sábado, 9 de marzo de 2013

LOS TRES GUIJARROS DE LA JUSTICIA (Apólogo)



Cierto escritor que habitaba solitario en una graciosa casita en lo profundo de una serranía, en medio de un aromado jardín de amapolas, pensamientos y azucenas, dedicaba una parte significativa de su agitada vida laboral a escribir y colectar apólogos y fábulas para sus numerosos  discípulos. Esta labor le resultaba a veces pesada pero la hacía con gusto y sin esperar nada a cambio. Porque amaba entrañablemente a sus alumnos tanto como si fueran sus propios hijos y deseaba que ellos llegaran a ser capaces de penetrar las profundas e insospechadas profundidades del idioma y del pensamiento, que al común de las gentes en aquel país, les resultaban desconocidas. Poniendo al servicio de sus noveles[1] lectores lo más granado y selecto de su formación académica, hurgaba entre pensadores, poetas, filósofos, apologistas y panegiristas[2] de todos los países, tiempos y culturas. Y de tiempo en tiempo les hacía llegar por correo un voluminoso legajo de papeles a aquellos jóvenes, que contenía elaboradas reflexiones en torno a la vida, a la sabiduría, a la trascendencia espiritual, al profundo e intrincado misterio de la vida, al vivir en armonía con los demás y al maravilloso intríngulis[3] de la creación, entre otros temas. Pero algunos entre sus jóvenes lectores miraban con actitud de fastidio y hasta de desprecio aquel trabajo adicional, que el disciplinado hombre de letras les remitía, y los juicios de incomprensión, hijos del prejuicio y de la insensatez, brotaban como de un fresco manantial de las montañas asiáticas, cada semana…

-¡Qué aburrimiento! ¡Ya llegaron de nuevo esas insulsas[4] lecturas! ¿A mí para qué me pueden servir si yo lo que quiero es ser ingeniero civil?

-Ja, ja, ja… ¡A mí tampoco me servirán de mucho! – Respondía otro con un rictus[5] despectivo en el semblante- Lo mío es el fútbol… ¡Yo, con que sepa leer y escribir, con eso tendré suficiente! ¡Seré millonario haciendo goles y gambetas de película!

Otro más atrevido y haciendo gala de una actitud de redomado[6] irrespeto, se tomó la licencia de espetar[7]

-Eso debe ser que el tal escritorcillo ese, que vive en las montañas del norte, no tiene oficio o le falta una novia… ¡Y los pagapatos[8] somos nosotros!

El espíritu de la justicia escuchaba siempre en estado invisible, aquellos atolondrados reclamos y se paseaba iridiscente[9] entre los hitos[10] de la estancia donde los chicuelos se encontraban. La justicia habita en las almas de los hombres sabios y prudentes y no necesita hacerse presente en estado material, para hacer sentir su benefactor y esclarecedor influjo. Asiendo[11] su balanza de relucientes platillos de oro y blandiendo[12] en la diestra la espada luminosa de la equidad y la retribución, el espíritu justiciero se aposentó[13] en el alma de  uno de aquellos muchachos, quien como tocado de súbito[14] por la musa de la inspiración, habló así…

-¡No estoy de acuerdo con esos comentarios! Ellos dejan ver su parecer y en esa misma medida son altamente respetables. Pero también es cierto  que desconocen el trabajo serio y consagrado de quien solo quiere hacernos mejores seres humanos, a la luz de un ideal noble, puro y excelso. Justicia no es pretender que el mundo se pliegue a nuestra propia forma de pensar, ciertamente eso encarna más bien la insensatez y a la larga puede degenerar en tiranía. Justicia es dar a cada cual lo que por derecho propio le corresponde, no devolver mal por bien,  no retribuir con mezquindad e incomprensión a quien nos brinda las perlas de su poco o mucho conocer, a nosotros, que somos jovenzuelos empezando a vivir. ¿Cómo es que estamos pagando? ¿Acaso con lacerantes[15] y punzantes espinas, a quien solamente nos brinda sus más granadas y excelsas rosas?

-¡Ah, vaya! Habló la voz de los que no tienen voz –Le replicó con sorna[16] uno de los burlones-  ¡Si tanto te gustan, entonces léelas tú, que harta falta que si te hacen por lo que se ve! ¡Pero a mí no me vengas a decir qué es lo que tengo que hacer ni a darme instrucciones, curita sabihondo!

-Tu reacción emocional y agresiva es directamente proporcional a la calidad y cantidad de buenos sentimientos que se abrigan en tu alma, apreciado compañero. ¡Nadie te está atacando, no te revuelvas en tu guarida como una fiera herida acosada por los sabuesos del cazador! No hace falta. La justicia no ataca a nadie, solo da a cada cual lo que en sana ley se ha ganado ante el plénum de sus congéneres.

