¿CÓMO ROMPER EL HIELO SIN MORIR EN EL INTENTO?
Por: Nabonazar Cogollo Ayala
Romper
el hielo, es decir, esa habilidad social de llegar ante un grupo de personas
que conocemos total o parcialmente, saludar, caer bien y ser finalmente
aceptado en tal grupo, venciendo todas las resistencias, no es ciertamente una
tarea que todas las veces digamos que sea fácil de acometer. Hay grupos de
personas que la mejor forma que tienen para mostrarse ante sí mismos y ante los
demás, como de difícil acceso, es mostrándose cerrados y con rostros serios,
adustos y con rigidez muscular. ¿Qué hacer entonces? Dicen que la decencia no
pelea con nadie. En ese caso –que ciertamente es la actitud más dura de
vencer-, llegaremos, saludaremos de la manera más amable del mundo, expresaremos
el motivo de nuestro saludo y luego nos marcharemos cuando hayamos culminado.
¿Cómo saludar a personas que poco o nada quieren charlar con nosotros? El
saludo es una de las habilidades sociales más importantes de aprender. Y
saberlo presentar de tal forma que abra puertas y venza resistencias, es todo
un arte. Veamos algunos de los casos más comunes:
¿Qué
hacer cuando llegamos, saludamos y pedimos un favor y el favor no nos lo hacen?
No exterioricemos nuestra molestia e inconformidad. El mundo da vueltas y puede
que hoy nos digan que NO pero mañana podría ser que nos digan que SÍ. Debemos
siempre dejar las puertas abiertas.
¿Qué
hacer para entablar una conversación con personas con las que nunca antes hemos
hablado? Llegamos, saludamos muy amablemente y con rostro sonriente, acto
seguido –y si la situación lo amerita, extenderemos la mano-. Luego podemos
empezar hablando del clima o de las últimas noticias de impacto nacional, que
están en el ambiente noticioso. Tratemos de no hablar de temas espinosos que
podrían generar molestias o incomodidades en la otra persona, como por ejemplo
religión, política o fútbol.
¿Qué
hacer cuando la otra persona nos lleva en su charla hacia temas que nosotros no
manejamos? ¡Hay personas que insisten en hablar solo de temas específicos que
ameritan conocimientos especializados, como por ejemplo los carros de fórmula
uno, mitología griega o ecuaciones matemáticas del segundo grado! No vayamos a ofender a esta persona ni los
temas de su predilección. Si pone reiterativamente este tema es porque es de su
mayor interés, halaguemos este interés y
tratemos de resaltar en todo momento la importancia y el valor del mismo,
poniendo de presente que nosotros no somos especialistas en el tema, pero que
el mismo es muy valioso e interesante.
¿Qué
hacer cuando la otra persona de alguna manera nos irrita con comentarios
desobligantes, al estilo de: “Es que solo
la gente inteligente es la que entiende estos u otros temas”; “Es que tal comida o música solo es para
gente refinada y de clase”, “Tal cosa
no es para todo el mundo”, etc.? Ciertamente esa no sería una actitud muy
cortés de parte de nuestro interlocutor. No nos dejemos fastidiar ni ofender
por eso. La otra persona quiere molestarnos y si le manifestamos que lo logró,
le estaríamos dando gusto. Seamos lo más amables que podamos, no pequemos de
groseros ni mal educados, aun cuando lo estén siendo con nosotros. Si es del
caso retirémonos de la charla pero de manera muy amable. ¡Recordemos siempre
dejar las puertas abiertas!
Dediquemos
a nuestro interlocutor todo el tiempo y la atención que nuestra charla con él
dure. No hay nada más grosero y mal educado que ponernos a digitar el teclado
de nuestro celular o de nuestra tableta, al tiempo que charlamos con alguien.
Eso le da a entender a la otra persona que lo que nos está diciendo poco y nada
nos interesa. ¿Qué sería entonces más importante: el aparato electrónico que
nos ocupa o la persona de cuerpo presente? Ciertamente la persona debe ser
mucho más importante que el medio electrónico, eso lo debemos dar a entender en
todo momento y no lo contrario.
Cuando
nos tengamos que retirar de la conversación, ofrezcamos una disculpa, dejemos
abierta la posibilidad de proseguir la charla en el futuro y vayámonos muy
amablemente. Evitemos los chistes de doble sentido o de mal gusto. A veces más
que divertir, realmente ofenden y no es la idea ofender ni hacer sentir mal a
nadie. Moderemos nuestras emociones, no hay nada más desagradable que una tanda
de carcajadas incontroladas que le dan a entender al otro que somos personas
vulgares o corrientes. Nunca usemos malas palabras ni comentarios
descalificadores, que más que unir en realidad disocian.
Si logramos dominar el difícil arte de la conversación fluida, amena y
entretenida, tendremos amigos por montones y seremos el centro de la atención
en todas las fiestas y reuniones. ¡Lleva toda la vida lograr dominarlo, pero
empecemos desde ya! ¡Adelante! ¡Esa es una de las grandes metas de ser
prosocial!
Madrid
(Cundinamarca), Septiembre 1° de 2014
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