LOS HIJOS ANTE LOS
TIEMPOS DUROS
(Poema)
El día transcurría,
la tarde ya llegaba
Un joven se escurría
con triste decisión…
Entraba en aquel
templo que al viento se elevaba
Allá entre las
afueras del pueblo, que asomaba
Su viejo campanario
con toques de oración.
Veíase lloroso, sus
lágrimas azules
Surcaban sus
mejillas cual ríos de dolor.
Su alma delirante
lloraba de tristeza
Furiosa lo abatía la
vida que ya empieza
Su carrusel de
heridas con canto turbador.
- ¿Por qué Señor del cielo? -Clamaba la
criatura-
- ¿Por qué sufro tan joven? Me abate el
corazón…
La falta del cariño de aquellos que acunaron
Mi cuerpo diminuto en su seno, cuando alzaron
Radiante mi existencia de flor en su botón.
- Señor vengo a contarte –prosigue el
triste joven
Mientras que se
acurruca contrito ante el altar-.
- Yo vengo ante tus plantas, Jesús para
confiarte
Dolores y tristezas, mi alma que hoy se parte
En múltiples pedazos y triste suspirar.
La vida no es tan buena quizás como se piensa
Para cuantos muchachos existen a granel…
Sufrimos, Jesucristo, los padres que trabajan
Nos dejan siempre solos. Su esfuerzo resquebraja
La unión de las familias que liban acre hiel.
Me quedo solitario en casa con mi hermano
A quien presto mi ayuda en las tardes a estudiar…
No entiendo muchas veces sus múltiples tareas
Y vienen los amigos, la juerga y la pelea,
Me marcho y dejo solo a quien debo controlar.
Las horas vuelan raudas y yo feliz, contento
Me entrego irresponsable a jugar con el balón…
Mientras que mi hermanito en la casa, travesuras
Realiza entretenido, destrozos y diabluras
Cometen sus manitas de niño retozón.
Cuando llega mi madre se cierne la tormenta
- ¿Por qué tú te largaste? ¡No hiciste tu deber!
¿Por qué no hiciste aquello que ayer se te confiara?
¿Por qué no alzaste el polvo? La risa y la algazara
Es cuanto te interesa en tu malo proceder.
- Mamá deja te explico… - ¡No quiero explicaciones!
No sirven tus razones, ni sirve tu actitud.
Te marchas indolente a jugar con tus amigos
Y dejas a tu hermano que nunca va contigo
Para que rompa todo… ¡Qué mala juventud!
Después de los regaños revientan los azotes
Mi cuerpo en mil dolores revive tu sufrir.
Mi alma que no entiende del todo lo que he hecho
Se mueve compungida y doliente entre mi pecho
Maldice aquella vida de mi novel vivir.
El joven suspiraba
muy quedo mientras baja
Doliente la cabeza y
solloza ante el altar.
Mientras allá en la
altura la imagen rozagante
De Cristo se ilumina
en un halo brillante
Y cobra extraña vida
su cuerpo al escuchar.
-¡Muchacho, no te aflijas! No llores tan temprano
La vida que comienza no es dura como crees…
El mundo da lecciones con palos y laureles
Te ganas cuanto alcanzas, las más sabrosas mieles
También las amarguras prolíficas de hiel.
-Señor, ya tú lo has dicho… de veras que lo entiendo
Mas yo no he terminado, yo quiero continuar…
Pues mira, que hay maldades en estos malos tiempos
Hay droga y
satanismo... tristeza que yo siento
Cuando me ofrecen cosas que me hacen enfermar.
Me han dicho -¡Eres un bobo! ¡No pruebas la
sustancia
Más rica que ya existe y que te hace alucinar!
Si no lo pruebas –siguen- no vienes con nosotros
¡Bebé menos que niño! Regresa con los otros
¡O vete a las enaguas maternas sin chistar!
Señor, ante estas cosas mi alma se rebela
Me siento confundido, no quiero tambalear…
Pero también es cierto que yo no soy un niño
Cual ellos me gritaron… ¡Resuelto yo les riño
Y para ser más grande decido ir a probar!
¡Jesús qué cosa horrible! Mi cuerpo se estremece
Mis ojos distorsionan la clara realidad.
Todo lo veo confuso, mi mente me da vueltas
Y unas extrañas voces me dicen… ¡Casi suelta!
Pruébate otro poquito… ¡Esa es la novedad!
Cuando todo ha pasado recuerdo confundido,
Dolores de cabeza me aquejan a cual más.
¡Más yo me siento un hombre! Mi grupo ha decidido
Hacerme de los suyos… soy grande, ya he crecido,
El grupo de mi barrio me acepta, vivo en paz.
Señor, yo se que es malo probar malditas drogas
Que quitan a mi mente frescura y claridad.
Mas si yo lo hice un día fue por presión de grupo
También porque mis padres no oyeron mis apuros
Y yo quedaba solo con dudas y ansiedad.
-No juzgues a tus padres con sórdida dureza
Ellos trabajan duro por ti con ilusión…
Solo que cuando llegan a casa muy cansados
Jamás tienen el tiempo que tú tienes ganado,
Ni escuchan tus reclamos… quizá en otra ocasión.
Las lágrimas te tragas, tus padres no te escuchan
Tampoco te comprenden… ¿Qué pueden entender?
Ellos vivieron –dices- su vida en otros tiempos,
No saben de las drogas, del mundo en el momento,
Ignoran el peligro que existe en la Internet.
No saben que en las redes virtuales hay maldades
Que a diario ya te acechan buscando tu caer.
