martes, 7 de octubre de 2014

EXTRANJERIZANTE ONOMATOLOGÍA CRIOLLA Por: Nabonazar Cogollo Ayala


EXTRANJERIZANTE ONOMATOLOGÍA CRIOLLA
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

En mis ratos libres dedico una buena parte de mi tiempo al estudio de la etimología, historia y significado de los nombres, esto es, a la onomatología (Ónoma= Nombre/ Logía= estudio/ Onomatología: Ciencia que estudia los nombres). La onomatología en mi país Colombia es bien particular y me ha dado harto para estudiar, veamos unas cuantas perlas. El nombre anglosajón John (de origen y procedencia hebreos, en cuya lengua significa “Dios ha tenido misericordia, Dios ha dado”), ha sido harto mal utilizado en Colombia. En nuestro desmedido, frenético y hasta irracional afán por hacernos parecer como extranjeros en nuestra propia tierra, o por extranjerizarnos; les ponemos a nuestros hijos nombres extranjerizantes, cuyo significado y correcta escritura nunca se nos pasa por la cabeza averiguar. El nombre John lo escribimos así: Jhon (¿?) y el hipocorístico Johnny (Juanito) lo escribimos así: Jhony… Una variante hipocorística de Johnny es Jack, que aquí poco y nada entendemos. Una vez supe de un niño a quien la mamá le colocó Jack Albert, es decir… Juanito Alberto. La variante rusa de Juan es Iván, que también lo he visto escrito así: Ibán. La variante alemana de Juan es Johan y la variante italiana es Giovanni. ¡Ah cosas del país del sagrado corazón! Del antropónimo inglés Jane (Juana) y su equivalente francés Jeane, se dio la variante hipocorística en tierras de Francia: Jeanette, que en nuestra amada Colombia se mal escribe como: Janeth; Yaneth, Yanett, etc. Una variante o derivación del nombre Juan o Juana, es Johana (en lengua inglesa); que aquí lo he visto escrito como: Yojanna, Yojabna, Johanna y hasta la muy extraña forma Yobjanna. ¡Ay hombre, hasta donde nos ha llevado el sentimiento extranjerizante en nuestra tierra, sin ciencia ni medida!

Del nombre Pablo, femenino Paula (deriva del latín paulus= pequeñito, pequeñita), la versión italiana es “Paola” y la versión francesa con hipocorístico es Paulette, que equivale a decir Paulita, es decir “La muy pequeñita”. La versión chibchombiana de Paulette es Pauleth ¡Ah cosas! Alguien dirá ¡Pero si los nombres propios no tienen ortografía! Eso es muy cierto, pero con todo y eso, los nombres sí tienen historia, significado, familia onomástica y tradición morfosemántica. Y cuando se salen del marco morfológico, etimológico y semántico que les es propio, surgen unos exabruptos antropónimos (es decir, de nombres de personas), auténticos engendros onomásticos que lo menos que dan es risa, asombro o desconcierto. Voy a dar unos cuantos ejemplos de los nombres más extraños que he conocido en los últimos 20 años (escribo entre barras la pronunciación fonética): Tuve una vez un alumno que se llamaba Janderson Jwset /Íanderson Iuset/; una alumna se llamaba Yocira /Iosíra/; otra se llamaba Anglesey /Angleséi/ -¡Igual que la isla inglesa del mar de Irlanda!-. Tuve un alumno llamado Mauricio Moreno… ¿Cuál es la particularidad? Que Mauricio en latín significa: “Moreno, de piel pardo-cobriza”. Este muchacho se llamaba entonces “Moreno moreno”. Tuvo otra vez a un alumno en la nocturna que se llamaba Johan Yobanny (¡Así tal cual!). En consecuencia, él se llamaba “Juan Juan”.

Si bautizáramos a nuestros hijos con nombres hispánicos y castizos, no nos meteríamos en esas innecesarias camisas de once varas, cuyos extrañísimos resultados, provocan risa y hasta batientes carcajadas en el extranjero. No hay como los sonoros nombres:

  • Alejandro, Alejandra (Alexandr= El que dirige a los hombres, en lengua griega). Nota: Sandro, Sandra son variantes en italiano, en donde se escriben así: Alessandro, Alessandra.

  • Álvaro (Prudente guardián de todas las cosas= lengua germánica antigua);
  • Andrés, Andrea (Andrós= Valiente, varonil, esforzado(a), en lengua griega).
  • Camilo, Camila (Camilus= Sacerdote, sacerdotisa, en antigua lengua etrusca);

  • Carlos, Carla, Carlota, Carolina (Karolus= Fuerte, valeroso, esforzado (Carolina= la pequeña valiente, latín);

  • Eduardo (Eadweard= Guardián de la riqueza, lengua germánica antigua).

  • Esteban, Estebana (Stéfanos= Venerable, coronado en lengua griega);
  • Felipe, Felipa (Fillipos= El que ama los caballos, en legua griega);
  • Isabel (Elisheva= Juramento hecho a Jehová, lengua hebrea antigua).

  • Javier (Etxberri= El que tiene casa nueva, jefe del hogar, lengua vasca o euskera);
  • Jesús (Yeshúa= Yahvé es la salvación, en lengua hebrea antigua).

  • Juan, Juana (Yoḥannan= Dios ha dado, Jehovah ha tenido misericordia, lengua hebrea antigua). Nota: Una variante hipocorística es Ana.

  • Pedro, Petrona, Petra (Petrus= Piedra, en latín); Nota: Nombre teofórico derivado del Nuevo Testamento: Tu es Petrus, et super hanc petram aedificabo Ecclesiam meam et tibi dabo claves regni Caelorum. (Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia; a ti te daré las llaves del reino de los cielos).
  • Raúl (Radwolf= Poderoso y valiente consejero, germánico antiguo);
  • Víctor, Victoria (Victoria= el que (la que) vence, en latín antiguo).

Para mencionar solamente algunos de los ejemplos de nombres traídos por los españoles a nuestra tierra, en tiempos de la conquista y la colonia. Ya para concluir, la calentura no está en la sábana, dice un sabio dicho de nuestra amada tierra cordobesa. No por mucho ponernos nombres calcados sobre los extranjeros, vamos a ser extranjeros. ¡Seamos más nosotros mismos y no imitemos burdamente lo que no somos! Rescatemos nuestro pasado y redefinámonos a partir de él.


Madrid (Cundinamarca), febrero 9 de 2013

1 comentario:

  1. Asombrado nuevamente por tu sapiencia, estimado Nabonazar, te saludo cordialmente agradeciendo este instructivo e interesante artículo.

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