viernes, 15 de febrero de 2013

ORESTE SINDICI TOPAI: EL ITALIANO QUE SE HIZO COLOMBIANO (Artículo)



Cuando nos ponemos de pie durante el desarrollo de una izada de bandera, para entonar con todo respeto la canción nacional de los colombianos, pocos en realidad tenemos la posibilidad de entender en profundidad qué estamos cantando, que dicen todas y cada una de esas once octavillas que componen  el texto del Himno Nacional de Colombia. Nuestro bello himno patrio tiene una historia bien interesante que contadas personas conocen. Y de otra parte su largo texto es una maravillosa síntesis de la historia colombiana en tiempos de la independencia. En el presente texto nos proponemos asistir, aun cuando solamente sea de pasada, al proceso de génesis y creación del Himno Patrio compuesto por Núñez y Sindici, que fuera estrenado en Bogotá en 1887 y que el Congreso de 1920 adoptara oficialmente como Himno Nacional de Colombia, 23 años después de su estreno.
PARTITURA DEL HIMNO NACIONAL DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIAORIGINALMENTE COMPUESTO EN MI BEMOL MAYOR
Esta historia empieza a gestarse en Italia, cuando un niño rubio de ojos azules, naciera el día 21 de mayo del año de 1828. Fueron sus padres Vicente Sindici y Teresa Topai. Fue bautizado con cuatro nombres como entonces se acostumbraba. Su nombre en la pila del bautismo fue entonces el siguiente: Atilio Oreste Teophisto Melchor Sindici Topai. El pequeño Oreste desde niño se mostró muy aficionado a la música y al canto. Ya adulto se graduaría como Tenor en la Academia Nacional de Santa Cecilia (Roma). Era un joven alto y espigado. Se dejó crecer la llamada Barba Garibaldina con la que los jóvenes italianos de finales del siglo XIX daban a entender que eran partidarios de la unificación política de Italia en un solo Estado, obra política y militar del gran patriota italiano Giuseppe Garibaldi, quien la usaba así. Oreste junto con otros amigos músicos: Egisto Petrelli, Luisa Visoni y Eugenia Bellini, integraron una compañía de opera en la ciudad de Roma, que cosechó grandes éxitos en las diferentes ciudades italianas, con obras de los compositores Johan Amadeus Mozart y Giuseppe Verdi, entre muchos otros. Petrelli tuvo entonces la idea de cruzar el Atlántico y venir a una gira de conciertos de música clásica entre las principales ciudades de América. Fue así como en 1862 se embarcaron, con el gigantesco trasteo de los instrumentos musicales y los muchos baúles donde se guardaban los cortinajes y el telón del escenario, rumbo a América. Les fue muy bien en Nueva York y en la Habana, donde cosecharon grandes aplausos. Corría el año de 1863 y decidieron entonces cruzar el mar Caribe para visitar la bella ciudad neogranadina de Cartagena de Indias, donde también cosecharon aplausos. Les hablaron de Bogotá, la ciudad culta por excelencia en el país y enfilaron sus destinos hacia allá. Pero el viaje a Bogotá era extremadamente difícil. Unos barcos a vapor hacían la ruta entre Barranquilla y Honda (Tolima) a lo largo del río Magdalena. Este viaje podía tardar varios días, inclusive semanas dependiendo del estado del río. Una vez en Honda, proseguían el viaje hacia Bogotá a lomo de mula, lo cual era francamente terrible. Hacia el mes de diciembre de 1863 los jóvenes artistas italianos arribaron a la Bogotá de entonces que era pequeña y mucho más fría que hoy en día. Las damas de la sociedad bogotana se entusiasmaron cuando vieron llegar a esos jóvenes italianos con estilizadas barbas garibaldinas lo cual era muy raro por entonces. No les fue muy bien con su proyecto de opera en Bogotá, así que en 1864 la Compañía de Opera Petrelli quebró. Pero los jóvenes músicos pronto se casaron. Oreste se casó con Justina Jannaut, hija de un comerciante francés radicado en Bogotá. Tuvieron cuatro hijos: Teresa, Oreste, María y Emilia. Por su parte Egisto Petrelli montó en la plaza mayor de Bogotá la famosa Barbería Italiana y también formó una familia.
CASA EN LA QUE VIVIÓ ORESTE SINDICI EN EL BARIO LA CANDELARIA, EN BOGOTÁ, JUNTO CON SU FAMILIA. A LA IZQUIERDA EN EL ÓVALO UNA FOTOGRAFÍA DEL JOVEN TENOR ITALIANO
Llegó el año 1887. Gobernaba el país el abogado cartagenero Rafael Núñez Molledo, quien regentó los destinos de Colombia durante cuatro periodos consecutivos[1]. Un ferviente admirador de Núñez y de su esposa, doña Soledad Román de Núñez, era José Domingo Torres, quien trabajaba en el palacio Presidencial como asistente. El señor Torres coleccionaba en un grueso legajo de hojas los recortes de periódicos nacionales donde publicaban los poemas del  presidente Núñez. Uno de esos poemas estaba dedicado a la ciudad de Cartagena de Indias, que como ya sabemos era la ciudad natal de aquel. A Torres se le ocurrió que para celebrar dignamente un aniversario más de la proclamación de independencia de la ciudad de Cartagena el 11 de noviembre, qué mejor que estrenar un himno patriótico en honor a Cartagena de Indias. Para ello escogió como letra un largo poema que Núñez había publicado  honrando a Cartagena. Aquel poema empezaba así:

Del once de noviembre
Mañana luce el sol.
Salud al gran suceso
De nuestra redención.

