En
mis ratos libres dedico una buena parte de mi tiempo al estudio de la
etimología, historia y significado de los nombres, esto es, a la onomatología
(Ónoma= Nombre/ Logía= estudio/ Onomatología: Ciencia que estudia los
nombres). La onomatología en mi país Colombia es bien particular y
me ha dado harto para estudiar, veamos unas cuantas perlas. El nombre
anglosajón John (de origen y procedencia hebreos, en cuya lengua significa
“Dios ha tenido misericordia, Dios ha dado”), ha sido harto mal
utilizado en Colombia. En nuestro desmedido, frenético y hasta irracional afán
por hacernos parecer como extranjeros en nuestra propia tierra, o por
extranjerizarnos; les ponemos a nuestros hijos nombres extranjerizantes, cuyo
significado y correcta escritura nunca se nos pasa por la cabeza averiguar. El
nombre John lo escribimos así: Jhon (¿?) y el hipocorístico Johnny
(Juanito) lo escribimos así: Jhony… Una variante hipocorística de
Johnny es Jack, que aquí poco y nada entendemos. Una vez supe
de un niño a quien la mamá le colocó Jack Albert, es decir… Juanito
Alberto. La variante rusa de Juan es Iván, que también lo he
visto escrito así: Ibán. La variante alemana de Juan es Johan
y la variante italiana es Giovanni. ¡Ah cosas del país del sagrado
corazón! Del antropónimo inglés Jane (Juana) y su equivalente francés Jeane,
se dio la variante hipocorística en tierras de Francia: Jeanette, que en
nuestra amada Colombia se mal escribe como: Janeth; Yaneth, Yanett, etc.
Una variante o derivación del nombre Juan o Juana, es Johana (en
lengua inglesa); que aquí lo he visto escrito como: Yojanna, Yojabna,
Johanna y hasta la muy extraña forma Yobjanna. ¡Ay hombre, hasta
donde nos ha llevado el sentimiento extranjerizante en nuestra tierra, sin
ciencia ni medida!
Del
nombre Pablo, femenino Paula (deriva del latín paulus=
pequeñito, pequeñita), la versión italiana es “Paola” y la versión
francesa con hipocorístico es Paulette, que equivale a decir Paulita,
es decir “La muy pequeñita”. La versión chibchombiana de Paulette
es Pauleth… ¡Ah cosas! Alguien dirá ¡Pero si los nombres propios
no tienen ortografía! Eso es muy cierto, pero con todo y eso, los
nombres sí tienen historia, significado, familia onomástica y tradición
morfosemántica. Y cuando se salen del marco morfológico, etimológico y
semántico que les es propio, surgen unos exabruptos antropónimos (es decir, de
nombres de personas), auténticos engendros onomásticos que lo menos que dan es
risa, asombro o desconcierto. Voy a dar unos cuantos ejemplos de los nombres
más extraños que he conocido en los últimos 20 años (escribo entre barras la
pronunciación fonética): Tuve una vez un alumno que se llamaba Janderson
Jwset /Íanderson Iuset/; una alumna se llamaba Yocira /Iosíra/; otra se
llamaba Anglesey /Angleséi/ -¡Igual que la isla inglesa del mar de
Irlanda!-. Tuve un alumno llamado Mauricio Moreno… ¿Cuál es la
particularidad? Que Mauricio en latín significa: “Moreno, de piel
pardo-cobriza”. Este muchacho se llamaba entonces “Moreno moreno”.
Tuvo otra vez a un alumno en la nocturna que se llamaba Johan Yobanny (¡Así tal
cual!). En consecuencia, él se llamaba “Juan Juan”.
Si
bautizáramos a nuestros hijos con nombres hispánicos y castizos, no nos
meteríamos en esas innecesarias camisas de once varas, cuyos extrañísimos
resultados, provocan risa y hasta batientes carcajadas en el extranjero. No hay
como los sonoros nombres:
- Alejandro,
Alejandra (Alexandr= El que dirige a los hombres,
en lengua griega). Nota: Sandro, Sandra
son variantes en italiano, en donde se escriben así: Alessandro,
Alessandra.
- Álvaro (Prudente guardián de todas las cosas=
lengua germánica antigua);
- Andrés, Andrea (Andrós=
Valiente, varonil, esforzado(a), en lengua griega).
- Camilo, Camila (Camilus=
Sacerdote, sacerdotisa, en antigua lengua etrusca);
- Carlos, Carla,
Carlota, Carolina (Karolus= Fuerte, valeroso,
esforzado (Carolina= la pequeña valiente, latín);
- Eduardo (Eadweard=
Guardián de la riqueza, lengua germánica antigua).
- Esteban, Estebana (Stéfanos= Venerable, coronado
en lengua griega);
- Felipe, Felipa (Fillipos=
El que ama los caballos, en legua griega);
- Isabel (Elisheva=
Juramento hecho a Jehová, lengua hebrea antigua).
- Javier (Etxberri= El que tiene casa nueva, jefe
del hogar, lengua vasca o euskera);
- Jesús (Yeshúa= Yahvé es
la salvación, en lengua hebrea antigua).
- Juan, Juana (Yoḥannan=
Dios ha dado, Jehovah ha tenido misericordia, lengua hebrea
antigua). Nota: Una variante hipocorística es Ana.
- Pedro,
Petrona, Petra (Petrus= Piedra, en latín);
Nota: Nombre teofórico derivado del Nuevo
Testamento: Tu es Petrus, et super hanc petram aedificabo Ecclesiam
meam et tibi dabo claves regni Caelorum. (Tú eres Pedro y sobre esta
piedra edificaré mi iglesia; a ti te daré las llaves del reino de los
cielos).
- Raúl (Radwolf=
Poderoso y valiente consejero, germánico antiguo);
- Víctor, Victoria (Victoria=
el que (la que) vence, en latín antiguo).
Para
mencionar solamente algunos de los ejemplos de nombres traídos por los
españoles a nuestra tierra, en tiempos de la conquista y la colonia. Ya para
concluir, la calentura no está en la sábana, dice un sabio dicho
de nuestra amada tierra cordobesa. No por mucho ponernos nombres
calcados sobre los extranjeros, vamos a ser extranjeros. ¡Seamos más nosotros
mismos y no imitemos burdamente lo que no somos! Rescatemos nuestro pasado y
redefinámonos a partir de él.
Madrid (Cundinamarca),
febrero 9 de 2013
Asombrado nuevamente por tu sapiencia, estimado Nabonazar, te saludo cordialmente agradeciendo este instructivo e interesante artículo.
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