Promesas hechiceras de viajes a naciones
Donde tendrás trabajo y dinero por montones,
Lujosas existencias que alientan tu ceder…
Ay hijo no los oigas, son cantos de sirenas
Tan falsos como malos, no caigas en la red.
Perversa del que busca comprarte o esclavizarte
Hacerte prisionero de infiernos de otra parte
Donde menos que nada, apagas su alta sed.
-Señor, mi Jesucristo… ¿Acaso no exageras?
- ¿Por qué
dices tal cosa? El mal lo puedo ver…
Desde un confín al otro, donde crecen cizañas,
Venenos y ponzoñas que matan y que dañan,
El diablo se disfraza con sin igual poder.
- Señor, me siento triste, el tiempo que mis padres
Me han dado lo he gastado a veces en el mal…
Yo sé que a mis deberes de hijo y de estudiante
A veces he faltado…. ¡Mi alma sollozante
Se siente arrepentida! Mi culpa hoy es fatal.
-Pues hijo, buen comienzo es ver aquello malo
Que habremos cometido, pues anda y busca ya…
A aquellos que te dieron la vida en su momento
Presenta ante su rostro tu culpa y ardimiento
Contándolas al padre también a la mamá.
- Señor, ellos no oyeron mis cuitas otro día…
El tiempo no tenían, la rabia me invadió…
-
Muchacho no los
juzgues, no dictes duros juicios
Contra tus padres fieles,
sus duros sacrificios
Por ti libran de culpa lo
malo en su labor.
Si a veces no te escuchan
quizás es por cansancio
También por que no saben tu
vida aconsejar…
Pero ellos son la sangre que
corre por tus venas,
Tu ayer y tu mañana, se
duelen de tus penas
No los hagas a un lado y
aprende a perdonar.
-Señor, pero… ¡No hay pero
que valga mi muchacho!
Olvida tus rencores y seca
tu llorar…
Tus padres hoy te quieren
quizás cual nunca antes
Ve y busca su cariño, su
cálido semblante
Recuérdales quién eres, su
tierno retoñar.
Cuando esto dijo Cristo brilló con luz radiosa
Un halo luminoso rodeó su rostro fiel.
Aromas deliciosos llenaron la capilla
Y un cántico en la altura sonó cual maravilla
De angélicos cantares de cristalina miel.
El chico vio aquel rostro y su alma que lloraba
Llenóse de alboradas de bendecida luz.
Secó con ambas manos sus lágrimas azules
Y rió como sonríen las albas entre tules
De celestial presencia ante el Cristo de la Cruz.
- ¡Soy libre, dijo entonces
en gritos de alegría!
¡Mis padres sí me quieren!
¡Soy sangre de su ser!
¡Soy flor que renacida brotó
entre sus rosales!
Soy la promesa nueva de sus
años caudales
Y un día seré tan fuerte
cual grande es mi deber!
Cantando de esperanza su espíritu ferviente
Salió de la iglesita camino hacia el hogar…
Donde llegaba al filo ya opaco
de la tarde
Aquella madre buena, cansada ante el alarde
De la dura jornada que empieza a culminar.
El padre había llegado cansado enormemente
Entre ambos amorosos buscaban en aquel…
Que fuera su existencia, retoño bendecido,
No estaba… ¿Dónde andaba? ¿Acaso
se había ido?
- No creo –dijo la madre-, él es un hijo fiel.
La puerta se abre entonces cual tromba enardecida
- Mamá, papá!... ¡La vida
bendita es ante Dios!
Los quiero mis viejitos,
hermosos son ustedes
Yo soy su hermoso hijo, su
sangre, sus mercedes,
Promesa que ante el mundo
será graciosa voz.
Estaba resentido porque no
me escucharon
Decía que eran malos y me
dejaban mal…
Ante este mundo sucio tan
lleno de diabluras
Que ofrece perdiciones y
cosas tan impuras,
Y asustan al más bueno con
su presión fatal.
Pero de la tristeza y sufrir
ya nada queda
Puesto que hablé con Cristo
en su trono celestial.
Me dijo que la vida es dura
en su cruel marcha
Y debo recibirla con su punzante
escarcha,
También con los fulgores del
sol primaveral.
¡Oh padres los perdono por
no escucharme un día!
¡Mi terca rebeldía producto
fue del mal!
Les juro que más nunca yo
habré de condenarlos
Con juicios de ignorancia;
mi meta es perdonarlos
Pues soy su descendencia, su
herencia existencial.
Brotaron de los ojos de aquellos padres buenos
Mil lágrimas ardientes de amor y de ilusión.
Y al tiempo se abrazaron unidos por la vida
Los hijos y los padres, unión ya bendecida
Por Cristo que en la altura tocó su corazón.
Escucha
de tus hijos las dudas e inquietudes
Pues
siempre -no lo dudes-, requieren de tu amor.
¿Qué
estás hoy muy cansado? Pues saca unos minutos,
Reposa
y luego atiende el reclamo diminuto
Que
aquellos te presentan, cargados de dolor.
El
mundo es plaza abierta do nacen muchos males
Acechan
y circundan tus hijos la ocasión.
De
andar torcidas sendas que llevan a dolores
Donde
quizás no hay vía que invierta sus errores,
¡Cuida
por siempre el rumbo de su joven acción!
Que
Dios te dé sapiencia, grandeza y pulso firme
Para
guiar tus hijos por el duro vivir…
Ellos
serán tu vida y el sol de tus mañanas
Que
crece cada día, mientras crecen tus canas
Al
tiempo que conquistan un alto porvenir.
Nabonazar
Cogollo Ayala
Julio
15 de 2007
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