Cayeron las cadenas
La libertad sublime
Derrama en todo el orbe
Su bendecida luz.
La humanidad entera
Que esclavizada gime
Comprende las doctrinas
Del que murió en la cruz.

Al parecer esta fue la letra que Torres le llevó a Sindici para que le pusiera música para la velada patriótica del 11 de noviembre de 1887, que se iba a celebrar en el Teatro de Variedades de Bogotá. Oreste Sindici por su parte vivía muy atareado porque dictaba clases de música en el Seminario Mayor de Bogotá, en algunas escuelas públicas capitalinas y además de eso, se había metido a agricultor porque había comprado una finca en el vecino municipio de Nilo (Cundinamarca), donde al parecer cultivaba quina. Así las cosas, el tiempo libre que le quedaba era muy poco. Todo parece indicar que Sindici no le puso mucha atención al encargo del señor Torres para que musicalizara las octavillas de Núñez. José Domingo Torres cuando vio que se avecinaba el 11 de noviembre y aún no estaba listo el himno, le rogó a doña Justina de Sindici para que convenciera al marido de colaborar con la creación del himno. Ese fin de semana Oreste decidió irse para la finca a ver cómo iba el cultivo de la quina y le encargó a su amada esposa que le organizara los baúles con el equipaje. Justina en el baúl más importante, colocó encima de la ropa los versos de Núñez, con una notica que decía… Oreste… ¡Por favor! 
RETRATO DEL PRESIDENTE RAFAEL NÚÑEZ MOLLEDO, ABOGADO CARTAGENERO QUIEN FUE CUATRO VECES PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, DOS PERIODOS DURANTE LOS ESTADOS UNIDOS DE COLOMBIA Y DOS DURANTE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA. AUTOR DE LA LETRA DE NUESTRO HIMNO NACIONAL
Ya en Nilo Oreste encontró el texto con la notica de su esposa. Cierta noche –cuentan los habitantes de Nilo-, que Oreste no podía dormir. Y decidió tomar las estrofas de Núñez y con un viejo armonio en  mano[2], se sentó bajo de un árbol de tamarindos en el centro de la plaza del poblado y empezó a improvisar una marcha en el instrumento. El resultado fue el anhelado himno patriótico para la velada del 11 de noviembre. Cuando regresó a Bogotá, le entregó sonriente la partitura a doña Justina, quien la entregó posteriormente a don José Domingo Torres. La velada se había salvado y el futuro Himno Nacional de los Colombianos había nacido. A la velada del 11 de noviembre asistió el presidente Núñez con su señora y el cuerpo de ministros. La sorpresa del presidente y la primera dama fue mayúscula cuando la orquesta y el coro interpretaron aquel inédito himno patriótico que al parecer ejecutaron con sus once octavillas. El público aplaudió hasta el frenesí y refieren los historiadores de la época, que muchos salieron silbando y tarareando el nuevo himno que ya llamaban: Himno de Núñez y Sindici[3].
EL MUNICIPIO DE NILO (CUNDINAMARCA) HONRA LA MEMORIA DEL ILUSTRE COMPOSITOR DE LA MELODÍA DE NUESTRO HIMNO NACIONAL POR CUANTO SEGÚN TRADICIÓN LOCAL, FUE EN SU PLAZA, BAJO UNA VIEJO TAMARINDO DONDE ORESTE SINDICI LA CREÓ, EN UNA NOCHE TROPICAL NILENCE.
 ¿Y era que Colombia en 1887 no tenía Himno Nacional? Sí que lo tenía, era la llamada Oda al 20 de Julio, con letra de don José Joaquín Guarín y música de José Caicedo y Rojas, que se había estrenado en 1864. Era un himno de gran belleza, solo que al común de la gente no le gustaba porque más parecía un aria de ópera que un himno. Era demasiado complicado para ser cantado por el público en general. Los colombianos escuchaban la Oda al 20 de Julio pero ningún corazón saltaba ni se emocionaba con la obra porque no la sentían como propia. El Himno de Núñez y Sindici empezó lentamente a enseñarse en las escuelas públicas de la capital colombiana, al principio lo enseñó el propio Sindici ayudándose con un violín. Oreste tenía una pronunciación bastante chistosa del idioma español. Él cantaba el himno más o menos así…

