La esencia
de toda forma de dominación es la negación radical del otro, su no reconocimiento
en términos de igualdad consigo mismo, su soslayamiento y consecuente
anonadamiento. Las naciones del autodenominado primer mundo se han paseado por el planeta en diferentes momentos
de la historia, con una actitud soberbia de señorío y supeditación, que ha
intimidado y depredado a más de una nación empobrecida en África, Asia y
América latina. ¿Quiénes son ustedes? –Nos han dicho- Poco menos que nada, pseudo-seres nacidos en la periferia de la
existencia, cuyo eje neurálgico serían los grandes centros de poder
euro-atlánticos – Ha sido el vejamen fáctico de su respuesta. Imposible que
los latinoamericanos olvidemos la inveterada Doctrina Monroe… ¡América
para los americanos! Que en la práctica se tradujo en ¡América para USA! Resultados nefastos de ella: el desmembramiento
del mapa de Colombia en 1903, la anexión de las islas Hawái a la unión americana,
las invasiones norteamericanas a República Dominicana, a Haití, a Nicaragua,
etc. A finales del siglo XIX. Y la anexión de Puerto Rico –ahora en calidad de Estado Libre Asociado-, del archipiélago
de las Filipinas y la fatídica Enmienda
Platt, en la Constitución cubana, para mencionar solamente algunos ejemplos
que la historia no olvida.
Las grandes
potencias industriales del planeta tierra han depredado de manera grave e
irreversible los recursos renovables y no renovables del amado planeta azul: la
capa de ozono es la mejor prueba de ello, junto a las fuentes hídricas y a las
minas de hidrocarburos, entre otros. Y la soberbia de los grandes eco-destructores
planetarios, no reconoce límites. Ahora
se han autorrogado el derecho de
proteger la cuenca amazónica, porque la misma correría peligro en manos de esos
gobernáculos tercermundistas que a su
modo de ver, son per se, las naciones sudamericanas. Los grandes causantes del mal se autocalifican
como los administradores más expeditos de esa sacrosanta isla de biodiversidad y
de oxígeno que la rapacidad tecnocrática euro-atlántica ha dejado a su paso, en
la inatajable cabalgata eco destructora que su progresismo irracional ha arrostrado
consigo.
En ello se han visto y se siguen viendo señalamientos cruzados: París,
Londres, Washington, Ottawa, Tokio, Moscú, Berlín y Roma han señalado a Brasil,
Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia y Colombia, de ser gobiernos irresponsables
en cuyas manos la Amazonía avanzaría hacia la desaparición más segura, debido a
lo endeble de las instituciones democráticas de esos países, incapaces de
asegurar la preservación del Pulmón del
Mundo.
Y las propuestas para echarle
mano a la Amazonía han ido de lo pintoresco a lo inaceptable. Desde disminuir o
suprimir deuda externa a cambio de territorio amazónico, hasta la expropiación
definitiva de dicho territorio, con el velado apoyo de una eventual incursión
armada apoyada o bien por los Cascos Azules
de la ONU o bien por los soldados mercenarios de la OTAN. De otra parte, las
naciones amazónicas han exigido a las del llamado primer mundo, que en vista
que sus gobiernos son los causantes directos del preocupante deterioro
medioambiental del planeta azul, justo es que asuman plenamente los costos de
reparación a que haya lugar, como por ejemplo el costosísimo procedimiento de inyección
de fluido ozónico en la estratosfera con el fin de restablecer los niveles
necesarios para la reflexión de la radiación solar al espacio cósmico;
propuesta esta que Francia y Alemania e Inglaterra juzgaron inaceptable, en la Cumbre Mundial de la Tierra de Rio de
Janeiro, en 1992. Y que volvió a surgir, con variados tintes, en la pasada Cumbre de Río del 19 de junio de 2012,
con amargos enfrentamientos mutuos que condujeron solo a recriminaciones.
La semana
pasada el gobierno de Washington dejó entrever al del Brasilia la posibilidad
de la expropiación por vía coercitiva, de la cuenca amazónica brasileña, lo que
causó la indignación del gobierno brasiliense y fuertes pronunciamientos diplomáticos.
Tornemos
ahora al principio: La lógica de la dominación minusvalora, soslaya, pordebajea
y hace a un lado… ¿Qué son, en dicha óptica, las naciones latinoamericanas? Pseudo repúblicas, consideradas por las del
llamado primer mundo como apenas un recurso, susceptible de ser tomado gracias
a la no olvidada doctrina del destino manifiesto, malhadado entuerto del pensamiento
humano que se empecina en no morir.
América Latina
es ella misma, independientemente de lo que John Bull, el gallo francés o el
Tío Sam piensen de nosotros. Y lo será más cuando deje de idolatrar al extranjero,
que la niega y ridiculiza, y la instrumentaliza para sus propios y mezquinos
fines. Como dijo alguna vez José Vasconcelos, el filósofo mexicano: Por nuestra raza hablará el espíritu.
Nabonazar Cogollo Ayala
Madrid (Cundinamarca)
Marzo 6 de 2013
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