sábado, 31 de mayo de 2014

LA HISTORIA DE LA CANCIÓN EL CORDOBÉS Por: Nabonazar Cogollo Ayala

EL NABO COGOLLO EN EL CABALLO DELIRIO

Canta pinto blanco, hazle honores a tu raza
Y que te acompañe el nazareno de la cruz…
¡Pelea como sabes tú, haz de tu pata una metralla!
¡Para que sepan en la valla, como pelean los del Sinú!

Desde los ya lejanos días de mi niñez crecí escuchando este clásico de la música de acordeón en la tierra cordobesa, de la autoría del compositor de San Jacinto (Bolívar), Adolfo Pacheco Anillo, quien se lo compusiera a mi padre, a cambio de un gallo fino de la cría de gallos de pelea que mi papá entonces tuviera y que era de fama en la región. La historia como se la escuché referir alguna vez a mi papá, es la siguiente, enriquecida con elementos de posteriores entrevistas y con dato documentales:

Corría el año 1963 y el acordeonero de San Jacinto, el señor de la cumbia y el lamento,  Andrés Landeros Guerra recorría la sabana con su acordeón terciado al hombro, acompañado en esta ocasión por Adolfo Pacheco, quien entonces era joven. Era el mes de febrero y en Cereté se celebraba la tradicional fiesta de la virgen de la Candelaria, que congregaba a toda la población en torno de las celebraciones religiosas y populares. Landeros y Pacheco se dirigieron entonces al Club Gallístico donde entraron en contacto con los grandes galleros de Cereté, entre ellos con Nabo Cogollo, quien sobresalía entre todo el personal con su personalidad imponente y su indeclinable don de mando. Corrían los ríos de “Tornillo”, es decir, de Ron Córdoba, la bebida popular de los sinuanos, al tiempo que se pactaban las apuestas y los gallos, esos gladiadores emplumados –como dijera el poeta cereteano Raúl Gómez Jattin-. El nombre populachero del Ron Córdoba le venía dado por la forma helicoidal de su botella. Una vez Landeros y Pacheco se abrieron paso entre la multitud, apretujada en el recinto cubierto de techo pajizo y hechas las presentaciones de rigor, los tres hombres acordaron participar de una parranda en la finca de Nabo, “La Florida”, ubicada a la orilla de la carretera entre Cereté y San Pelayo, en la margen izquierda, a 3 kilómetros de Cereté. La parranda fue proverbial y duró varios días, como era costumbre en mi casa. Dice Adolfo Pacheco Anillo en la entrevista que le concediera al periodista barranquillero Ernesto Mcausland, lo siguiente:

El cordobés fue un gallo de color pinto blanco que me regaló Nabonazar Cogollo, Nabo Cogollo en Cereté… Yo componía al principio, me fui con Andrés Landeros a Cereté, en una parranda de esas largas que hacía Nabo, y…y él me dijo, muy chabacanamente…

-Landeros cree que yo soy sordo porque se la pasa diciéndome en los discos… ¡Óyelo Nabo Cogollo! ¿Estás oyendo, Nabo Cogollo?
Entonces yo le dije…
-Hombe, yo te hago una canción…
¿Cómo?... ¿Usted hace canciones?
-Sí…
-Yo he oído mentar…
- A cambio de que me regales un pollo fino de esos que tienes ahí en tu gallería… Y me dice…
-¡Se lo lleva!
-Entonces yo a la próxima parranda, cuando ya hice, le avisé… le avisaron, entonces él organizó otra nueva parranda con sus amigos y yo le llevé la canción. Al principio la recibió como toda una canción así rara…
-¡Eso es poesía! -Me dijo Nabo!-... Eso es como poesía… ¿No tiene otra?
-No…
-¡No, está bien así! Está buena…
Total que la comenzamos a ensayar y ya al octavo día de parranda o décimo día de parranda, ya le iba gustando. Entonces la mandaba cada rato… ¡El gallito! Me decía… ¡Tóqueme El gallito! ¡Tóqueme El gallito!
-Nabo… ¡Yo lo puse el cordobés! ¡Tóqueme El gallito! [1]
Adolfo Pacheco se llevó aquel valioso gallo que Nabo Cogollo le había regalado, de su afamada cría gallística en Cereté. Mi padre, evocando aquel ejemplar de su cría y decía lo siguiente en su viejo libro de cuentas (del cual sobreviven unos fragmentos), en la letra cursiva de elegante estilo inglés que lo caracterizaba…
“Hijos del Patasuave, con la gallina jabaíta del Chevo, (nacieron) 4 pollos diseñados con un balazo en (el) ala izquierda…”[2]

Ernesto Mccausland entrevistó a mi padre en 2007, en su parcela El hatico, en las afueras de Cereté (vereda de La Pozona), en cuyo video el entrevistado anotaba lo siguiente, sobre el gallo el cordobés…

-De esos gallos salió un gallo viejo que nosotros lo pusimos el Patasuave, que se cansó de matar gallos, que él nunca tuvo estado. Y ese gallo peleó aquí y en todas partes, en Cúcuta, en Bucaramanga, en el Valle… Y ese fue el pa´e del pollo ese… (el cordobés) ¡Yo lo puse a amansar! La gallina se la fui a comprar al doctor Matera, allá en (la hacienda) Canaguay…[3]

El gallo de Adolfo Pacheco tuvo mal fin y fue derrotado por un poderoso y pendenciero gallo que le atravesó el pulmón con la espuela, cegando para siempre su preciosa existencia. Pero quedó la inmortal canción que lentamente fue conquistando el sentir de las gentes en Cereté y todo el departamento de Córdoba, quizás por lo sentido y emotivo de sus estrofas, hasta llegar a ser considerado un clásico de la música popular sabanera de acordeón. Homobono Venerando Cogollo Guzmán, popularmente conocido como Nabo Cogollo, partió a las regiones de la eternidad en su natal Cereté, el 28 de noviembre de 2011, a la edad de 77 años, dejando tras de sí 7 hijos y un enorme acervo de anécdotas, correrías y andanzas, como quiera que fue un hombre proverbial en el mundo de los gallos, los caballos de paso fino colombiano y los vallenatos.

El Cordobés fue interpretada alguna vez en una caseta, en vivo, por el cantautor guajiro Diomedes Díaz Maestre (q.e.p.d.), en la década de los ochenta. Diomedes  no se la sabía del todo bien pero el público enloquecido hacia la media noche, le coreaba… ¡Canta el Cordobés, el Cordobés!  Y Diomedes se animó a cantarla, pero la letra se la iban soplando al oído, a media que avanzaba el tema. Fue por eso que esa interpretación se caracterizó por repetir una y otra vez los versos de cada estrofa, al principio, lo cual le gustó mucho a la gente. De esta manera Diomedes tomaba un aire de respiro, mientras le decían lo que seguía del texto…

Tiene bella estampa, ay…
Tiene bella estampa, tiene bella estampa…
Brioso pico estirador,
Como son los gallos y pollos de Cereté.
Y yo lo puse el Cordobés…
¡Nabo Cogollo bien lo sabe!
Que cuando pica un pata suave
Sangre en la valla ven correr.

Algunos asistentes grabaron esta lucida interpretación, la cual fue editada posteriormente en estudio de sonido y que se consigue en youtube actualmente. Es por ello que los seguidores del Cacique de la Junta han llegado a creer que el Cordobés era creación de Diomedes, lo cual es ciertamente un error.

El cordobés ha llegado a ser considerada una especie de himno popular en Cereté y fue una de las canciones triunfales con que fuera recibido el boxeador cereteano César Canchila, luego de obtener el fajín de campeón mundial minimosca en 2008, como quiera que este afamado pugilista afirma que al escucharla recibe una especie de descarga eléctrica, que quizás le venga de Dios mismo, porque el deportista es cristiano.  Miremos un aparte de la crónica periodística…

…a César Canchila le cayó la primera de dos descargas eléctricas sobre su cuerpo cuando oyó en los altoparlantes la voz de su ídolo Diomedes Díaz con parte de la segunda estrofa del paseo vallenato 'El Cordobés':

Tiene bella estampa, brioso pico estirador /

Como son los gallos y pollos de Cereté.
 

El boxeador de Cereté, la población cordobesa cercana a Montería, se identifica con esa canción. "Me despeluqué al escucharla", afirmaría dos días después a Alberto Agámez, integrante de su esquina la noche del 26 de julio pasado en Las Vegas (E.U.)[4].

De esta forma se han compilado y consultado  las diversas fuentes informativas en torno al ya legendario paseo vallenato El cordobés (1963), cuyo inspirador, Nabo Cogollo Guzmán, en el cielo y quizás en tremenda parranda vallenata con los ángeles, no se cansará de cantarlo una y otra vez, al tiempo que los cereteanos reafirmamos nuestro sentir identitario en torno de esos sencillos pero emotivos versos, que erizan la piel de solo escucharlos, porque nos hacen sentir más sinuanos y cordobeses que nunca.  

