domingo, 31 de agosto de 2014

EUROCENTRISMO CRIOLLO Por: Nabonazar Cogollo Ayala


EUROCENTRISMO CRIOLLO
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

La filosofía en Colombia se ha convertido, en el mayor número de casos, en un erudito comentario de textos de autores, entre clásicos y contemporáneos. Hemos caído en el comentario del comentario, en la cita de la cita, en la interpretación de la interpretación. Ejercicios hermenéuticos, pretendidamente puristas, que se debaten en la negación de la autolimitación, al subyacer el presupuesto según el cual solo es válido, -a título de filosofía-, todo cuanto proceda de allende el Atlántico o que imite sus contenidos, enfoques, métodos y valoraciones. Todo cuanto se aleje de este ámbito referencial, es juzgado desde la óptica eurocéntrica, como espurio o pseudofilosófico. Se les exige a los estudiantes de pregrado y postgrado, que aprehendan e infieran la quinta esencia del pensamiento de Hegel, Kant, Platón, Aristóteles, Deleuze, Husserl, Wittgenstein, etc. Todo ello, enajenado de nuestra propia e inmediata realidad, la cual se juzga como “irrelevante” o no a lugar.
Eurocentrismo en su más rancia y pura esencia, a la final, hijo del etnocentrismo, esa vieja y manida falacia del pensamiento cultural de los pueblos de la añeja bola del mundo.  Una excepción existe a esta odiosa regla en Colombia y es la filosofía de cuño latinoamericano, que ofrece una universidad bogotana, confesional católica por cierto. Los grandes centros del pensamiento euro-atlántico se desternillan de la risa ante la sola voz de Filosofía Latinoamericana: Berlín, Londres, Roma, París, New York, Filadelfia, Praga y hasta Buenos Aires y Santiago, entre otras grandes urbes de occidente, se autoproclaman abanderadas de la propuesta del pensamiento eurocéntrico en el mundo. Eurocentrismo no es sinónimo de verdad absoluta, por lo tanto excluyente y anonadante. Es un enfoque, ciertamente muy válido, con el aval de una tradición de pensamiento de más de dos mil años; pero no la convierte en la única ni en el summum de la verdad, porque de hecho solo es una postura de pensamiento entre otras tantas válidas.   

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