miércoles, 6 de febrero de 2013

EL MAESTRO ES VOZ DIVINA (Poema)

Niticia histórica: Este sensitivo poema lo escribí en el año 2006 en homenaje a todos los maestros de Colombia y el mundo. Yo en ese entonces trabajaba en el Instituto Superior Cooperativo, entidad de educación media de la capital de Colombia, Bogotá y este fue mi aporte a la celebración de la fiesta del maestro o de los educadores de ese año. Ahora quiero compartirlo con todos los maestros y educadores de América y del mundo. Dios los bendiga a todos y cada uno de ellos, porque mientras haya maestros y educadores, habrá esperanza...

 



¿Qué si qué es ser un maestro? Es ser y grande y proyectarse
A la altura con las alas del lumínico pensar…
Con la mente siempre abierta y el espíritu anhelante
Conquistando los senderos de la azul inmensidad.

El maestro es frase tierna, voz amiga y decidida,
Es la ciencia que se encumbra con rigor y majestad.
Es la búsqueda constante del saber que fiel anida
En el mundo y sus senderos de prolija realidad.

El maestro es libro abierto y es consejo que oportuno
En la dura encrucijada del muchacho en su vivir…
Firme indica los caminos a seguir, como ninguno,
Con la esencia de la vida que construye el porvenir.

¿Quién no tuvo un día un maestro que con frase madurada
Al calor de la entereza y la sapiencia vesperal;
Decidiera sus destinos y le diera nuevas alas
Con que alzar un alto vuelo en el sendero celestial?

¡El maestro es Dios un día! ¡Jesucristo en nuestras aulas!
Mano diestra que nos lleva hacia la aurora a revolar…
¡Un Maestro dio a los hombres Buenas Nuevas de esperanza,
Con el pan de eterna vida como un vivo manantial!

Mientras haya quien estudie mil infolios y procure
Conquistar grandes alturas de prolífico saber…
¡Habrá Dios, habrá esperanza y una patria que perdure
En las aulas del que enseña por amor a su deber!

 



Mayo 15 de 2006
Bogotá D.C. (Colombia)

Pedagogo de la Grecia antigua educando a su pupilo...
 
En la Grecia clásica las familias más acaudaladas solían designar al más sabio y estructurado de sus esclavos para que se encargara de la educación de los niños de la casa. A este esclavo se le colmaba de honores y se le daba el título honorífico de pedagogo. Paidos = Niño // Agein= conducir. Es decir, el que lleva o conduce al niño (de la mano). Posteriormente cuando el general Pompeyo conquistó con sus legiones a las ciudades griegas y las añadió al gigantesco Imperio Romano en calidad de provincia, las clases patricias de la Ciudad Eterna enviaban a sus emisarios a Atenas, en procura de los más avezados y sabios maestros para confiarles la educación de sus hijos. ¡Necesito un maestro para mis hijos, pero necesito que sea griego! Se solía decir entonces.
Cuadro renacentista de Rafael, que representa a la Academia fundada por el filósofo Platón, de origen al parecer ateniense. Platón en el centro apunta con su índice derecho hacia las alturas (el superuranio y la Teoría de las Ideas). Aristóteles a su izquierda señala hacia abajo (la realidad práctica y el realismo inmediato). Pláton llevaba un ejemplar del diálogo Timeo y Aristóteles uno de su Ética...
 
Los romanos a su vez dieron en llamar al maestro: Magister, al parecer formando este vocablo a partir de la expresión griega: Hermes Trimegisto [1], en alusión a la advocación del habilidoso dios griego del comercio, en su advocación de padre y señor del conocimiento. Ser maestro es asumir la principal meta que se trazara en la vida Jesús de Nazaret, el maestro por excelencia, el primero de los ministros de la enseñanza. A su imagen y semejanza, el verdadero maestro enseña, orienta, se arma de un océano infinito de paciencia cuando su talento para enseñar y hacer entender a otro lo que un día él debió aprender, se vea puesto en tela de juicio. Nunca se desanima, sigue adelante así sienta que sus enseñanzas caen en el abismo de la indiferencia y la incomprensión. El maestro genuino lee permanentemente, no se echa sobre los falsos laureles de la autosuficiencia, en la ilusoria expectativa de haber logrado las mieles del conocimiento absoluto.
El filósofo Aristóteles de Estagira impartiendo clases a
Alejandro, principe de Macedonia, hijo del rey Filipo II; quien a la muerte de este se convertiría en rey de Grecia entera. Alejandro posteriormente conquistaría  a Persia, Irán, Siria, Antioquía, Palestina, parte de la India y Egipto. Considerado el conquistador más grande que la humanidad jamás haya visto.
 
Un gran maestro –Aristóteles-, motivó al macedonio  Alejandro Magno a acometer sus más grandes y espectaculares conquistas. Igualmente fueron los sabios maestros Simón Rodríguez y Andrés Bello, quienes infundieron en el joven Simón Bolívar el amor a las letras, a las leyes, la ilustración y echaron las simientes de su indeclinable espíritu de libertad. El Maestro es Dios un día, sublime artífice de la palabra y el conocimiento en el espacio infinito de las aulas, donde forja almas, caza talentos y enrrumba el vuelo de las nacientes águilas hacia las alturas inconmensurables de la grandeza y el triunfo. 
Los educadores son los vehículos de la ciencia y la cultura ante esas mentes ávidas por el conocimiento que un día pululan en nuestras aulas y que a la vuelta de unos cuantos años, se convierten en verdaderos artífices de la historia. ¡Una loa de respeto y reconocimiento a la labor de los maestros y educadores de Colombia, América y el mundo! 
 










[1] Conjeturalmente gracias al giro metatético: Trimegistum (el tres veces más grande) = Magistrum. Recordemos que la metátesis es el fenómeno morfológico que lleva a que una palabra mude su forma en otra en un lapso considerable de tiempo, por diversas razones circunstanciales del habla. Ejemplo. En la Roma antigua la palabra Mus ciegalum (ratón ciego) derivó –gracias al habla enrevesada de los niños pequeños-, en Murcielagum (murciélago).

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