¡COLOMBIA, DESPIERTA!
Por: Nabonazar Cogollo Ayala
Según
la prueba PISA (Programa Internacional
para la Evaluación de Estudiantes), en su último informe, Colombia ocupó el
último puesto en un estudio aplicado a jóvenes de 15 años, de 44 países del
mundo. Nuestros muchachos, según esto, son incapaces de resolver problemas de
mediana complejidad, solo podrían vencer los más fáciles.
¿Amarga
sorpresa para los colombianos? Esta es la
Crónica de un descalabro educativo anunciado. El actual sistema educativo colombiano
prohíja la pereza, defiende la medianía y se ha venido abanderando de la ley
del mínimo esfuerzo. Ha venido formando generaciones y generaciones de
bachilleres perezosos y mediocres, habituados a la copia, incapaces de leer
comprensivamente un texto sencillo, de redactar un párrafo con coherencia y con
cohesión y de adelantar operaciones con fraccionarios, entre otras operaciones
básicas del pensamiento.
No
se trata ahora de rasgarnos las vestiduras ni de hacer juicios de
responsabilidades, porque el lastre de esta lacerante culpa lo cargamos todos,
en mayor o menor medida. Desde un Estado complaciente que claudica y ha venido hincando
la rodilla ante el pseudoargumento de la promoción automática, del catastrófico
5% en la no promoción, del sonado ministro Francisco Lloreda (2002), entre
otras muchas desastrosas perlas. Hasta unos colegios (oficiales y privados) con
planes de estudio caóticos, un Ministerio
de Educación Nacional que perdió el norte desde 1991 en adelante, porque ya
no supervisa, porque confunde educar con el culto a la libre expresión de la
personalidad, llevada hasta los límites del delirio. Un MEN que ya no forma
niños y jóvenes, sino que ahora contribuye a deformar, con su actitud distante,
laxa, permisiva y omisiva. Hasta unos padres de familia malcriadores que le
exigen al país y al mundo que consientan a sus amados retoños, los que hace
rato olvidaron (¿alguna vez lo supieron?) qué cosa era respetar, saludar, pedir
el favor, dar las gracias, analizar críticamente la realidad y reflexionar
acerca de ella en actitud proactiva, aportando a las soluciones. El sexo llena
la lengua de nuestros muchachos, su pupila y su vida en suma. No se salvan los
maestros, mucho de los cuales olvidaron su compromiso pedagógico, docente y
formativo, para preocuparse con celo excesivo de sus acreencias laborales y
salariales. Los niveles de respuesta de sus alumnos, arrojan un serio manto de
duda sobre la formación docente y sobre la profesión pedagógica en Colombia.
¡Colombia,
despierta! Tu bachillerato, que hace 30 y más años atrás era de los mejores de
América, ahora es una vergüenza y marcha a la deriva como un barco al garete,
con un vacilante timón que estrena direcciones y tumbos cada 4 años. ¿A dónde
van nuestros muchachos? ¿Para qué los formamos? ¿Para que engruesen las filas
de los obreros rasos, procedentes del denominado tercer mundo, en Europa y los
Estados Unidos? ¿Qué vamos a hacer para
superar las graves falencias de los que vienen detrás? ¿De los que aún son
niños? ¿Cómo mejoraremos sus niveles de lecto comprensión y de texto
construcción? ¿Cómo inocularemos en sus vidas en formación, valores éticos,
sociales y del individuo? ¿Cómo mejoraremos sus niveles de inferencia
lógico-matemática y aritmética?
Entendamos
que el permisivismo, la tolerancia ante la copia y ante el fraude generalizado,
la deshonestidad académica y la pereza enquistada y aceptada en nuestra
sociedad y el relajamiento de los valores éticos (el despropósito conductual, la
patanería, la violencia y el vandalismo generalizados), solo arrojan una única consecuencia, por demás de
grave: unos bachilleres tanto más mediocres cuanto más enajenados de la
realidad mediata e inmediata del país en el cual han nacido: Colombia. Una
juventud dueña de un norte desdibujado, poco y nada comprometida con su país,
que se refugia en la virtualidad para disimular sus graves falencias de
formación estructural. ¿Hacia dónde vamos, Colombia? ¿Hacia dónde vamos, padres
de familia, profesores y centros educativos? ¡Despierta Colombia, despierta!
Madrid (Cundinamarca), abril 2 de 2014
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