Ooojo glorrria inmarcesiiiiiibbbble
Ooojo júbilo inmorrrrtal

Los chicos de las escuelas públicas soltaban la carcajada ante semejante forma de pronunciar el castellano lo que provocaba la explosión iracunda del viejo maestro de música, que arremetía a paraguazos contra aquellos que le parecían más atrevidos y groseros. Oreste Sindici era muy buen músico pero muy mal maestro porque no tenía paciencia para enseñar. Así se empezó a difundir el Himno de Núñez y Sindici. Cuando Colombia celebró en 1910 su primer siglo como nación independiente ya se le llamaba simplemente Himno Nacional de Colombia, la Oda al 20 de Julio fue cayendo lentamente en el olvido. Fue así como finalmente en 1920 durante el gobierno de Marco Fidel Suarez el Himno de Núñez fue declarado oficialmente Himno Nacional de la República de Colombia, para beneplácito de todos los colombianos, mediante la ley 33 del 28 de octubre del citado año. 
 Cuando el ejército del Perú atacó de un momento a otro a Colombia en 1922 y se adueñaron de todo el trapecio amazónico colombiano porque lo consideraban peruano, el presidente Enrique Olaya Herrera llamó a la unidad nacional para defender la integridad territorial colombiana. Los soldados que nos defendieron en la batalla de Güepi, marcharon cantando el Himno Nacional, pero en la introducción de trompetas añadieron una letra o estribillo, acorde con el momento de guerra que el país vivía. Esa estrofa transitoria decía así:

Hoy que la madre patria se halla herida
Hoy que debemos todos combatir, combatir…
¡Demos por ella nuestra vida!
¡Que morir por la patria no es morir, es vivir!

Oh gloria inmarcesible, etc.

El amazonas colombiano fue recuperado y el ejército peruano fue derrotado en la memorable batalla de Güepi. El Buque Escuela Gloria de la Armada Nacional Colombiana, recorre cada año buena parte de los mares del mundo, llevando una imagen positiva de nuestro país. Cuando El Gloria llega a un puerto, como el de Nueva York, Washington, Ámsterdam, Honolulu o Buenos Aires, por ejemplo; los soldados de su tripulación se enfilan en riguroso orden militar en sus altos mástiles formando una gigantesca pirámide humana, enmarcada entre las velas y jarcias del imponente navío. Al momento de llegar al puerto anfitrión se iza en la popa del barco el tricolor colombiano y los marineros entonan a voz en cuello el Himno Nacional de Colombia en una breve ceremonia muy emotiva que eriza la piel. Acto seguido entonan el Himno del Buque Escuela Gloria que también es muy bello.
BUQUE ESCUELA GLORIA DE LA ARMADA NACIONAL DE COLOMBIA
En cuanto al maestro Oreste Sindici, falleció en su vieja casa del barrio La Candelaria de Bogotá, el 12 de enero de 1904 a la edad de 76 años en compañía de sus hijas. Sus últimos años de vida fueron muy tristes y sufridos porque su amada esposa doña Justina había muerto. Y su único hijo, Oreste Justino, fue asesinado durante la Guerra de los Mil Días. A las anteriores pérdidas familiares se sumó la ruina económica causada por el hecho que la quina fue reemplazada en los mercados internacionales por un sustituto químico mucho más barato, producido por los farmacéuticos alemanes. La producción de la corteza del árbol de la quina, en su finca de Nilo, se perdió porque ya no fue comprada por los mercados europeos como antes lo era. Las deudas lo abrumaron y debió vender la finca. Sus hijas abrieron un negocio de venta de tallarines y pastas a la italiana, que en realidad eran poco apreciados en la Bogotá de entonces. Oreste Sindici sufría una enfermedad cardiaca que lo llevó a morir de arteriosclerosis avanzada, agravada por su frecuente consumo de tabaco. Cuando murió en 1904 el himno que había compuesto no había sido aún adoptado como Himno Nacional de Colombia por el Congreso de la República, pero el pueblo en las calles, las escuelas, las universidades y en todo el país ya lo había consagrado como tal.
ORESTE SINDICI EL INMORTAL COMPOSITOR DE LA MELODÍA DEL HIMNO NACIONAL DE LOS COLOMBIANOS
Los colombianos estamos en deuda de gratitud con este gran hombre que un día abandonó su Italia natal para fijar su residencia en nuestro país durante el resto de su vida y que además puso su vena artística musical al servicio del ideal patriótico colombiano. Por eso el Congreso de la República mediante la Ley 33 de 1937 rindió un sentido homenaje a su memoria. Por todo ello a Oreste Sindici los historiadores nacionales lo consideran como italo-colombiano.


NABONAZAR COGOLLO AYALA
El Yopal (Casanare), 2011



[1] Dos, durante los Estados Unidos de Colombia. Y otros dos durante la República de Colombia, respectivamente.
[2] Instrumento musical de fuelle, parecido a un acordeón.
[3] Cfr. VILLA ESGUERRA, Jaime. Cien Años del Himno Nacional de Colombia. Serie de programas radiodifundidos a través de la Radiodifusora Nacional de Colombia. Bogotá (Colombia), 1987

1 comentario:

  1. Buen dáa profesor, me abruma una duda y es ¿quien canta el himno nacional en la versión grabada que escuchamos usualmente?

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