Obviaré tus insultos que solo quieren herir y hacer daño… ¡Los dejaré pasar de largo como el experimentado guerrero hoplita[17] esquivaba las mortales flechas persas, en las guerras por defender la independencia de su amada Esparta! Solo tomaré en cuenta, en tu andanada verbal, lo que de valioso hay en ella… Si de darte instrucciones se trata, solo te diría esto… La construcción del propio ser, del propio e íntimo entramado de nuestra personalidad, admite y reclama tres elementos preciosos, un guijarro de plata, otro de oro puro y un tercero de duro y negro hierro. El guijarro de plata es la luz tenue y nada enceguecedora de la luna, solitaria moradora del firmamento dominado por las tinieblas, con cuyo pálido reflejo logra desterrar las sombras del error, de la incomprensión y del arrebato. Ese guijarro es la mesura en el hablar, la prudencia y el sentido de la justicia que debe imperar en nuestro pensamiento, en nuestra lengua y en nuestras acciones. El guijarro de oro puro es la luz solar, el astro rey es campeón en las alturas celestiales y su guijarro es la retribución, la recompensa y el ánimo de premiar el trabajo bien hecho, el esmero y el desinterés al hacer nuestro trabajo. Es el sentido de la justa y bien ganada retribución. Finaliza esta trilogía de nuestra personalidad y carácter, el guijarro de hierro, que es la exigencia dura y cruda del cumplimiento del deber, olímpicamente desconocido. Es la espesa y abundante sombra de la noche, que reina como una emperatriz de la crudeza, en mares, ríos, montañas y collados, mientras el sol reprime por unas horas el radiante lampo de su látigo de oro. Un refrán latino de los tiempos de la república romana decía: DURA LEX SED LEX, Dura es la ley pero es la ley… Muchas veces al incumplir una norma, se nos aplicará la correspondiente sanción, ello nos hará lagrimear un poco y hasta llegaremos a confundir el sentimiento herido con la injusticia, pero no es así, la ley es dura y cruda, pero no por ello deberá dejar de cumplirse y aplicarse, así se trate de nosotros mismos. Dura lex, sed lex, dijo con sabiduría que ha traspasado los siglos y milenios, el legislador de la antigua Roma.

-¡No te doy instrucciones, apreciado condiscípulo! Solamente te dejo ver un poco de la luminosa sabiduría que el espíritu justiciero ha depositado repentinamente en mi alma, para hacer que mi lengua diga las más bellas y sabias cosas sobre la esencia de la justicia. Es bueno reconocer el trabajo ajeno y mucho más si este se orienta a hacernos mejores personas, mejores seres humanos en la faz del planeta tierra. ¡Que el mundo no se pliegue a la mezquindad de mis propios deseos no implica necesariamente que el mundo sea malo ni mucho menos injusto! Y prepararnos convenientemente para la dura exigencia de lo que vendrá no es malo ni injusto, es salirle adelante al problema y entrenarnos en lo que debemos, porque pensar y escribir correctamente allanará[18] para nosotros el camino del éxito y del triunfo, así se trate de construir casas, puentes vehiculares o viaductos; o se trate de hacer gambetas[19] y lograr goles. ¡Porque el pensamiento disciplinado y riguroso es la salvaguarda del futuro y el lenguaje es el reflejo del pensamiento!

Una vez terminada esta brillante intervención del joven, un pesado silencio se adueñó del recinto. Los irrespetuosos ofensores hicieron silencio, porque el peso abrumador de la verdad y la justicia los había hecho entrar repentinamente en razón. Porque la falacia[20] y el paralogismo, nada pueden contra el juicio sensato, ceñido a la realidad, con firme fundamento en la justicia y el estricto razonamiento. En el ambiente parecieron resonar aquellas sabias y profundas palabras del Nazareno cuando dijo… Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados[21].

Nabonazar Cogollo Ayala
Madrid (Cundinamarca), marzo 9 de 2013.



[1] Novel= Sinónimo de nuevo o novato.
[2] Panegirista= Se dice del orador que pronuncia panegíricos o discursos en alabanza de una persona eminente o de una gran causa.
[3] Intríngulis= Dificultad o complicación de algo. (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, DRAE).
[4] Insulso(a)= Se dice de lo que es falto de gracia o de viveza. (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, DRAE).
[5] Rictus= Sinónimo de mueca o gesto facial, que da a entender un cierto estado de ánimo.
[6] Redomado(a)= Que tiene en alto grado la cualidad negativa que se le atribuye. (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, DRAE).
[7] Espetar= Decir a alguien de palabra o por escrito algo, causándole sorpresa o molestia. Ejemplo: Me espetó una arenga, un cuento, una carta. (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, DRAE).
[8] Pagapatos= Colombianismo que equivale en su significado a: “chivos expiatorios” o “víctimas inocentes”.
[9] Iridiscente= Que brilla o refulge con los colores y luminosidad del arco iris.
[10] Hito= Antiguamente, piedra con que se delimitan los linderos de una ciudad, provincia o país. En términos generales la palabra hito hace referencia a cada una de las partes de un lugar.
[11] Asir= Sinónimo de agarrar o tomar.
[12] Blandir= Esgrimir un arma con fines defensivos. Ejemplo: Aquiles blandió su espada ante Héctor.
[13] Aposentarse= Sinónimo de acomodarse o llegar a vivir en un determinado lugar.
[14] De súbito= De repente.
[15] Lacerante= Que lacera, es decir, que quema, hiere o daña de alguna manera.
[16] Sorna= Sinónimo de burla o ironía.
[17] Hoplita= En la antigua Grecia, soldado de infantería pesada que iba a la guerra armado con casco, lanza, peto, escudo, grebas (armaduras que le protegían piernas y pantorrillas) y espada, todo hecho de bronce.
[18] Allanar= En términos generales, adelantarse a algo, abrir paso, preparar el camino o abrir trocha.
[19] Gambeta= Movimiento especial que se hace con las piernas jugándolas y cruzándolas con aire. (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, DRAE).
[20] Falacia o paralogismo= Argumento falso que aparenta ser verdadero. Ejemplo: ¿Amas la libertad? Súbete a un décimo piso, abre sus ventanales, extiende tus brazos a manera de alas de águila y lánzate a conquistar el infinito. (Aparentemente nos invita a ser libres, pero en realidad nos impulsa a acabar con nuestras vidas).
[21] Evangelio según San Mateo.

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