Madrid (Cundinamarca), febrero 5 de 2014
EL NABO COGOLLO CON UNA DE LAS POTRANCAS DE PASO FINO COLOMBIANO DE SU AFAMADA CRÍA (1983, APROX)



[1] MACCAUSLAND, Ernesto. Adolfo Pacheco y El cordobés. El compositor colombiano Adolfo Pacheco invitó al periodista Ernesto McCausland a su gallería "El tropezón", en Galapa, Atlántico. Allí, entre gallos de pelea, le contó la historia de "El cordobés", uno de los mejores vallenatos. Crónica realizada con la nueva Nikon D7000. Cámara y edición: Ernesto McCausland/ Entrevista: Ana Milena Londoño/ Sonido: Naty Parra/ Asistente: Jorge Rondón. Subido el 02/02/2012.
[2] COGOLLO GUZMÁN, Nabo. Libro de cuentas. (Fuente documental directa), pág. 63. 1962, 1963. (Aprox.)
[3] MACCAUSLAND, Ernesto. Nabo Cogollo. Aquí está el Señor Nabo Cogollo…el que le regalo "El Cordobés" a Adolfo Pacheco. Subido el 15/07/2007.
[4] http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-4424517. Publicación eltiempo.com. Sección Deportes. Fecha de publicación: 2 de agosto de 2008

lunes, 26 de mayo de 2014

BENDICIÓN A TODAS LAS MADRES DEL UNIVERSO Por: Nabonazar Cogollo Ayala

BENDICIÓN A TODAS LAS MADRES DEL UNIVERSO
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

Bendice Dios todopoderoso
A todas y cada una de las madres del universo
A la madre del indigente
A la madre del policía, del soldado y del miliciano
A la madre del educador, del pastor y del ministro
A la madre del dirigente tanto del justo como del injusto
A la madre del que hace el bien en esta amada tierra
A la madre de aquel de quien dicen, que  hubiera sido mejor no haber nacido
A la madre del hermoso, a la madre del feo
A la madre del malvado y del desalmado
A la madre del mal hablado y a la de aquel que habla como los ángeles
A la madre del poeta inspirado en las alturas
A la madre del que ama, a la madre del que sufre
A la madre del enfermo y del deforme
A la madre del sano, a la madre del deportista
Y la de todos aquellos que aportan al tejido social
Y aun a las de los que tienden a destruirlo

Bendice Dios todopoderoso
A todas y cada una de las madres del universo
Porque en su función de ser fuentes dadoras de vida
No entrevieron el porvenir, quizás porque les está vedado entreverlo
Porque son madres
Y por amar, aun cuando no sean amadas ni reconocidas
Son la imagen misma de Dios
Al dar la vida nutricia
Como  la hoguera crepitante
De la cual se derivan
Las candelitas de nuevas y luminiscentes existencias

Bendícelas Dios todopoderoso
Hoy y siempre

Amén

Madrid (Cundinamarca)
Mayo 11 de 2014



jueves, 15 de mayo de 2014

A LA BANDERA DEL VICHADA Por: Nabonazar Cogollo Ayala



A LA BANDERA DEL VICHADA
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

Se levanta bajo un cielo madreselva en la espesura
La bandera del Vichada que a la patria liberó…
Con la luz de un sol radiante vichadense se vistió
Y su talle fue ceñido con sus campos de verdura.

El magnífico Orinoco va rugiendo en la llanura
Por su cauce va el centauro que ser libre declaró…
¡Esta tierra es de hombres libres! En el campo se escuchó
¡Es la tierra de los hombres que a la patria hicieron pura!

La bandera de mi tierra es pabellón de un suelo macho
Donde el hato ganadero va mugiendo y el muchacho
Va enlazando con destreza de la res el cabezal.

¡Adelante mi Vichada! Que eres grande en el estero
El moriche te saluda y te corona con esmero
Y tú alzas tu cabeza con tu ímpetu triunfal.

Madrid (Cundinamarca)
Mayo 3 de 2014

DE MAGISTRO Por: Nabonazar Cogollo Ayala


DE MAGISTRO
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

¿Quién es el loco, el harto, prehistórico, aburrido?
El mundo dice: ¡El maestro!
¿Quién es el que nada hace y se la gana suave?
Dicen los padres de familia: ¡El maestro!
¿Quién es el que se tira los fines de semana con puente festivo con sus m***cas  tareas y trabajos?
Dicen los alumnos: ¡El maestro!
¿De quién es que todo el mundo se burla y es objeto de chistes, agresiones y hasta de amenazas?
Del maestro
¿Quién nació cuerdo, sano y al cabo de 15, 20 años de trabajo continuo, tiene pitos en los oídos, padece de neurosis, sueños febriles con pesadillas y algunos hasta caen en profundas y mortales depresiones?
El maestro
¿Quién tiene sus días contados porque al cabo de los años los cursos e-learning auto dirigidos acabarán por reemplazarlo definitivamente?
El maestro
Pero mientras eso llega, pasarán aun varias décadas y nuestra sociedad seguirá vilipendiando y desconociendo al artífice y transmisor de la cultura en las generaciones de niños y jóvenes.
¡Protege, Dios todopoderoso, a los docentes entregados y convencidos que aún quedan sobre la faz de la tierra. Así sean atacados, vilipendiados, burlados, maltratados, desconocidos y hasta olvidados; aun así, mantén en alto la llama del ideal que anima y da sentido a sus vidas.

Mayo 15 de 2013
Madrid (Cundinamarca)

domingo, 11 de mayo de 2014

EL APORTE REGIONAL A LA LUCHA DE LA INDEPENDENCIA Y LA CREACIÓN DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA Por: Nabonazar Cogollo Ayala


EL APORTE REGIONAL A LA LUCHA DE LA INDEPENDENCIA Y LA CREACIÓN DE
LA REPÚBLICA DE COLOMBIA
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

Declaro que establecida la República en forma segura,
rehusé cobrar recompensas y adquirir honores por mis servicios
prestados y los de mi familia, a pesar del brindis
del General Francisco de Paula Santander…

MARÍA DE LA CONCEPCIÓN LOPERENA DE FERNÁNDEZ DE CASTRO
(Testamento, 1º de febrero de 1835, hacienda El Limonal. Valledupar)

En el seno de la entonces Provincia de Santa Marta, que se extendía en tiempos coloniales allende las líneas limítrofes de los departamentos actuales del Cesar, Magdalena y la Guajira; se gestó en la señorial Valledupar a partir de la segunda década del siglo XIX (1812 – 1813 y ss.), con la decidida participación de patriotas de El Paso, Chiriguaná, La Jagua de Ibirico, Tamalameque y Becerril entre otros, un movimiento rebelde de apoyo al proyecto republicano de libertad absoluta, que Simón Bolívar (1783-1830) fomentaba en la zona como una forma de apoyar a los cabildistas de Cartagena de Indias. Este apoyo a la causa republicana empezaría a reemplazar en el sentir de las gentes de la región, el ancestral afecto realista, de sólida raigambre colonial,  por el apego al ideal de la república, que echaría los cimientos del futuro Estado y de los valores intrínsecos que habrían de servirle de fundamento. ¿Cómo se iniciaría dicho proceso? ¿De qué manera los futuros cesarenses, fuertemente apegados a sus tradiciones y amantes del ideal libertario; aportarían al ideal republicano? Permítasenos que el hilo de los tiempos nos lleve a presenciar el proceso de conformación histórica de la estructura socio-cultural de la región, como una forma de asistir a la constitución misma del ser, el sentir y el pensar de las actuales gentes del Cesar, el Magdalena y la Guajira; hasta desembocar en los tiempos de la independencia, con toda su compleja dinámica.
§ 1. PROCESO DE HISPANIZACIÓN DE SANTA MARTA Y VALLEDUPAR. El primer gobernador de la Provincia de Santa Marta según noticia de los cronistas habría sido el propio Don Rodrigo de Bastidas y Galván (1460? – 1526) quien habría fundado la ciudad el 29 de julio de 1525, “día de Santa Marta, cuyo nombre puso a la ciudad”[1]. Sobre el particular dice el también cronista don Juan de Castellanos en sus Elegías de Varones Ilustres de Indias, lo siguiente:

Los indios de la tierra principales
Y aun todos los demás eran muy ricos,
Pues solían hallar tiempo pasado
Entre ellos cuantidad de oro labrado (sic).

Y ansí con este cebo los varones (sic)
Primeros encorrer estas partidas, (sic)
Rescataban de paz por los ancones
Y volvían las bolsas proveídas: (sic)
Fue principal en estas ocasiones
El capitán Rodrigo de Bastidas,
Que en Haití, do tenía su reposo,
Se hizo con los tractos caudaloso. (sic)
(…)
Años de veinte y seis sobre quinientos
Llegó con buena copia de soldados,
Tan escogidos para sus intentos
Que fueron con razón solemnizados,
Y en las entradas y descubrimientos
Ningunos en valor más señalados:
Día de Santa Marta tomó puerto,
Y este nombre le dio común encierto. [2]. (sic)

Bastidas habría acordado pactos de paz con los principales caciques indígenas tanto al norte como al sur de la Provincia de Santa Marta (Gaira y Taganga, respectivamente), luego de haber dispuesto su evangelización. El ansia desmedida de oro por parte de los hombres de Bastidas llevó a que una conjura de aquellos perpetrara contra el gobernador un intento de asesinato, lo que se materializó en varias puñaladas propinadas a Bastidas durante la noche, quedando milagrosamente vivo; por lo cual éste determinaría delegar la gobernación y huir a Santo Domingo en la isla La Española donde murió un año después a causa de dichas heridas. Asumiría la gobernación en Santa Marta don Pedro Badillo, quien continuaría la obra de expansión territorial, aunque posteriormente sería relevado por García de Lerma, por decisión del emperador Carlos V en 1528. Desde Santa Marta se habría llevado a cabo consiguientemente el despliegue conquistador y fundacional hispánico, tanto hacia el interior del país, como hacia las naciones o tierras de los indígenas adyacentes a Santa Marta. Dichas naciones indígenas eran en el siglo XVI las siguientes, según el criterio del historiador Simón Martínez Ubarnes[3]


