Las
tempestades del alma llevan a algunas personas a hablar con torpeza y a
desfogar el huracán desbocado de sus iras contra quienes nada tuvieron que ver,
en el forcejeo de las causas cuyos resultados tanto lamentan e incomodan.
Ciertamente no es esta una postura
racional ni sensata. Ella es fruto del intempestivo e irreflexivo arrebato que
busca saciar el apetito de las bajas pasiones, haciendo de lado a la fría y
sensata razón, cuyos sabios consejos son acallados por el torpe afán de saciar
el hambre infinita de la venganza y el desquite, a como dé lugar. Dios perdone a estas personas y permita en
ellas que el huracán pasional deje lugar al sol esplendoroso de la razón y el
buen juicio.
Nabonazar Cogollo
Ayala
Madrid
(Cundinamarca), febrero 27 de 2013
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