Educar y formar
niños y jóvenes, responsablemente para
la responsabilidad, en una época en que la macro tendencia general es la
irresponsabilidad, la vida relajada sin mayores compromisos (cultura light) y
el facilismo en suma, es una tarea ciertamente difícil. Más de un padre de
familia alcahueta se siente herido cuando a su hijo o hija se le pone una mala
nota, luego que pretendiera que le recibieran un trabajo, que debía entregar en
cierta fecha y que por razones no contempladas en el Manual de Convivencia, no entregó. Por ejemplo… “Se me olvidó por completo…”, “Yo sí lo
hice, fue que se me quedó…”; “Era que tenía que entregar trabajos urgentes de
otras asignaturas…”, etc. Ante
semejante desacierto de excusa, el
maestro le hizo una reflexión a su alumno sobre el valor de la responsabilidad
(traducido en este caso concreto en la puntualidad y el cumplimiento) y optó
por decirle… “Hijo, lo lamento pero había
una fecha fija para entregar ese trabajo. Lo que planteas no es una excusa
válida para el colegio. Recuerda que éstas siempre deben estar respaldadas por
documentos médicos o de certámenes en los que actuaste representando al
colegio, si ese fue el caso. Espero que tu próxima nota sea mejor que esta.
Buen día”.
Una vez el chico
llegó a casa, con su trabajo no recibido, la madre o el padre se ponen
furibundos y hablarán entonces de… “¡Desconsideración!
¿Así es como motivan a mi hijo en el estudio? ¡Esto es una injusticia!” Y
en los casos más extremos hasta hablarán de “Persecución,
tortura sicológica” y no sé qué otros despropósitos más, que su mal
entendido sentido paternal o maternal les dictarán. Ante estas pseudo razones, el chico sentirá
que lo que hizo estuvo bien y que está siendo objeto de una terrible injusticia
de parte de un maestro dinosáurico, incomprensivo, injusto, cruel y
perseguidor, que probablemente actúa
movido por algún tipo de animadversión personal, siniestra e inconfesable,
hacia el muchacho…
¿Esto
es educar para la responsabilidad? Sí lo es de parte del maestro que exige y hace
valer una norma previamente socializada y establecida; avalada además por la
legislación tanto institucional como nacional en materia educativa. No lo es de
parte del padre permisivo, que considera
que el mundo debe andar haciendo salvedades y excepciones para su hijo, porque
de alguna manera “mi muchacho siempre
estará asistido por la razón, la ley y la justicia”, lo cual no siempre es
cierto, aun cuando quizás sea lo deseable. Los padres consentidores hacen mucho
daño en nombre del amor, de un amor permisivo y mal entendido. No coadyuvan a
formar sino a deformar. Y a la vuelta de unos años entregan al país a unas
personas adultas, formadas en un irreflexivo medio donde la laxitud y la
irresponsabilidad más abierta y olímpica, echaron poderosas y profundas raíces
en sus nacientes personalidades. Tarde que temprano esos males prohijados desde
la propia casa, se vuelven contra el padre de familia que los alimentó y muy
tarde echarán de ver su error… Pero para entonces… ¡Cuánto daño han hecho y
permitido ya, sin quererlo y en nombre del amor! La educación para la
responsabilidad implica que el docente sea muy ético y profesional en sus
actuaciones y decisiones, las cuales deben estar ajustadas a justicia, ley y
derecho; y que sean susceptibles de ser auditadas en cualquier momento. Que el
alumno entienda el resultado de sus propias acciones, así le resulten incómodas
o pesadas de aceptar. Y que el padre de familia entienda que se está formando
el temperamento y el carácter de su hijo, quien debe entender también que todo acto tiene una consecuencia, muchas
veces ineludible, la cual deberá asumir, llegado el caso. EDUCAR PARA LA
RESPONSABILIDAD implica ciertas dosis muy medidas de dolor y de sacrificio, que
arrojarán como resultado, una persona madura, seria y objetiva, entrenada en
enfrentase a un mundo que no hace concesiones por razones personales, socio
familiares, de estrato socio económico, de apellido o de afectos, entre otras
variables sui generis. El día que los distintos actores así lo
entiendan y acepten, la gran ganadora será la patria colombiana, porque
tendremos a los egresados más responsables del mundo, cimentadores de la
verdadera y genuina nacionalidad.
Madrid (Cundinamarca), mayo
1° de 2013
República de Colombia