sábado, 2 de marzo de 2013

UN MINUTO PARA LA REFLEXIÓN (Poema filosófico)


Miré hacia arriba y perdí mi vista en la inmensidad del cielo, entonces reflexioné… ¡Qué pequeño soy! ¡Cuán vulnerable soy y puedo ser ante las inmensidades del cosmos!
Miré hacia el prado en el cual estaba parado y vi una diminuta hilera de hormigas rodeando mis pies descalzos. Con un soplo hice volar algunas por los aires. Entonces reflexioné… ¡Qué grande soy! ¡Cuánto daño puedo hacer a los seres más pequeños que yo!
Miré en el interior de un nido de aves silvestres y vi unos tiernos huevecillos a punto de eclosionar. Entonces reflexioné: ¿Cómo es posible que en un espacio tan pequeño tenga cabida un ser vivo?
Lancé mi mirada hacia las zafirinas aguas del océano Pacífico y me admiré viendo las juguetonas piruetas de un grupo de hermosas ballenas jorobadas, con sus tiernos ballenatos. Entonces reflexioné: ¡Qué grandes y majestuosos animales! Ante ellos nada soy… Y sin embargo su primer depredador es el hombre…
El ser humano es todo un cosmos en el abismo infinito de su complejidad insondable y siempre asombrosa. Y él mismo se halla inmerso en la majestuosa grandiosidad de un macrocosmos cuyos límites reales o posibles nos resultan aún desconocidos.  Microcosmos en el macrocosmos. Misterio dentro del misterio. ¿Somos finitos y contingentes? ¡Sí, desde luego! Pero en la escala zoológica hay unos seres que tan solo viven horas, nosotros al menos vivimos un lapso de tiempo próximo a la centuria.  ¿Somos vulnerables? Sí, pero hay seres vivos que lo son aún más, hasta el límite mismo de la indefensión. ¿Cómo se defiende la crisálida del gusano de seda del gavilán carroñero? ¿Cómo se defienden las tortuguitas recién nacidas de las hambrientas gaviotas que, al verlas corriendo en la playa hacia el mar, se abalanzan contra ellas? El hombre es diminuto a la vez que gigante. Un grano de arena en las doradas playas del océano cósmico, que vive al socaire de las volutas de un planeta azul en un sistema estelar unitario. El hombre es un minuto en el arcano imparable del reloj infinito del tiempo.  Un minuto que reflexiona sobre sí mismo, sobre su ser aquí, su ser en sí y para sí. Conciencia que se desdobla y busca arañar las enormidades inefables de los cielos.

BALLENAS JOROBADAS EN EL PACÍFICO COLOMBIANO...



Nabonazar Cogollo Ayala
Madrid (Cundinamarca), marzo 02 de 2013.

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