sábado, 20 de junio de 2015

HOMENAJE AL MAESTRO MANUEL ANTONIO AVENDAÑO CASTAÑEDA


NOTICIA HISTÓRICA: Cualquier día del año de 1994, en alegre y amena tertulia con ese inolvidable amigo que fue el maestro MANUEL ANTONIO AVENDAÑO CASTAÑEDA, comentábamos sobre aspectos varios: música, los vallenatos de Carlos Vives, himnos, etc. Y en esas sonó por la radio, allá en su casa del barrio Santa Isabel (Bogotá), la hermosa y sentida canción del maestro Rafael Escalona Martínez, titulada JAIME MOLINA, en la versión de Carlos Vives. Al calor del bello cantar vallenato yo le dije:

-Maestro, le propongo algo… Si yo me muero primero, usted me compone una marcha fúnebre, al mejor estilo de la Marcha de Gounod. Y si es usted quien se marcha primero, yo le escribo un sentido poema In memoriam… ¿Le parece?
-¡Claro, don Nabonazar! Pero otra cosa… si usted se muere primero, me deja también su carro… ¡ja, ja, ja! Así sería siempre, eternamente recordado…
-Claro maestro, ja, ja, ja…


Los años pasaron y el inolvidable maestro Avendaño Castañeda se marchó a las regiones de la eternidad aquel 1° de abril del año 2009, a la edad de 75 años. ¡Qué duro era tener que cumplir aquella promesa, ofrecida al calor de una chistosa ocurrencia! Tardé años en reponerme y conseguir el necesario equilibrio emocional para poderlo acometer. Finalmente le escribí el poema prometido. Aquí está. Es una forma de hacerlo inmortal en las letras. Dios lo tenga en su santo reino hoy y siempre, inolvidable amigo y padrino de matrimonio. Amén. NCA

MAESTRO: MAUEL ANTONIO AVENDAÑO CASTAÑEDA
(Q.e.p.d.)
HOMENAJE AL MAESTRO MANUEL ANTONIO AVENDAÑO CASTAÑEDA
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

-I-
Manuel Avendaño fue el genio del piano,
El niño prodigio que al mundo asombró…
Un hombre menudo de ser soberano
Que en teclas sonoras laurel conquistó.

Nació en el hogar de Don Pedro Avendaño
Y de Guillermina, de sexto nació.
Perdió la visión por insólito daño
Empero la luz en su ser floreció.

Nació en Sogamoso, ciudad del acero
Y el sol, que deslumbra con limpio fulgor.
Las letras primeras cursó con esmero
En la capital que acunara su amor.

El más pequeñito en el noble colegio
Era Manuelito, su ser cautivó;
A los compañeros con límpido arpegio
De  prístinas risas que a todos les dio.

Un día al colegio llegó un visitante
Un gran personaje de lustre y valor.
¡Era el presidente! Con serio semblante
Manuel le dedica el discurso de honor.

Tocado en la fibra el sin par estadista
Lo abraza y lo besa con gran emoción…
¡Un millón de gracias! Le dice y palpita
El alma del niño de gran corazón.

Manuel va creciendo, su ser se desfoga,
El piano es su dicha, su gran ilusión.
En claustro jesuita se ciñe la toga
Del gran bachiller que se lanza a la acción.

Ingresa muy joven al Conservatorio
Donde su talento brilla como el sol.
Estudia abnegado, se ve su escritorio
Repleto de apuntes cual oro en crisol.

-II-
Manuel es modelo de estudio y sapiencia
Y todos lo imitan en la Facultad.
Sus dedos de oro muestran suficiencia
Tocando sonatas y fugas de Bach.

El joven estudia algo más de seis años
Y sale a luchar en la dura ciudad.
Toca en matrimonios, toca en cumpleaños
Se labra una fama ganada en verdad.

Un día Cupido llegó a su ventana
Y rosas galanas dejó en el portal…
Una chica hermosa cual fiel porcelana
Cautiva a Manuel en el limpio rosal.

Manuel y Teresa se casan, la vida
Da un giro en ascenso hacia la inmensidad…
Nacen cuatro niños, la unión bendecida
Da frutos radiantes de fe en mocedad.

Fue Martha primera, cual sueño adorado
Que alegra a la joven pareja ideal.
Y Fabio el segundo, llegó señalado
Como el estudioso de luz eternal.

Y Cristian Andrés, fue el amor de sus ojos,
Gracioso cariño de afecto filial…
Más Alba Mireya le adora de hinojos
¡Es rosa más dulce que un rico panal!