NACIONES INDÍGENAS
UBICACIÓN SEGÚN LA ACTUAL DENOMINACIÓN
1.
Provincia de Eupari, subdivida en los pueblos de: Los Socuigas y Los Eupari o Upar (de estirpe chimila).
El sur de la Guajira y el Nororiente del Cesar
2.
Provincia de Chiriguano. Subdividida en los pueblos indígenas de: Los Tupes, Los Pampanillas, los Chiriguanáes y los Samirúa.
Franja del río Zatzare (Cesar) hasta las estribaciones de la cordillera de Perijá; incluyendo Santa Ana de los Tupes y Chiriguaná. Actuales territorios de los territorios cesarenses de: El Tupe, Tocaimo, San Roque de Chiriaimo, San Diego, El Pueblito, Becerril, Chiriguaná y El Rincón.
3.
Provincia de Pocabuy o Pacabuy.
Sur del actual municipio de Chiriguaná, hasta territorios de la ciénaga de Zapatosa; tierras de los indígenas: curumaníes, los Dubeyes (Motilones) y los de Saloa.
4.
 Provincia Malibú.
Costado noroccidental de la ciénaga de Zapatosa  y un tramo del río de la Magdalena; actuales municipios de El Banco (Magdalena), El Paso, Chimichagua y Chiriguaná.
5.
Provincia de Mosquito. Subdividida en los pueblos de: Los Tamalaguatacas, los Tamalameques, los Buturamas, los Chitareros y los Hacaritamas. 
Extremo sur del Departamento del Cesar.
6.
Provincia de los Chimilas. Subdividida en los pueblos de: Los Yarés y los Tomocos.
Noroccidente del Cesar, en territorios de los municipios de: Bosconia, Astrea y El Copey.
7.
Provincia de los Arhuacos, Macongana y Taironaca.
Territorios del centro y el sur de la Sierra Nevada de Santa Marta.
El proceso de incursión española fue cruento y escribió páginas de dolor inenarrable para los pueblos ancestrales de las riberas del Magdalena, la ciénaga de Zapatosa y el área fluvial de continuos desbordamientos del sur de la depresión momposina. La mayoría de las naciones indígenas referenciadas eran ceramistas y orfebres, por lo que trabajan primorosamente el oro en calidad de ofrendas votivas a sus dioses, generalmente astrales o vinculados al culto al agua. La Ciudad de los Santos Reyes del Valle de Upar habría sido fundada legalmente y de manera definitiva el 6 de enero de 1550, el mismo año en que se creaba en Santa Fe la Real Audiencia en Santa Fe, por lo cual algunos historiadores consideran dicho año como el inicio formal de la Colonia en nuestro país y el fin del proceso de conquista en la mayor parte de sus territorios. La incursión hispánica en la nación Chimila no fue fácil y llevó poco más de un siglo su proceso de sojuzgamiento  el cual se logró solo parcialmente. El conquistador español y gobernador de Santa Marta don Lope de Orozco y sus tropas se enfrentaron contra el resuelto cacique chimila Sorlí en el año de 1583 y al parecer los hispanos fueron derrotados por hábil traición y engaño del mencionado cacique, quien les habría prometido a los hispanos grandes raciones de oro. Posteriormente el también gobernador de Santa Marta, don Diego de Olivares perpetraría un segundo intento de dispersar la nación Chimila y adueñarse de sus vastos terrenos en el año de 1680, con similar resultado. El cacique Tamalaguataca (quien ostentaba el título nobiliario local de Gran Cacique)  se enfrentó contra las tropas del Licenciado Juan Gallegos quien era uno de los hombres del gobernador don Pedro Fernández de Lugo. Los indígenas ribereños, expertos en el arte de emponzoñar, le clavaron una flecha envenenada con el zumo del barbasco, a Gallegos en un ojo. Valga  anotar que el Gran Cacique recibió el apoyo militar efectivo de varios otros señores principales de la zona, como fueron los caciques: Pencellón, Mompox, Tamaísa Zambo, Chingalae, Cimití, Maca, Chocorí, Chuquícoque y Talaígua[4]. Los hispanos fueron abatidos por esta confederación indígena de las riberas del Magdalena, aunque ello no sería definitivo. El curso de la historia no daría marcha atrás y la superioridad numérica y en calidad de armas de los hispanos acabaría por imponerse. A continuación el cuadro de las fundaciones cesarenses procedentes del siglo XVI:

LAS FUNDACIONES MÁS ANTIGUAS DEL CESAR

NOMBRE DE LA FUNDACIÓN Y AÑO
FUNDADOR (ES)
1.
Chiriguaná, 1530? / 1545?
Pedro Juan de Hernández
2.
Tamalameque (San Miguel de las Palmas de Tamalameque), 1545?/ 1680?
Pueblo de indígenas, tuvo varios actos de fundación y varios fundadores. Tradicionalmente se dice que fue Lorenzo de Martín en 1544[5].
3.
Valledupar, 1550. (Ciudad de los Santos Reyes del Valle de Upar).
Capitán: Hernando de Santana.
4.
Río de Oro, 1568.
Alférez Mayor: Mateo Corzo,
Capitán: Juan de Gálvez Caballero y
la Sra. Catalina de Gálvez Caballero.
5.
González o Burgama, 1570. (La Loma de González)
Colonizada por varias familias españolas
6.
Gamarra, 1583.
Capitán: Lorenzo Fernández de Rojas
7.
Becerril del Campo, 1594
Bartolomé de Aníbal Paleólogo y Becerra

§ 2.   PERÍODO DE LA COLONIA EN LA PROVINCIA DE SANTA MARTA
La ciudad y su término territorial homónimo empezarían su lento proceso de población mientras la dinámica colonial con su proverbial lentitud se desarrollaba. Santa Marta fue convertida en el segundo puerto en importancia de la Nueva Granada o “Puerto Menor”, después del activo puerto de Cartagena de Indias. Las tierras provinciales eran netamente agrícolas y pecuarias, pese a lo árido del terreno en algunas zonas. Las tierras aluviales servían para la producción pecuaria al por mayor, aun cuando la introducción de razas óptimas para la tierra y lo duro del clima se daría muy tardíamente. También se extraían maderas finas de exportación (caobos, gateados, ébanos, granadillos, nazarenos, cedros, robles y guayacanes), tanto en las actuales tierras del Cesar como en la Guajira. Se cultivaba en toda la región: caña de azúcar, maíz, algodón, yuca y algunos frutales. El cultivo del algodón y la caña de azúcar fue introducido por los españoles durante el transcurso de las primeras décadas de la colonia
§ 3.        LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA 
A raíz de la incursión de Napoleón Bonaparte (1769 - 1821) en España en el año de 1808, lo que significó el encarcelamiento en Bayona de Carlos IV (1748 - 1819) y el infante Fernando, quien posteriormente sería Fernando VII (1784 - 1833); y la proclamación de José Bonaparte (1768 - 1844) como nuevo rey de España, se desencadenarían los hechos de rechazo al rey usurpador tanto en España como fuera de ella. Este fue el inicio de las guerras independentistas, tanto de los españoles respecto de la Francia Napoleónica; como de las colonias hispanas en América respecto de la España dominada por Bonaparte. En España el pueblo madrileño capitaneó el alzamiento nacional en armas contra los guardias de Napoleón, son tristemente célebres los sucesos del 2 de mayo de 1808 inmortalizados en el lienzo por el célebre pintor Francisco de Goya y Lucientes (1746 – 1828). En Cádiz y otras ciudades españolas se formaron Juntas de Gobierno leales al cautivo Fernando VII y abiertamente antibonapartistas, pero la principal de ellas fue la Junta Central de Gobierno o Junta de Regencia, capitaneada por el Conde de Floridablanca, con sede en Sevilla de donde luego huyó a la isla de León, siempre perseguida por las tropas de Napoleón.  En el Virreinato de la Nueva Granada se tendría noticia de los graves hechos de la península y el virrey don Antonio Amar y Borbón (1742 - 1826) reconoció a la Junta de Regencia como depositaria de los poderes de Fernando VII cautivo en la ciudad francesa de Bayona. La guerra de liberación en España transcurrió con reveses para ambos bandos hasta el punto que en 1810 la Junta de Regencia determinó enviar Comisarios Regios a las colonias de América en busca de apoyo económico y militar, de ser posible, para la liberación de Fernando, a quien ya apodaban “el deseado”. A Cartagena llegaría el militar criollo y capitán de fragata de la Real Armada, don Antonio de Villavicencio (1775 – 1816) quien autorizaría en dicha capital la formación de una Junta de Gobierno similar a la de Sevilla, lo cual generó malestar e inconformidad entre la población hispana de la ciudad  y aun en la capital del virreinato.  A la ciudad de Quito llegaría el también criollo don Carlos Ramírez Montúfar (1780 – 1816), Marqués de Selva Alegre; y el resultado fue idéntico, con la consiguiente proclamación de la Junta de Quito. Una vez Villavicencio llegó a Santa Fe los criollos más prestantes se convocaron alrededor del Comisario Regio para obtener de él prerrogativas similares a las de sus homólogos cartageneros. No obstante la autorización para la conformación de la Junta de Gobierno capitalina debía emanar del propio virrey, quien se mostró renuente a ello quizás porque veía de esa forma desconocidos sus derechos y prerrogativas como máxima autoridad local.  Los hechos subsiguientes son harto conocidos y no nos detendremos mucho en ellos por cuanto centrará nuestra atención la participación cesarense en el proceso de formación y consolidación del proyecto político República de la Nueva Granada, que a partir de 1863 asumiría el nombre de Colombia por inspiración netamente bolivariana. La República de Colombia tal y como la conocemos en la actualidad es producto directo de lo que anteriormente fuera la República de la Nueva Granada, aun cuando es necesario acotar que la república neogranadina contaba con un territorio un poco mayor que el actual[6]. Los sucesos autonomistas del 20 de julio de 1810 en Santa Fe fueron lentamente conocidos en diferentes lugares de la geografía nacional, donde patriotas locales contagiados del fervor cabildista, conformaron en algunos casos Juntas de Gobierno similares a las de Cartagena y Santa Fe, que proclamaron o bien la adhesión al monarca Fernando VII prisionero en Bayona y la rebeldía contra el usurpador Bonaparte en el trono español. O bien el desconocimiento de la Junta Central de Sevilla. Estos casos se dieron en: Rionegro (Antioquia), Santa Fe de Antioquia, Santa Cruz de Mompox (6 de agosto de 1810), Cartagena (11 de noviembre de 1811),  Pamplona (4 de julio de 1810), Cali (3 de julio de 1810), entre otras. 
¿Cómo se asumieron los hechos de la declaración de autonomía local del virreinato en la Provincia de Santa Marta?

