PARQUE ANTONIO NARIÑO, CERETÉ, CÓRDOBA, COLOMBIA
No es que el dinero en sí sea
malo. No, él es bueno para fines nobles.
Pero a menudo el Libro y el
dinero son bastante incompatibles,
en virtud de que el dinero
mal concebido, tiende a esclavizar y la lectura a liberar
Manuel Santiago Palencia
Caratt
(historiador cesarense)
In
memoriam
Corría el mes de diciembre
del año 1997 y en el seno de la Asamblea
Departamental del Cesar se venían dando fuertes y acalorados debates en
torno a la eventual aprobación del recién seleccionado Himno del Cesar, cuya convocatoria se había dado por parte del Instituto Departamental de Cultura y
Turismo, desde el mes de octubre del mismo año, durante la vigencia del
gobierno seccional del gobernador Mauricio Pimiento Barrera[1]. ¿A qué se debían los
debates? De 17 obras enviadas de distintos lugares del Cesar y del resto de
Colombia, fue escogida por unanimidad de los 4 jurados integrantes el himno
escrito por Nabonazar Cogollo Ayala y musicalizado por el maestro Manuel
Avendaño Castañeda (q.e.p.d.). La indignación e inconformidad de parte de
algunos diputados de la Asamblea
obedecía a que ninguno de los dos autores del Himno del Cesar, eran oriundos de esta parte de Colombia. El
ilustre maestro, pianista y organista Manuel Avendaño Castañeda (ciego de
nacimiento) era oriundo de la Ciudad del
Sol y el Acero, Sogamoso (Boyacá). Mientras que el profesor Nabonazar
Cogollo Ayala -quien esto escribe-, era
oriundo de Cereté (Córdoba), la ilustre Capital
del Oro Blanco a orillas del tradicional caño Bugre, aunque con una larga residencia
en Bogotá, desde 1987; lo que a los ojos de los cesarenses más recalcitrantes
lo convertía indefectiblemente en “cachaco”.
-¿Cómo
así? ¡La tierra de los cantores y vallenatos tendrá un himno no hecho por un
vallenato! ¡Eso no puede ser! ¡Ni más faltaba!
Decían a grito herido las
voces de la indignación regional… Otros más atrevidos y ofensivos rezongaban:
-¡Ese
es el himno cachaco!
En medio de esta batahola, quien
defendía el Himno del Cesar,
Cogollo-Avendaño, a brazo partido ante la Asamblea Departamental del Cesar, micrófono en mano y con la labia
a flor de piel, era el maestro e historiador Manuel Palencia Caratt (q.e.p.d.),
dueño de un cultivado verbo literario que lo llevaba a expresarse con elevadas y a veces
incomprensibles figuras literarias, dada su indeclinable afición a las bellas
letras.
Dicho sea de paso el
historiador Manuel Santiago Palencia Caratt era oriundo de Barranquilla, pero
se había residenciado en Valledupar desde
la década del 50 y había logrado un cierto protagonismo en el mundillo cultural
local desde los tiempos en que su hermano, el abogado e historiador Ernesto
Palencia Caratt detentara la gobernación (a título de gobernador encargado del
Cesar), por nombramiento del entonces gobernador titular Alfonso López
Michelsen[2]. Esto se dio del 22 de
mayo de 1975 al 5 de junio del mismo año. Los hermanos Ernesto y Manuel Palencia
Caratt fundaron en Valledupar la Academia
de Historia del Cesar en 1970, en la cual el maestro Manuel ejerció sus
labores de orientador y guía de consultantes durante más de 30 años.
Retomamos el relato
original: el maestro Manuel Palencia Caratt había tomado la vocería de la mesa
del Jurado Calificador en el concurso
Himno del Cesar[3],
30 años, con que se buscaba celebrar a la altura el trigésimo aniversario
de la creación departamental, aquel emblemático 21 de diciembre de 1967. En uno
de los tres debates en torno a la aprobación oficial del himno
Cogollo-Avendaño, se dieron los siguientes pormenores, que me fueron relatados
de forma directa por el maestro Manuel Palencia Caratt y que trataré de
reproducir con la mayor objetividad y fidelidad histórica posible en lo que
sigue:
“Aquel día ya habíamos hecho
sonar por los altoparlantes del recinto de la Asamblea del Cesar el Himno del Cesar, ganador en la
convocatoria nacional. Hubo toda clase de reacciones una vez que el himno
concluyó. Unos diputados aplaudieron emocionados y dijeron:
-¡Ese es el Himno del Cesar! ¡Lo apoyamos!
Otros dijeron…
-¡No! ¿Cómo va a ser ese el Himno del Cesar? ¿Cómo es posible que
una persona que nunca haya pisado el Cesar sea el autor de nuestro himno?
