloso
árbol daría los más dulces y relucientes frutos, como muestra perenne de
abundancia y bendiciones en aquel hogar cristiano. Y fue así como cada año Mary
Anne y Johann, hasta su vejez, se reunían con sus numerosos hijos alrededor de
aquel árbol de navidad que mágicamente ofrecía al filo de la nochebuena frutos
celestiales como la mejor de las ofrendas al Salvador del mundo. De ahí que en
cada hogar cristiano la noche del 24 de diciembre se adorne un árbol en señal
de agradecimiento filial al Padre de los cielos, quien nunca abandona a sus
hijos en la tierra.
Esta hermosa leyenda se ha esparcido a lo largo y ancho de Europa y
de los países occidentales, con la misión de explicar un poco el significado
del árbol de navidad en el marco de las más tradicionales y antiguas
celebraciones del mundo, al culminar de cada año.
Madrid (Cundinamarca)
Diciembre de 2005
Colombia
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