domingo, 17 de febrero de 2013

REFLEXIONES SOBRE EL IMPORTACULISMO INFANTIL Y JUVENIL EN EL ACTUAL SISTEMA EDUCATIVO COLOMBIANO (Artículo)



Desde el sistema educativo legal vigente en Colombia nosotros mismos, como pueblo, como sociedad y como Estado,  hemos venido fomentando entre nuestros niños y jóvenes la preocupante actitud del escepticismo radical e indiferente, con visos de cinismo, que desemboca eventualmente en anomia (negación de las normas), en los casos más extremados y que se expresa en toda su crudeza con la lapidaria frase: ¡Me importa un c…!  Este desconocimiento flagrante de las normas tiene muy preocupados a padres, maestros, autoridades e instituciones educativas en los diferentes espacios de la vida colombiana. Las obligaciones más serias y graves se mandan olímpicamente al chorizo, precisamente porque les hemos enseñado a nuestros muchachos que… iSi no fue para hoy, podrá ser para mañana!; Siempre hay una segunda oportunidad mijito, deje así; No hay que exagerar con eso de las normas, papacito… ¡Si se hicieron fue para violarlas!  

Y los resultados son los siguientes, veamos algunas perlas:

·       Para mañana había que entregar un ensayo de filosofía, mijo… ¿Es que no lo piensa hacer? -¡Me importa un c…! ¡Para eso se hicieron las recuperaciones!
·       Oiga mijo, ayúdemele a su hermanita con esas sumas y restas grandes que no las entiende…. -¡Me importa un c…! ¡Problema de ella, no mío!
·       ¡Oiga estudiante! ¿Cómo así que usted no se sabe las tablas de multiplicar a sus 15 años? -¡Para eso se hicieron las calculadoras, viejo cucho prehistórico! ¡Me importa un c…!
·       ¡Oiga jovencito! ¿No ve que está invadiendo  el espacio de la ciclorruta? ¡Va a provocarles un accidente a los ciclistas! -¡Me importan un c… sus culas normas! ¡Yo hago lo que se me pegue la p… gana y ya!

La exageración de las oportunidades, en un sistema educativo que prohíja la recuperación de la recuperación de la vuelta a recuperar, ha dado al traste con el sentido del cumplimiento del deber entre nuestros muchachos, es decir, con la responsabilidad y con la disciplina. Alguien dirá… ¡Pero eso era con el anterior decreto, con el 230 de 2002 que decía que solo el 5% de los alumnos de cada colegio, podían perder el año! Ya con el decreto que lo derogó, el 1290 de 2009, las cosas son a otro precio. Ahora las instituciones educativas pueden implantar su propio sistema de promoción, pero deberán acogerse a una escala nacional de desempeños, para efectos de certificación y notas, cuando los alumnos pasen de un colegio a otro; o cuando acaben sus estudios.

A quienes esto digan yo les diría que el decreto 1290 convirtió la educación primaria, básica y media colombiana en una Torre de Babel, porque relativizó al límite mismo del absurdo los planes y contenidos curriculares. El decreto 230 (al menos su espíritu laxo e híper permisivo) continúa aún vigente en la actual legislación que así lo permite. He conocido colegios donde no se dictan las áreas fundamentales del currículo, establecidas por ley… ¿Y por qué no las dictan? Porque se amparan en su Proyecto Educativo Institucional (PEI), que así se los permite (?), hasta el propio desconocimiento de los estándares curriculares del Ministerio de Educación Nacional  y de lo establecido en la Ley General de Educación y decretos reglamentarios, sobre el particular. ¿Qué dictan entonces esos colegios? En lugar de matemáticas, español, inglés, ética, ciencias sociales o ciencias naturales, dictan cátedras como periodismo comunitario, psicofísica, proyecto de vida, investigación dirigida o radiodifusión, entre otras. Resultan muy reveladoras al respecto las significativas declaraciones del ingeniero japonés, residenciado en Colombia, Hiroshi Kaneko, en el documental ¿Por qué los colombianos somos pobres? del programa antioqueño La línea.  Veamos unos apartes. (Se mantiene el español defectuoso del entrevistado):

…(El) Japonés sí cumple (con) lo que tiene que enseñar y organiza materiales en las temas (sic), todo esto (…) Colombia, yo estoy mirando por la experiencia de la educación de mis hijos, (que) es muy variable, muy variable. De un colegio a otro y diciendo cosas diferentes (sic). Textos, hay muchas variedades de editor (sic) Incluso japonés hasta nivel noveno, todo el año gobierno Japón entrega textos a cada niños, cada niños (sic), con materia y todos, gratuitamente. ¿Qué quiere decir? Que es como emparejar la tema, temarias de educaciones (sic) hasta (el) nivel que tiene que llegar[1]

¿Ven a qué me refería cuando decía que el sistema educativo en Colombia, para primaria, básica y media, se convirtió en una Torre de Babel? Cualquiera puede verlo y/o vivenciarlo, hasta un extranjero. Conclusiones:
Nuestro sistema educativo cayó en un relativismo absurdo que fortaleció las instituciones educativas, oficiales y privadas, lo que ha ido en franco detrimento de la calidad educativa impartida e hizo trizas la pretendida unidad curricular de contenidos.

Ese bosque enmarañado de planes, currículos, contenidos y asignaturas, ha contribuido a que nuestros niños y jóvenes se desentiendan de sus obligaciones estudiantiles, ante un sistema educativo poco coherente y variable, que pareció haber perdido el norte hacia el cual seguir.

Directa e indirectamente les hemos enseñado a nuestros niños y jóvenes que las obligaciones no son tan importantes, que los valores morales son negociables e inclusive, que los deberes éticos se podrían posponer o que se les podría sacar el cuerpo, impunemente. 

¿Cuál ha sido entonces el más terrible y nefasto resultado, hoy por hoy? Que lo digan nuestros niños y jóvenes con su proverbial y lapidaria frase: ¡Me importa un c…!
nacoayala@gmail.com
Madrid (Cundinamarca), enero 12 de 2013




[1] PROGRAMA LA LÍNEA. ¿Por qué los colombianos somos pobres? (Video). Medellín (Colombia) 9 de octubre de 2012. (Los subrayados son míos)

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