Reinaba en buena parte del término territorial samario un indeclinable sentimiento realista, por lo cual se puede afirmar que las reacciones generalizadas fueron adversas al cabildismo local, con algunas excepciones como ya lo veremos.  En el casco urbano de Santa Marta y en los predios hacendísticos aledaños, se había levantado una poderosa élite española poseedora de títulos nobiliarios peninsulares, que durante siglos había detentado posiciones envidiables de privilegio tanto en fortuna personal como en influencia política. Se estima que hacia la primera mitad del siglo XIX Santa Marta contaría con 20 familias principales, entre las cuales se repartían los cargos locales de importancia[7]. Cuando llegaron a Santa Marta en 1810 las noticias del desconocimiento del gobierno español napoleónico y aun de la Junta de Regencia, la reacción fue de rechazo, aun cuando algunos sectores patriotas locales apoyaron clandestinamente a los autonomistas santafereños. Hubo manifestaciones de airada protesta entre realistas y militares locales cuando se conoció la noticia que el Virrey don Antonio Amar y Borbón había sido separado del cargo, junto con la virreina, Doña Francisca Villanova; por parte de la Junta de Gobierno de Santa Fe. El 10 de agosto un grupo de ciudadanos se reunieron en la denominada Casa Consistorial y convocaron un cabildo abierto, similar al santafereño, con el ánimo de conformar una Junta de Gobierno local que apoyara interinamente al Rey Fernando VII encarcelado por Napoleón Bonaparte. La conformación de dicho cuerpo colegiado quedó establecida con la siguiente participación: El Gobernador Víctor Salcedo quedó en calidad de presidente y Don José Munive, como vicepresidente. En calidad de vocales quedaron: Antonio Viana, Basilio García, Pedro Rodríguez, Rafael Zúñiga, el Teniente Coronel José María Martínez Aparicio, José Ignacio Díaz Granados, Manuel María Dávila de Narváez[8], Francisco Díaz Granados y Esteban Díaz Granados[9]. Esta nueva Junta de Gobierno juró con la mano puesta sobre los Evangelios la siguiente fórmula pro realista: “Juramos derramar nuestra sangre y sacrificar nuestras vidas en defensa de nuestra religión católica, apostólica y de nuestro muy amado Soberano, el señor Don Fernando VII y defender la libertad y seguridad de la patria”. Algunos meses después, al año siguiente,  se sabría que el cabildo local de Cartagena de Indias había dado un paso más audaz que el de Santa Fe y el 11 de noviembre de 1811 había declarado la independencia absoluta de España, lo cual rompía con todas las consideraciones y miramientos debidos a la Corona y ponía en el tapete de la política neogranadina  la posibilidad de la independencia. El partido realista samario enfiló baterías a partir de entonces contra Cartagena, a cuyos patriotas juzgaba como traidores a Dios, a la patria y al Rey. La pequeña Santa Cruz de Mompox había declarado igualmente la independencia absoluta de España  el día 6 de agosto de 1810, aun cuando dicho hecho no fue de la trascendencia del de Cartagena, por tratarse esta última de la capital provincial. Los propios cartageneros lo desconocieron y aun intentaron reprimirlo sin mucho éxito.

§ 4.        LOS HIJOS DEL CESAR APORTAN A LA NACIENTE FORMACIÓN DEL PAÍS
La colonial Valledupar era, guardadas las proporciones, una réplica de su homóloga Santa Marta, aun cuando con algunas especificidades derivadas de su marcada influencia indiana dada su proximidad al país de los arhuacos y sus descendientes, lo mismo que por haberse erigido en tierras de la legendaria nación de los guerreros indígenas Chimilas; de quienes había recibido durante siglos el constante asedio debido al odio secular que estos guardaban contra el robo y pillaje de los primeros  conquistadores españoles, hacia el siglo XVI.  El primer Castro en llegar a Valledupar había sido don José Manuel Fernández de Castro quien contraería nupcias con la futura heroína valduparense María de la Concepción Loperena Ustáriz quien cultivaría una gran amistad con el coronel venezolano Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, el futuro libertador. Los Araújo habían llegado de España a Santa Marta, aun cuando una rama de ellos pasaría a Valledupar, encabezada por el coronel Araújo quien se establecería en una extensa hacienda ganadera en inmediaciones de la Sierra Nevada y la cordillera de Perijá. En tiempos de la independencia se habrían asentado igualmente los Pavajeau, su más lejano antepasado es el médico francés Tomás Pavajeau quien se radicaría en Valledupar, procedente de la región francesa de Nantes y habría llegado procedente de Jamaica donde quizás habría tenido contacto breve con Bolívar, con quien según se cree habría cultivado una estrecha amistad.  Los Zuleta habrían llegado procedentes de Jerez de la Frontera en tiempos de la conquista, acompañando al Gran Mariscal Jorge Robledo y una rama se asentaría en Santa Marta, de donde habrían pasado posteriormente a Valledupar.  Es de anotar igualmente que el término territorial valduparense recibió la corriente migratoria de negros cimarrones provenientes tanto de Maracaibo como de la Villa de Mompox, durante los siglos coloniales, lo cual determinó el surgimiento de una trietnia con fuerte arraigo local, marcado especialmente por el sentimiento hispánico; aunque con marcada tendencia libertaria propia de los cimarrones y sus descendientes[10]. La nación Chimila pervivía pese a todo y resguardaba su territorio que se extendía desde inmediaciones del actual municipio de Plato (Magdalena) y parte de las tierras samarias, hasta Tamalameque (Cesar). Esta franja territorial denominada El corredor del Cesar resultó prácticamente impenetrable en tiempos coloniales y aun de la república. Procedentes de Santa Cruz de Mompox se habrían asentado en actuales tierras del Cesar, prestantes familias latifundistas como los Mier y Guerra, los Gutiérrez de Piñeres, la familia Pupo y los Tres Palacios, entre otras. El sistema de haciendas prosperó en tierras centro cesarenses, ante el evidente fracaso del sistema de encomiendas que intentó ser introducido durante la colonia.  Los centros urbanos más importantes en la zona en tiempos de la primera independencia eran: Valledupar, Valencia, Becerril, El Paso y Chiriguaná. Sobre el río Magdalena: Tamalameque y el asentamiento de Puerto Real posteriormente destruido por los indígenas. En tiempos de la independencia los asentamientos urbanos o semi urbanos satélites de Valledupar eran los siguientes:

