GABRIEL JOSÉ DE LA CONCORDIA GARCÍA MÁRQUEZ
(q.e.p.d.)
Te fuiste pero desentrañaste de nuestra realidad
inmediata todos aquellos valores y vivencias que, pese a tenerlos ante nuestros
ojos, no veíamos o no queríamos ver, en nuestra obcecación tropical. Nos hablaste
de nuestros pueblos, aldeas y ciudades a través de Macondo, esa aldea genérica, fundada cerca de un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como
huevos prehistóricos; ese villorrio hecho ciudad a la fuerza por la
intromisión extranjera de la United Fruit
Company… ¡El extranjero llega, nos explota y nos niega y nosotros hacemos
fiesta de ello como si de nosotros no se tratara! Ingenuos como niños y con la
inocencia propia heredada de aquellos primitivos aborígenes Taínos a los que
Colón empezó a depredar en octubre de 1492 y quienes llamaban a los europeos,
castamente en su bella lengua indoamericana… “Los hombres del cielo”… Nos hablaste de nuestros viejos inéditos,
abuelas y abuelos olvidados, curtidos con las cicatrices de nuestras múltiples guerras
a los que hasta la oficina de correos ya no querían atender, porque nadie nunca
se acordó de ellos, amén de ellos mismos y de esa memoria que se resistía a ser condenada al cuarto de los trebejos
viejos. Nos hablaste de las añejas creencias locales que dan fe a subterfugios
y supersticiones, como que los sueños y presentimientos de viejos se cumplen o
como el valor desmedido que aún le daban, en alejadas aldeas latinoamericanas,
a la clásica manchita escarlata en la sábana que arropó el tálamo nupcial de
los recién casados… Nos trajiste las infidencias del amor en los tiempos del
cólera, en fin… Gabo, fuiste y serás único. Abriste una brecha en la
decodificación de nuestra realidad como nadie antes lo hiciera. Nuestra misión
será convertir esa trocha inicial, en toda una autopista autoafirmante y
constitutora de nuestra realidad, sin el discurso alienante y enajenante del
extranjero que quiere negarnos en nuestra propia tierra. Tú, Gabo, fuiste la
tribuna y el púlpito desde los cuales el foráneo fue y seguirá siendo
ferozmente vapuleado por la fuerza latinoamericana.
A la manera de
Remedios la bella ascendiste a los cielos, un cielo en el cual poco y nada
creíste, pero que de seguro te habrá acogido en su seno.
Un abrazo y un saludo, que no de despedida, de quien
mucho te apreció y admiró en vida.
NABONAZAR
COGOLLO AYALA
Abril
18 de 2014
(El
viernes santo)
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