Manuel compra casa y adquiere ese piano
Que añora de joven, como un ideal…
Un piano alemán que al sonar en su mano
¡Resuena imponente con voz inmortal!

Ya tiene renombre en Colombia el pianista,
También organista y creador musical.
Manuel Avendaño la altura conquista
Con su arte armonioso de son celestial.

-III-
Los años pasaron los hijos crecieron
Manuel se hizo grande en la fama también…
La unión amorosa que ayer decidieron
Manuel y Teresa, dio fin con gran bien.

Y el gran organista siguió su destino
Ganando laureles, cumpliendo el deber…
El sabio maestro fundó con gran tino
Aquella coral de renombre doquier.

En su madurez conoció Manuelito
Una chica dulce de suave querer.
Lucella Quintero, quien dio un pequeñito
De amar y dulzura, fue Diego Javier.

Los últimos años ochenta llegaban
A la casa grande de Santa Isabel…
Llegó un jovencito, su rostro bañaban
Grandes ilusiones de gloria y laurel.

Buscaba al maestro para que pusiera
En música el himno de un serio plantel.
Así se conocen quienes compusieran
Mil himnos de grado, colegio y vergel.

Llegados los años noventa el pianista
Le pide a este joven le ayude al hacer…
La Tesis que al sabio maestro permita
La licenciatura que aspira a obtener.

Así se conocen Manuel y el letrista
Con quien grandes obras surgen en tropel.
El Título llega y el sabio pianista
Logra un nuevo escaño cual alto escabel.

El noventa y siete trajo un desafío
Que juntos prometen con gloria vencer.
Hacer del Cesar un cantar hecho río,
Un canto que exprese esa tierra en su ser.

-IV-
El Himno al Cesar se escribió sin tardanza
Manuel le creó su melódica faz.
Se manda al concurso, donde la esperanza
Es grito de euforia y afán pertinaz.

Unánime dice el jurado en el texto
Del acta final: “Es el himno triunfal”…
Entre dieciséis, ganador sin pretexto
¡El sabio corona un laurel nacional!

La vida en sus vueltas dio un giro violento
Manuel viaja entonces a Valledupar.
Junto con el joven quien va muy contento
En pos de aquel triunfo, don Nabonazar.

Mauricio Pimiento es el gran mandatario
Quien da a los autores del Himno al Cesar…
El premio feliz cual honroso palmario
De amor a esa tierra de airoso cantar.

Así Manuelito pisó con grandeza
El mundo del triunfo con gloria inmortal.
Entró al historial del Cesar, la belleza
Del himno es corona de luz celestial.

Manuel se nos fue cual farol en la altura
Lleno de grandeza y virtud sin igual.
¡Dejó cinco hijos, su viva figura!
¡Dejó su legado de luz musical!

Su gran ascendiente jamás lo olvidamos
Tampoco esa obra de ser colosal.
Arreglos corales y un himno que amamos
Por ser de sus luces el hijo inmortal.

Más himnos doquiera de varios colegios,
Canciones y valses, sentir eternal…
¡Manuel recordamos, como sortilegios,
Tus muchas creaciones de acento marcial.

 -V-
Tus hijos te adoran, Manuel siempre amado
Y como abuelito fuiste sin igual…
Muy consentidor, el abuelo soñado
Por esos chicuelos de amor tan filial.

Con ellos cantabas rondas en el piano
También villancicos en la navidad.
Los niños miraban como de tus manos
Brotaban canciones con facilidad.

Jugabas con ellos como un pequeñuelo
Fuiste compañero de juego a la par.
Cantabas, reías, gritabas señuelos
Manuel esos nietos no te han de olvidar.

El padre creyente, católico nato
Que misas tocaba, muy tradicional…
Tú fuiste ese hombre de juicio sensato
Que siempre orientaba con fe hasta el final.

Tu piano en silencio repasa tu ausencia,
La estancia tus notas extraña a cual más.
Manuel, le pedimos a Dios dé clemencia
A tu alma consciente y te ofrezca su paz.

Tu obra se encuentra en tu archivo guardada
Colombia impaciente la anhela escuchar…
Tus hijos verán cómo desempolvada
Renace a la aurora cual sol tutelar.

Manuel Avendaño doquiera te encuentres
Imploro al gran Dios te dé paz celestial.
Y bañe tu rostro con luces de oriente,
Y ponga un lucero en tu ser colosal.

Jamás te olvidamos, tu nombre sonoro
Es límpida nota de gran majestad.
¡En el cielo hermoso tus manos de oro
Tocan el concierto de la eternidad!

Madrid (Cundinamarca)
Enero 11 de 2014