ASENTAMIENTOS URBANOS O POBLADOS ALEDAÑOS A VALLEDUPAR

CABILDO, MUNICIPALIDAD, POBLADO O DOCTRINA
DATOS HISTÓRICOS
1.
San Ángel
Fundada en 1580 por órdenes del gobernador Lope de Orozco, como estrategia para neutralizar a los aguerridos Chimilas y Tupes. Fue levantada en el corazón mismo de la nación Chimila. Aun hoy en día subsiste.
2.
Villa de Becerril de Campos
Fundada el 4 de enero de  1593 por Bartolomé de Aníbal Paleólogo y Becerra como ya antes lo habíamos anotado.
3.
Villa del Paso del Adelantado[11]
Tuvo su origen en una encomienda a cargo de Bartolomé de Aníbal Paleólogo y Becerra, la que posteriormente se convertiría en hacienda familiar, como era costumbre en la época. Se habría formado en 1602.
4.
Villa del Dulce Nombre de Jesús, posteriormente llamada Pueblo Bello
Población fundada sobre la base de un pueblo de indios, por el capitán Antonio Flórez, hacia el año de 1589. Del poblado original saldría el vecino pueblo de Valencia de Jesús.
5.
Villa de Valencia de Jesús
Escindida de Pueblo Bello y refundada en tierras de los indios arhuacos, hacia el año de 1590, por el capitán Antonio Flórez.
6.
Villa de San Sebastián de Rabago (Nabusimake)
Centro ceremonial indígena en estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta. Organizada en fundación hispánica hacia 1570 aprox., por Fray Silvestre de la Bata.
7.
Villa de San Juan del Cesar
Fundada en 1700 por el capitán valduparense Salvador Félix Arias.
8.
Villa de San Lucas de El Molino
Población hispánica levantada sobre un sentamiento indígena de la etnia de los bravíos Cariachiles. En principio fue encomienda del Marqués de Valde-Hoyos. Data del siglo XVI.
9.
Villa de San Agustín de Farias de Fonseca (o de los Cariachiles)
Parroquia o sitio de doctrina de la parroquia de Valledupar, en tierras de indios.
10.
Villa de Santa Cruz de Urumita
Sitio de doctrina de indios, erigida en el año de 1739 por el licenciado Francisco Baquero. Era dependencia parroquial de Valledupar.
11.
La Jagua del Pilar
Poblado ligado en calidad de corregimiento al cabildo de Valledupar. Fue erigido en poblado a partir de la población indígena local, en tierras de la hacienda El Limonal, de María de la Concepción Loperena de Fernández de castro; quien se reputa como su fundadora. Actualmente es municipio guajiro.
12.
San Diego
(Villa de San Roque de Chiriaymo)
Encomienda del capitán español Don Diego de Nevado (Diego Pata). Fundado en 1697 en calidad de encomienda.
Como se puede apreciar, Valledupar había sido en tiempos coloniales centro neurálgico de expansión de la colonización hispánica en el valle de los ríos Cesar, Guatapurí, Ariguaní y el sector cenagoso formado por el río Grande de la Magdalena, en un tramo importante de su recorrido y zona de irrigación hídrica.
¿Cómo se asumió en la Ciudad de los Santos Reyes del Valle de Upar la noticia de la independencia tanto cartagenera como santafereña y la contra reacción samaria?

En las casas del marco de la plaza habitaba la élite hispana o hispano descendiente de la creciente ciudad colonial. Los cargos principales del cabildo eran detentados entonces por designación directa desde la metrópoli samaria, entre los Castro, los Araújo, los Valdés y los descendientes del fundador legal el Capitán Hernando de Santana, entre otras familias prestantes. Es de suponer que dichas familias habrían sido afectas al sentimiento realista imperante en Santa Marta, ello en razón de sus posiciones de privilegio tanto a nivel económico como político; y de que tenían la representación del gobierno peninsular.  Algunos historiadores locales han afirmado que Valledupar se convirtió en un foco de resistencia patriótica, contra el denodado realismo tanto samario como de Riohacha[12] y que el sentimiento republicano se habría anidado en el sentir popular, donde la figura atávica, legendaria y paternal del rey habría venido a menos en las últimas décadas, en función de un proyecto político republicano afín al ideal revolucionario francés y al modelo norteamericano.  El historiador cesarense Tomás Darío Gutiérrez Hinojosa afirma que en Valledupar, una vez sabida la noticia de la insurrección cartagenera y santafereña:
Se quemaron las armas del Rey y se impuso pena de muerte a quien comerciara con (la realista) Riohacha[13]

Esta es una tesis novedosa, poco conocida en la historiografía local, la cual es de suyo atrayente y amerita ser más ampliamente documentada, aunque en parte lo ha sido. La postura tradicional de los historiadores, tanto colombianos como foráneos sostiene que Valledupar, de manera similar a Santa Marta y Riohacha, era abiertamente realista.  En este sentido se pronuncia la historiadora francesa Christiane Laffite Carles cuando afirma lo siguiente:
(El coronel Mariano)  Montilla tuvo que enviar (en 1820) 500  hombres a Valledupar, logrando ocupar la región rápidamente pese a los caminos poco transitables y a una cierta reticencia de sus habitantes, enemigos de la Independencia. [14] 

Somos de la postura que en Valledupar, a semejanza de Santa Marta, Chiriguaná, Rio Hacha, Tenerife, Mompox,  y la propia Cartagena, se habían formado dos facciones políticas claramente contrapuestas ante los últimos acontecimientos: una, liderada por hispanos e hispano descendientes afines al sentimiento monárquico y abiertamente antirrepublicanos[15]. Esta facción recibiría el apoyo de un sector importante de la población a la cual se sumaba una buena parte del estamento indígena, por cuanto la figura ancestral del Rey era muy fuerte en el sentir popular y se había alimentado durante más de doscientos años. Es preciso recordar que las leyes de la Corona tanto de Castilla (en principio) como de la posterior España unida (1517 y ss.), se inclinaron a favor del indígena, lo cual se cumplió -aun cuando fuera solamente en parte-, de ahí el sentimiento realista de los indígenas[16]. Otra facción sería la netamente republicana, conformada por criollos ilustrados locales, educados en Europa, afines al ideal revolucionario francés, acicateado con los ejemplos revolucionarios tanto de Haití en las Antillas, como de los Estados Unidos de América. La historiadora colombiana Margarita Garrido apoya la tesis de Tomás Darío Gutiérrez Hinojosa, en los siguientes términos:

En septiembre de 1810 los cabildos de Tenerife, Guaimaro, Sitio Nuevo, San Antonio y Remolino se adhirieron a la política de la Junta de Santa Marta. En noviembre dicha junta envió sus comisionados a estos pueblos y en los de Santa cruz, San José, Penón y Pedraza para afianzar el amor a la causa del Rey y a solicitar que eligieran diputados. A pesar de ellos en varias poblaciones y en Valle Dupar un buen número de vecinos deseosos de unirse a la causa patriota y a la Junta de Santa Fe. En 1811 la Junta Suprema mandó misivas a los cabildos de la provincia tratando de sustraerlos de la lealtad a Santa Marta y aunque no logró mucho, se decía que en Valledupar y Valencia de Jesús no se obedecía a Santa Marta. Chiriguaná se separó de Tamalameque, El Banco formó gobierno autónomo. [17]

Es de anotar que el naciente sentimiento republicano llegó en principio a nuestras tierras bajo la figura de una abstracción intelectual de cuño filosófico y político afrancesado, lo cual generaba el natural e instintivo rechazo de las gentes sencillas, poco o nada versadas en ideas políticas de la vanguardia ilustrada francesa. Fue preciso por parte de los criollos ilustrados adelantar todo un proceso de educación política del pueblo a gran escala durante varias décadas, para que la figura del rey fuera lentamente reemplazada en el sentir de las gentes sencillas, por el de la república. Proceso este en el cual tomó parte muy activa el propio Libertador Simón Bolívar una vez consolidada la República de Colombia en 1819.  Resulta muy significativo a este respecto su pronunciamiento sobre la educación popular ante el Congreso de Angostura, el 15 de febrero del citado año. Veamos un breve aparte:

La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del congreso. Moral y Luces son los polos de una república; moral y luces son nuestras propias necesidades[18].  

Retornando al año de 1810 y a la pregunta que originalmente nos ocupa, tenemos lo siguiente: La ciudad de Rio Hacha fue afecta desde los primeros años de las guerras independentistas al monarca ibérico. La rebeldía cartagenera antimonárquica, avivó entre los riohacheros el sentimiento de adhesión incondicional a Fernando VII y el rechazo, al cual adherirían igualmente los municipios sureños, a saber San Juan, Fonseca y Barrancas. El 21 de mayo del año de 1810 se dio en Valledupar una revuelta popular que se habría tomado el poder, destituyendo al alcalde virreinal, el Marqués de Valde -Hoyos, para entronizar en su lugar una Junta de Gobierno de inspiración autonomista republicana, la cual gobernó durante varias semanas.  De este hecho perviven como únicas pruebas documentales a la fecha  los dos informes ordinarios remitidos sobre el particular, al virrey por parte del alcalde encargado, Vicencio Ruiz de Gómez, quien había reemplazado al fugitivo Marqués de Valde-Hoyos en el gobierno –simbólico- de la ciudad. Unos breves apartes del primero de  dichos documentos, son los siguientes:

… anoche (21 de mayo de 1810) más de cuatrocientos vecinos de los barrios de la ciudad, se alzaron contra las autoridades reales, dando bajos al alcalde Marqués de Valde-Hoyos, al Exm. Virrey y mueras a S.M. Fernando VII. Como no había suficiente fuerza pública se pidió refuerzos a san Juan, para que las autoridades de allí vinieran en otra ayuda, sin conseguir hasta ahora apoyo. El bajo pueblo está gobernando y todos los servidores públicos están huyendo, esperando que con fuerzas públicas (sic) restablecer la autoridad, pues hasta ahora no se ha podido convencer a los caporales y cabecillas locales. Es conveniente enviar fuerzas para acabar con el alzamiento, porque de lo contrario se recibirán maltratos y hechos deplorables. Dios Guarde a usted muchos años. Vicencio Ruiz de Gómez, encargado de la alcaldía por ausencia del Sr. Marqués.[19]

Los cabildistas valduparenses habrían gobernado la ciudad desde el 21 de mayo de 1810 hasta el mes de junio del mismo año, puede ser que un poco más allá. A juzgar por el siguiente informe de Ruíz de Gómez, fechado en Valledupar  el 2 de junio, en el cual informa “No se ha podido restablecer el orden real.  El alcalde Valde-Hoyos está escondido. No hay víveres y la situación está como estaba en el mes pasado…”[20]. Este singular hecho confirma definitivamente la tesis según la cual los valduparenses apoyaron el proyecto autonomista local tanto de Cartagena, como de Mompox y de Santa Fe, en un hecho hasta ahora desconocido en la historia nacional. Así lo presenta el historiador cesarense Tomás Darío Gutiérrez Hinojosa, apoyado en documentos del archivo del historiador Pedro Castro Tres Palacios y de las pesquisas documentales en el Archivo General de Indias (AGI) en Sevilla (España), adelantadas por el historiador colombiano Ernesto Restrepo Tirado[21].  No obstante por la trascendental importancia que el hecho reviste tanto para nuestra historiografía local como para la historia nacional, se hace de imperiosa necesidad  indagar más a fondo en busca de mayores pruebas documentales que confirmen este singular hecho de nuestra autonomía republicana local. Tarea esta que habrán de asumir los hijos del Cesar como una forma de indagar en el pasado los hechos que han aportado a la conformación de nuestra actual identidad, socio cultural y política.