Entonces yo les refuté
(Manuel Palencia Caratt):
-¡Cállense que ustedes de
eso no saben nada, so ignorantes! Esas estrofas están muy bien hechas y hablan puntualmente
de nuestra realidad y de nuestra cultura e historia. ¿Qué el autor no es del
Cesar? Pues no lo será, pero es hasta más costeño que nosotros mismos, porque
el Cesar no tiene costas y él es de una tierra que sí las tiene… ¡Él es de
Cereté!
Entonces el diputado de
Chimichagua (Cesar), José Ismael Namén Rapalino[4], dijo lo siguiente:
-¿Cereté? ¿Y eso dónde
mierdas queda?
-¿Cómo que no lo sabe?
¡Cereté es la segunda ciudad de Córdoba, centro agroindustrial de importancia!
¡No les digo que son unos ignorantes! ¡Ni siquiera conocen la geografía de los
departamentos costeños de Colombia, carajo! ¡Estudie! ¡Vaya a la Academia que allá yo mismo le enseño!
La presidenta de la Asamblea, la abogada Esther Cristina
Canales, hacía desesperados esfuerzos por poner orden en el recinto de la
duma departamental, lo cual finalmente
logró, bajo estrictas advertencias de vetar el derecho de intervención a los
más altisonantes, si persistían en el tono irrespetuoso. Una vez terminado el
último debate reglamentario del himno, se procedió a la votación y el himno Cogollo-Avendaño
fue reconocido oficialmente mediante la ordenanza departamental # 046 de
diciembre 21 de 1997 como Himno del
Departamento del Cesar. Los insultos y salidas en falso empezaron a ser
cosa del pasado”.
Posteriormente, cuando el
maestro Manuel Palencia Caratt en amena tertulia a la sombra de una fresca
tarde valduparense, en la terraza de su casa, me refiriera el hecho a manera de
anécdota risible del pasado, no pude menos que sentir un regusto amargo en la
garganta, aun cuando ya el hecho hubiera sido ampliamente superado. Unas
discretas lagrimillas de tristeza asomaron a mis ojos y para mis adentros me
dije…
-¡Hasta
insultaron a mi bella ciudad, Cereté! Exalté con mi pluma a la excelsa tierra
del Cesar y la incomprensión de algunos pocos me pagó con agravios a lo que más
amo en la vida… Aun así los perdono, que no sea yo sino Dios quien los juzgue. Soy
y me considero cesarense por adopción, bogotano y cundinamarqués por adopción
también, aunque jamás renunciaré a mis orígenes cereteanos. Cereté es y será la
cara tierra de mis ancestros, de mi niñez y de mi juventud. Por definición soy
colombiano y amaré y defenderé por
siempre hasta el último rincón de mi patria, así no haya yo nacido allí. ¡Perdónalos
Dios mío porque no saben lo que hacen!
El ilustre maestro Manuel
Palencia Caratt falleció el 18 de enero del año 2013, a la edad de 84 años en
la matriarcal ciudad de Valledupar (Cesar), víctima de un paro cardíaco. La
sociedad valduparense perdió a uno de los grandes baluartes académicos de la
región. Dejó tras de sí el enorme legado de una vida dedicada a la enseñanza y
la difusión de la cultura, con espíritu abierto y desinteresado. Bien se lo
puede considerar como el padrino de bautismo del Himno del Cesar, que ya cumplió 17 años de haber sido estrenado y
que se corea en los 25 municipios del Cesar, como un canto afirmativo de la
cesareidad, sin asomo de duda. Dios bendiga y acoja en su gloria eterna el alma
del maestro Manuel Santiago Palencia Caratt, hoy y siempre.
Madrid
(Cundinamarca)
Mayo 31 de
2013
nacoayala@gmail.com
[1]
Fue electo popularmente como gobernador del Cesar para el periodo comprendido
entre el 1° de enero de 1995 y el 1° de enero de 1998.
[2]
Cf. GOBERNACIÓN DEL CESAR. Cesar 30 años
de progreso: 1967 – 1997. Eds. Guadalupe. Bogotá (Colombia), 1997. Pág. 48
[3] Los 4
jurados del concurso Himno del Cesar en 1997, fueron: el compositor Gustavo Gutiérrez Cabello; el historiador Manuel Palencia
Caratt; el director musical Ariel Pérez Monagas; el director de la Sinfónica de
Barranquilla, Salvador Emilio Montoya. Cf. http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-713127. 31/05/14
[4]
Hermano del cantautor vallenato Camilo Namén Rapalino, autor del Encuentro con el Diablo, Recordando mi niñez, Las canas de mi vieja,
Mi gran amigo y otros bellos cantos costumbristas más.
CIÉNAGA DE ZAPATOSA - DEPARTAMENTO DEL CESAR (COLOMBIA)
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