-Profe…
¡Cuéntenos un chistecito!
-¡No
hijo, no puedo! Debemos hacer clases…
-Pero
¿Por qué no?
-
En la vida no todo es chistes y aquí se le forma a usted para afrontar la vida,
no para asumirla con aire festivo e irresponsable…
-¡Su
clase me parece aburrida!
-Me
parece bien que así sea, para que se vaya acostumbrando…. ¡De puertas para
afuera usted se enfrentará con un aburrido jefe! ¡Con el aburrimiento de tener
que pagar las facturas de los servicios públicos! ¡Con el aburrimiento de tener
que responder por unos hijos! Y en suma con el aburrimiento de asumir una carga
diaria de normas y obligaciones que pocas veces o ninguna le consultaron a
usted…
-¡Ay
profe, no sea usted aburrido!
-¡La
vida tiene mucho de aburrida y eso no lo decidí yo ni lo puedo cambiar! Debo
formarlo a usted para el duro y exigente vivir… ¡Pongámonos a trabajar ya! En
ello consiste una buena parte de la responsabilidad y del empezar a tallar
nuestra personalidad con el duro e hiriente escoplo de la diaria exigencia, que
quita del tosco leño de nuestra personalidad, lo inútil, lo que sobra. Y deja
lo valioso y pulido, a la manera de una bella escultura…
-No
le entendí eso último profe…
-Ya
lo irá usted entendiendo en el diario trasegar, hay cosas que solo se entienden
y se aprenden conforme se van viviendo… ¡La mejor maestra que yo conozco es la
vida misma!
NABONAZAR
COGOLLO AYALA
Madrid
(Cundinamarca), mayo 11 de 2013
Siempre se puede hacer amena una clase y un trabajo.
ResponderEliminarLo aprendí de mis maestros y lo aplico en mi vida.
Concuerdo plenamente en ello. El poema denuncia el extremo vicioso de pretender hacer primar los chistes y el espíritu festivo e irresponsable, sobre el trabajo serio y aplicado. Por experiencia docente tengo que cuando se abusa de los chistes, durante el desarrollo de una clase, el chico tiende a creer que la clase es “poco seria” aun cuando en el momento lo celebre divertido. Aprecio y respeto mucho tu punto de vista, porque es igualmente válido y certero. Dios te bendiga, gracias.
EliminarNABONAZAR COGOLLO AYALA