4.1. MARÍA DE LA CONCEPCIÓN LOPERENA USTÁRIZ DE FERNANDEZ DE CASTRO
Resulta innegable que el proyecto republicano tuvo en la ciudad de Valledupar a su más destacada y efectiva exponente, la señora María de la Concepción Loperena Ustáriz de Fernández de Castro (1758?- 1835?), quien ha sido llamada con toda justicia “la Heroína Vallenata”, aun cuando el resto del país desconoce sus memorables hechos. ¿Por qué razón una mujer de estirpe netamente española, decidió un día dar la espalda a la Corona de España y respaldar el proyecto republicano? María llegó a cultivar amistad con el general Bolívar por intermediación en principio de su cuñada, la señora Gabriela de Fernández de Castro, quien residía en Cartagena.  Leámoslo expresado por su propio dictado en el ya citado testamento del 1º de febrero de 1835:

Declaro que el Libertador Simón Bolívar, cuando se le llamaba el Insurgente, cuando nadie lo conocía, cuan do no contaba con recursos suficientes para la guerra de independencia, brindóme su amistad en Chiriguaná, donde acudí a su cita por insinuación de mi cuñada y paisana, nacida en esta ciudad (de Valledupar), Doña Gabriela de Fernández de Castro Madrid, le di toda la ayuda material y moral que me pidió ese ilustre hombre y que se hacía indispensable para alcanzar la finalidad que él se proponía, calificándoseme de traidora inconsecuente con la causa del Rey, porque me sentía inconforme con los sistemas de gobierno aspirando (a) una patria mejor, noble y grande, llena de adelanto.[22]  

La Loperena se deja ver en las afirmaciones subrayadas como una mujer de ideas ilustradas y progresistas, que quizás habría leído a los autores liberales europeos, lo cual no es de extrañar teniendo en cuenta que pertenecía a una familia acaudalada, que había invertido en ella en términos de una educación esmerada como correspondía a su elevado rango social. En otro aparte de su testamento dice lo siguiente sobre este aspecto:
Declaro por bienes míos, la casa de tejas sita en esta ciudad al costado de la Iglesia Parroquial y que perteneció a mis padres, que tuvieron buena posición pecuniaria, por cuyo motivo obtuve la educación que sirvieron darme con maestras venidas de la Capitanía de Venezuela, con el consentimiento de mi tía Josefa Ustáriz de la Guerra[23].
  
En tiempos coloniales la educación femenina en el Virreinato de la Nueva Granada se reducía en principio a labores manuales como la costura preciosista y el bordado, lo mismo que al estudio de la Doctrina Cristiana en el Catecismo del Padre Jerónimo de Ripalda[24]. En los años de la niñez de la Loperena ya se había producido la Reforma Ilustrada en el país, que introducía la necesidad de enseñar a las niñas a leer y escribir, lo cual benefició a nuestra heroína. En el año de 1774 se adelantó en el Virreinato La Reforma Educativa de Moreno y Escandón, “Plan que buscaba bajo la influencia de una mentalidad ilustrada, trazar nuevos rumbos a los centros de enseñanza superior”[25]. María no asistió a centros de enseñanza superior porque entonces no existía ninguno en Valledupar y aun en el caso de haber existido, dicha posibilidad estaba reservada única y exclusivamente para los hombres. Pero sí recibió la influencia ilustrada de la época  y es probable que de sus institutrices venezolanas; lo cual se refleja en su redacción cultivada y lograda a base de lectura constante y del contacto con tertulias ilustradas en la ciudad de Cartagena, la cual visitaba con alguna frecuencia.  En torno a la Loperena un nutrido grupo de patriotas cesarenses fueron los siguientes: Bruno Hernández, (oriundo de Becerril), José Francisco Maestre, Pedro Antonio García y el Cacique Canopán, entre muchos otros. Bolívar dirigió sus pasos hacia la Villa de Chiriguaná, ciudad cesarense a la que habría llegado el 2 de enero de 1812, en donde lo recibieron varios patriotas republicanos venidos ex professo desde Valledupar.  Dicha delegación habría estado conformada por: María de la Concepción Loperena de Fernández de Castro, su hijo Pedro Norberto Fernández de Castro; acompañados por el señor Arcisclo Arzuaga,  junto a los patriotas José Francisco Maestre, Rafael Araújo, José Antonio de Quiroz y Francisco Luis de Soto[26].  Al año siguiente y siguiendo instrucciones del Libertador, María de la Concepción congregaría el cabildo local de Valledupar y en acto público daría lectura a la célebre Acta de Independencia de la ciudad y su término territorial adyacente. El texto íntegro  de dicha declaración es el siguiente:
Sea notorio a cuantos esta acta vieren, cómo yo, Doña María Concepción Loperena de Fernández de Castro, mujer libre de origen realista, pero hoy republicana, a nombre del cabildo de Justicia y Reximiento de esta ciudad ilustre, proclama libre e independiente a esta ciudad de Valle de Upar del Gobierno español y la somete a los auspicios del Supremo residente S.S. Jorge Tadeo Lozano, y hace sabedores a todos los aquí presentes que la ilustre ciudad está por esta acta ahora que son las diez de la mañana, libre y dispuesta a luchar para conseguir la libertad de todos los pueblos que guardan unión por el vínculo indestructible del idioma y del pensamiento. Pongo a disposición del Gral. Simón Bolívar 300 caballos de mis haciendas que llevaré en persona al ilustre general. En presencia de todos exijo juramento de fidelidad y quemo por mis propias manos los retratos y armas de escudos de S.M. y ordeno en nombre del cabildo de que hablo poner los pechos valientes al sacrificio en aras de la libertad de los pueblos, exigidos por  S. Exca. Jorge Tadeo Lozano. En constancia firmo en la ciudad de valle de Upar a los cuatro días del mes de febrero de Mil Ochocientos Trece.
María Concepción Loperena de Fernández de Castro, José Valerio de las Caxigas, Nicolás Baute, José Vicente Maestre,  Vicente S. Maestre, Juan de Plaza, José Vicente Ustáriz, Rafael Díaz Granados,  Antonio Fernández de Castro, José I. Quintero, Israel de Quiroz, Rafael Araújo, J.M. de Pumarejo, José Dolores Céspedes, Pedro Fernández de Castro, Rafael de Armas, Agustín de Arocas y Luis Manuel de León.

Es posible que la Loperena haya fallecido el 21 de diciembre de 1835 en su natal Valledupar. Contrajo matrimonio en 1775, por lo que es probable que hubiese nacido hacia 1758, el día de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre. En aquellas épocas las mujeres se casaban muy jóvenes, en uniones previamente concertadas por las familias de los contrayentes.   El invaluable apoyo financiero, político y moral que la Heroína de Valledupar le dio al proyecto republicano de Simón Bolívar, en un momento tan crítico para este, es ciertamente insoslayable; y la República de Colombia se halla en deuda con esta valiosa  matrona cuyo recuerdo se ha debatido en el parcial anonimato en los últimos siglos. Fue rescatada del polvo secular de los infolios por el historiador cesarense Pedro Castro Tres Palacios, quien la dio a conocer al Cesar y al resto de Colombia, por propia iniciativa a partir de 1964 cuando dio inicio a sus investigaciones de reconstrucción histórica. El 4 de febrero de 2013 se cumplirán doscientos años: el Bicentenario de la Declaración de Independencia Absoluta de Valledupar por parte de María de la Concepción Loperena de Fernández de Castro y el Gobierno Nacional deberá hacer justicia a su recuerdo y al lugar que debe ocupar esta heroína en la historia nacional y en el Panteón de los héroes de Colombia.  Afirmar que la Loperena es una Heroína privativa de la historia local del municipio de Valledupar constituye un desconocimiento craso de la historia. El cabildo de Valledupar en la época de su proclamación de independencia absoluta (1813) abarcaba en su extensión territorial los actuales territorios de: Bosconia, fundado en 1950 por Aarón Ayén en torno a un primitivo aserrío maderero ubicado en la zona. Fue segregado de Valledupar en 1979. El Copey fundado en 1936 por Antonio Gutiérrez, segregado de Valledupar en 1972; La Paz, fundada el 24 de enero de 1753 y escindida de Valledupar como municipio, en 1914, por ordenanza de la Asamblea del Magdalena grande. Manaure, que formaba parte junto con La Paz, del término territorial valduparense y que fuera creado municipio en 1980, luego de ser corregimiento de Manaure desde 1914. San Diego, que fuera creado municipio en 1976, escindido de Valledupar. Agustín Codazzi (Espíritu Santo), que originalmente fuera fundado por el capitán Salvador Félix Arias, quien era valduparense. Codazzi formó parte junto con La Paz, del término territorial de  Valledupar, en 1958 se segregó del municipio de La Paz.  Pueblo Bello, escindido de Valledupar en 2003 (el municipio de más reciente formación en el Cesar). Todo este territorio sumaba aproximadamente unos 9.657,2 kilómetros cuadrados, a lo cual se habrían de añadir los territorios de El Paso del Adelantado (creado municipio en 1971, escindido de Valledupar), para un total de 10.489,5 kilómetros cuadrados; que abarcaría una buena parte del norte y centro del actual departamento del Cesar, cuya área total superficiaria asciende a 22.905 km². Lo anterior nos permite afirmar que la gesta de la Loperena forma parte constitutiva de todos los cesarenses, sin distingos limítrofes ni localistas de ninguna índole. Su grito libertario emancipó de la Corona Española una generosa porción de lo que actualmente es el Departamento del Cesar. Los habitantes de Chiriguaná invocan unánimemente su nombre, por haber concertado en su territorio la histórica cita con el Libertador Simón Bolívar en el año de 1812. Y los afro descendientes e indo descendientes del Cesar la invocan igualmente por haber decretado la libertad de los esclavos de sus haciendas  y haber fomentado la enseñanza popular en la región, con dineros donados de sus propias arcas. La Loperena es por todo ello parte íntima y constitutiva de la cesareidad.

4.2. BECERRIL, EL PASO Y CHIRIGUANÁ SE APRESTAN A DEFENDER A LOS PATRIOTAS VALDUPARENSES.

Una vez derrotado Napoleón por el General Invierno en la desastrosa campaña de Rusia, Fernando VII regresó nuevamente a su trono en España en 1814, liberado por la Guardia Napoleónica. Es altamente significativo y oportuno el juicio de la historiadora colombiana Pilar Moreno de Ángel cuando afirma al respecto:
El carácter de Fernando VII no había cambiado, cuando el 24 de marzo de 1814 cruzó la frontera española. Seguía siendo un oportunista, fatuo y egoísta. Debía su libertad a que Napoleón había sido derrotado en Rusia y a que los franceses habían tenido que abandonar a España[27].

Este monarca determinó la reconquista inmediata de los territorios ultramarinos, a cuyos nuevos dirigentes consideró desleales y traidores. En cumplimiento de esta política el general gallego Pablo Morillo (1775 - 1837) desembarcaría con sus tropas en la realista Santa Marta el 22 de julio de 1815, desde donde dispondría el sitio de la rebelde Cartagena, sólidamente pertrechada tras el cerco de sus pétreas murallas. La rebelde Valledupar fue doblegada con fuerzas venidas desde Santa Marta, al mando del coronel realista  Salvador Anselmo Daza. Chiriguaná apoyó con personal de tropa a Valledupar, al mando de los patriotas Braulio de Leyva  y el coronel Luis José Peinado.  El Paso –que estaba en la jurisdicción valduparense- aprestaría así mismo apoyo militar efectivo  a la cabecera municipal. Los pocos patriotas que venían desde El Paso se unieron con los que venían  desde Becerril, entre los que se contaban los capitanes José Eugenio García y José Francisco Maestre. Todas estas fuerzas resultaron insuficientes y el foco patriota valduparense fue cruelmente sofocado. ¿Qué sucedió con María de la Concepción Loperena? El nuevo gobierno virreinal restablecido por Morillo en 1815 la acusó de insurgente y de auxiliar con tropa y dineros a los patriotas; no obstante la valerosa dama logró sobornar a las autoridades que debían procesarla, con lo que evitó la vergüenza de un juicio público y un posible fusilamiento. Su dinero y hacienda se vieron considerablemente mermados, pero salvó su vida, honra y dignidad[28]. Los municipios y poblados del Cesar aportaron hombres valientes y esforzados a la causa de la independencia. A continuación culminaremos el presente ensayo con un listado que no pretende ser exhaustivo ni cerrado, de los más representativos entre ellos.  


NOMBRE Y GRADACIÓN MILITAR
HECHOS DE ARMAS/ PARTICIPACIÓN
1.
Capitán José Francisco Maestre
(Becerrilero)
Lugarteniente de Simón Bolívar en 1813, en el proceso de difundir el ideal republicano en la región en busca de adeptos. Igualmente se buscaba apoyo material para los patriotas cartageneros.
2.
Comandante Pedro Antonio García
(Becerrilero)
Ibídem
3.
Bruno Hernández
(Becerrilero)
Ibídem
4.
Jefe Realista Eustaquio Valle
(Pasero)

En principio integró las huestes realistas en contra de los patriotas del valle y poblaciones patriotas aledañas. Posteriormente abrazaría la causa patriota.
5.
Don Esteban Pupo
(Pasero)
Dispuso la recolección de ayudas, víveres y pertrechos de armas para acometer la toma de Valledupar.
6.
Don Braulio de Leiva
(Chiriguanero)
Prestó en Chiriguaná su casa para que se reunieran los patriotas en 1813, para organizar la toma patriota de Valledupar.
7.
Don Pedro Norberto Fernández de Castro y Loperena
(Valduparense, hijo de la heroína)
Lugarteniente de María de la Concepción en el proceso de declaración de la libertad absoluta de Valledupar.
8.
Don José Pío del Río
(Chiriguanero)

Alcalde encargado del cabildo de Chiriguaná en el año de 1812 cuando Bolívar lo visitó en busca de apoyo para la causa republicana. Fue entusiasta colaborador de los planes bolivarianos.
9.
Presbítero: Dr. Luis José Peinado
(Chiriguanero?)
Arengó a la multitud en la plaza de Chiriguaná, dando abajos a Fernando VII y exaltando el proyecto republicano. Fue colaborador de Bolívar.

§ CONCLUSIONES
Simón Bolívar recibió entre los años 1812, 1813 y subsiguientes, invaluable apoyo a sus planes republicanos de independencia absoluta, en los municipios de Valledupar, Chiriguaná, El Paso y Becerril, entre los más connotados; a su paso por ellos. La Loperena no vaciló en aportar cuantiosos bienes materiales (300 caballos en principio, ropa, esclavos y dinero en efectivo) a las Provincias Unidas de la Nueva Granada (primera república), vigente entre 1810 y 1815, representada en la persona de Jorge Tadeo Lozano quiera era presidente del ejecutivo. Ella puso así mismo el cabildo valduparense y su término territorial inmediato bajo la jurisdicción íntegra del recién creado gobierno republicano, con lo que ponía en riesgo ante la inminente reconquista española, no solamente su integridad física  y la de su familia, sino sus bienes y hacienda. Había coadyuvado además en enero de 1813 con el envío de tropas, pertrechos y armas para la conquista patriota de Santa Marta, al mando del francés Labatut en enero de 1813, triunfo patriota éste efímero aun cuando significativo. Santa Marta sería reconquistada por los realistas el 2 de junio de ese mismo año.  Dispuesta a expandir la rebeldía republicana en la ribera del Magdalena, organizó a sus expensas un cuerpo de caballería en 1814, al mando de su yerno Esteban Díaz Granados, el cual fue parcialmente abatido. En los peligrosos tiempos de la reconquista española a partir de 1815, debió sufrir la persecución, confiscación parcial de sus bienes y el intento de fusilamiento por parte del gobernador realista en Santa Marta, el dictador Ruíz Porras; no obstante se supo mantener pese a ver disminuido notablemente su patrimonio. La segunda república, proclamada en el Congreso de Angostura en 1819 por Simón Bolívar, José Antonio Zea y Francisco de Paula Santander,  le ofreció restituirle lo perdido, a lo cual se negó en aras de un elevado ideal patriótico y republicano.  
María de la Concepción Loperena de Fernández de Castro encarna por todo ello los más depurados valores de la mujer cesarense y colombiana, al mejor estilo de la antioqueña Simona Duque de Alzate quien dio sus cinco hijos a la causa de la libertad. De la matrona también antioqueña Doña Pascuala Muñoz de Córdoba, quien le exigió al Congreso Neogranadino respeto para la memoria de sus hijos Salvador y José María Córdova. De la costurera cundinamarquesa Policarpa Salavarrieta y Ríos, quien inmoló su vida en 1819, por su ayuda a las guerrillas patriotas del Casanare. De la cucuteña Dolores Curvelo, de la tumaqueña  Rosa Zárate de Peña, de la norte santandereana Mercedes Ábrego y de la heroína colombiana desconocida olvidada en algún rincón de la geografía nacional, pero viva en el sentir de los que amamos a la república. Colombia está en deuda de gratitud con esta excelsa matrona cesarense, la cual es evocada en el Cesar con indeclinable cariño.

Ayer en tu suelo rompió la cadena
De la sujeción con patriótico ardor…
La augusta matrona, la gran Loperena
Que alzó de los libres la nueva canción.












Bibliografía

ALARCÓN, José. Compendio de Historia del Magdalena. Ed. Editorial El Voto Nacional. Bogotá (Colombia), 1963

BERMÚDEZ BERMÚDEZ, Arturo. Santa Marta durante la independencia: realistas y patriotas. Artículo publicado en: en: Boletín Historial: Órgano de la Academia de Historia de Santa Cruz de Mompox. Nº 26, diciembre de 1993. Edición Especial V Centenario

CASTELLANOS, Juan de. Elegías de Varones Ilustres de Indias. Págs. 495 – 496. Eds. Gerardo Rivas Moreno. Bogotá (Colombia), 1997

CASTRO TRES PALACIOS, Pedro.  Archivo Familiar de María de la Concepción Loperena de Fernández de Castro. 1979

FERNÁNDEZ DE PIEDRAHITA, Lucas. Noticia Historial de las Conquistas del Nuevo Reino de Granada. Eds. Ediciones de la Revista Ximénez de Quesada. Bogotá D.E., 1973. Vol. I

FORERO. Manuel José. Salvado del patíbulo. Eds. Instituto Colombiano de Cultura. Bogotá (Colombia), 1972

GARRIDO, Margarita. Reclamos y Representaciones: variaciones sobre la política en el Nuevo Reino de Granada, 1770 – 1815. Eds. Banco de la república. Bogotá (Colombia), 1993

GUTIÉRREZ HINOJOSA, Tomás Darío. Valledupar: música de una historia. Ed. Grijalbo Ltda. Bogotá (Colombia), 2000

GUZMÁN NOGUERA, Ignacio de. El Pensamiento del Libertador. Ed. Ministerio de Educación Nacional – Ediciones de la Revista Bolívar. Bogotá (Colombia), 1953. Vol. I

HERRERA RESTREPO, Daniel. La Filosofía en la Colonia: elementos para una aproximación histórica. Artículo publicado en: Ideas y Valores. Revista del departamento de Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia. Bogotá (Col.) 1979. Números: 55 y 56 

HURTADO DE MENDOZA, Diego. Guerra de Granada: el fin del dominio árabe en España. Ed. Globus. Madrid (España), 1995

LAFFITE CARLES, Christiane. La Costa Colombiana del Caribe (1810 – 1830). Eds.  Banco de la República. Bogotá (Colombia), 1995 

LÓPEZ DE MESA, Luis. De cómo se ha formado la Nación Colombiana. Ed. Bedout. Medellín (Colombia), 1975

LONDOÑO VEGA, Patricia. La Educación Femenina en Colombia: 1780 – 1880. Artículo publicado en: Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República. Bogotá (Colombia), 1994. Nº 37. 

LOPERENA USTÁRIZ DE FERNÁNDEZ DE CASTRO, María de la Concepción. Testamento, dado en Valledupar a 1º de febrero del año de 1835, Hacienda el Limonal. Citado por CASTRO TRES PALACIOS, Pedro. 1979. Tomado del Archivo Familiar de la heroína

MARTÍNEZ UBARNES, Simón.  Poblamiento del Departamento del Cesar. Artículo publicado en: Boletín Historial: Órgano de la Academia de Historia de Santa Cruz de Mompox. Nº 26, diciembre de 1993. Edición Especial V Centenario

MEJÍA BOTERO, William. Protesta Indígena ante el Rey de España. Artículo publicado en: Antología Histórica: crónicas, Documentos y Análisis. Ed. Norma. Bogotá (Colombia), 1997

MORENO DE ÁNGEL, Pilar. José María Córdova. Ed. Planeta. Bogotá (Colombia), 1995

RESTREPO TIRADO, Ernesto. Información Documental del Archivo General de Indias, de Sevilla (España)


   







 



[1] FERNÁNDEZ DE PIEDRAHITA, Lucas. Noticia Historial de las Conquistas del Nuevo Reino de Granada. Eds. Ediciones de la Revista Ximénez de Quesada. Bogotá D.E., 1973. Vol. I. Pág. 122
[2] CASTELLANOS, Juan de. Elegías de Varones Ilustres de Indias. Págs. 495 – 496. Eds. Gerardo Rivas Moreno. Bogotá (Colombia), 1997.
[3] Cf. MARTÍNEZ UBARNES, Simón.  Poblamiento del Departamento del Cesar. Artículo publicado en: Boletín Historial: Órgano de la Academia de Historia de Santa Cruz de Mompox. Nº 26, diciembre de 1993. Edición Especial V Centenario. Pág. 23 y ss.
[4] Cf. CASTELLANOS, Juan de. Op. Cit.
[5] Fue uno de los hombres que acompañó a Jerónimo de Lebrón hacia Bogotá. Al parecer destacó como poeta según noticia de don Juan de Castellanos, Op. Cit.
[6] Cf. LÓPEZ DE MESA, Luis. De cómo se ha formado la Nación Colombiana. Ed. Bedout. Medellín (Colombia), 1975.
[7] Cr. BERMÚDEZ BERMÚDEZ, Arturo. Santa Marta durante la independencia: realistas y patriotas. Artículo publicado en: en: Boletín Historial: Órgano de la Academia de Historia de Santa Cruz de Mompox. Nº 26, diciembre de 1993. Edición Especial V Centenario. Pág. 95 y ss.
[8] El primer Dávila llegó a Santa Marta procedente de las Islas Canarias, en España y se decía descendiente de los descubridores de dichas islas. Se trataba de Don Francisco Pérez Dávila Ximénez, quien arribaría al Puerto samario a la tierna edad de 20 años, hacia el año de 1776. Don Francisco sería padre del cabildante Manuel María, aquí reseñado. Manuel María contraería nupcias con María Lorenza García de Munive y Mozo; quien era una hermosa criolla samaria de ideal patriota republicano. 
[9] Quien era yerno de María de la Concepción Loperena.
[10] Sobre el particular es particularmente diciente la canción vallenata Soy Pescador, del compositor cesarense Santander Durán Escalona, en la cual se sostiene lo siguiente: Mi abuelo fue un esclavo que escapó/ Una noche de invierno en Cartagena/ Ay viviendo como esclavo, digo yo/ ¿De qué sirve romper esas cadenas?/
[11] Este legendario nombre era aplicado a la región circundante, en reminiscencia al paso del Adelantado Alonso Luis de Lugo en el año de 1544, cuando se dirigía con sus hombres a conquistar tierras del interior del país.
[12] Cf. ALARCÓN, José. Compendio de Historia del Magdalena. Ed. Editorial El Voto Nacional. Bogotá (Colombia), 1963. 
[13] GUTIÉRREZ HINOJOSA, Tomás Darío. Valledupar: música de una historia. Ed. Grijalbo Ltda. Bogotá (Colombia), 2000. Pág. 223
[14] LAFFITE CARLES, Christiane. La Costa Colombiana del Caribe (1810 – 1830). Eds.  Banco de la República. Bogotá (Colombia), 1995. Pág. 241. 
[15] Cf. FORERO. Manuel José. Salvado del patíbulo. Eds. Instituto Colombiano de Cultura. Bogotá (Colombia), 1972. Pág. 87 y ss.
[16] Cf. MEJÍA BOTERO, William. Protesta Indígena ante el Rey de España. Artículo publicado en: Antología Histórica: crónicas, Documentos y Análisis. Ed. Norma. Bogotá (Colombia), 1997. Pág. 27 y ss.
[17] GARRIDO, Margarita. Reclamos y Representaciones: variaciones sobre la política en el Nuevo Reino de Granada, 1770 – 1815. Eds. Banco de la república. Bogotá (Colombia), 1993. Pág. 330 – 331.  (Los subrayados son míos).
[18] GUZMÁN NOGUERA, Ignacio de. El Pensamiento del Libertador. Ed. Ministerio de Educación Nacional – Ediciones de la Revista Bolívar. Bogotá (Colombia), 1953. Vol. I. Pág. 283
[19] CASTRO TRES PALACIOS, Pedro. Op. Cit.
[20] Op. Cit.
[21] RESTREPO TIRADO, Ernesto. Información Documental del Archivo General de Indias, de Sevilla (España). 
[22] LOPERENA USTÁRIZ DE FERNÁNDEZ DE CASTRO, María de la Concepción. Testamento, dado en Valledupar a 1º de febrero del año de 1835, Hacienda el Limonal. Citado por CASTRO TRES PALACIOS, Pedro. 1979. Tomado del Archivo Familiar de la heroína. (Los subrayados son míos)
[23] Op. Cit. (Los subrayados son míos)
[24] Cf. LONDOÑO VEGA, Patricia. La Educación Femenina en Colombia: 1780 – 1880. Artículo publicado en: Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República. Bogotá (Colombia), 1994. Nº 37. Pág. 21 y ss.
[25] HERRERA RESTREPO, Daniel. La Filosofía en la Colonia: elementos para una aproximación histórica. Artículo publicado en: Ideas y Valores. Revista del departamento de Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia. Bogotá (Col.) 1979. Números: 55 y 56. Páginas: 59 y ss. 
[26] Cf. GUTIERREZ HINOJOSA. Op. Cit. Págs. 229 – 230
[27] MORENO DE ÁNGEL, Pilar. José María Córdova. Ed. Planeta. Bogotá (Colombia), 1995. Pág. 47
[28] Cf. “…le pagué (contribuciones) al dictador (realista) Ruiz de Porras Gobernador de Santa Marta, forzosa estas que me privaron de parte de mis bienes, como una táctica que emplearon porque no pudieron apresarme y fusilarme como eran sus más vivos deseos y fertilizar con mi sangre libre todo el país, lleno de ignominia, despotismo y crueldad; formas únicas que tenían para expresar la soberanía  los lugartenientes del abominable Rey Fernando Séptimo”. Testamento… Op. Cit.